sábado, 19 de julio de 2025

La escondida playa de Asturias donde es imposible ver el mar: parece una piscina natural

 


España está llena de lugares mágicos sacados de película, desde montañas imponentes que rascan el cielo hasta costas doradas bañadas por las aguas turquesas del Mediterráneo. En cada rincón del país la naturaleza despliega su esplendor, ofreciendo paisajes que cautivan a todo tipo de visitantes. Concretamente, en la costa cantábrica de Asturias se esconde un auténtico secreto que podría usarse como un escenario de fantasía.

Estamos hablando de la playa de Gulpiyuri, una joya geológica e interior que redefine el concepto clásico de litoral, cuyo nombre significa “círculo de agua”. A apenas 100 metros de la costa, en pleno concejo de Llanes, se abre paso un pequeño arenal de unos 40 metros de longitud cuya existencia se debe al colapso de las aguas del Cantábrico con las rocas kársticas, hasta el punto de crear una cueva cuyo techo colapsó y creo esta depresión.

Fue declarada Monumento Natural y actualmente forma parte del Paisaje Protegido de la Costa Oriental de Asturias, protegiendo una superficie de 3,8 hectáreas que incluye el arenal, los prados y los acantilados circundantes. Cuando hay pleamar, esta dolina se transforma en una piscina salvaje de aguas verde-turquesa y arena fina, así como cuando llega la bajamar, el agua desaparece por el fenómeno del desagüe.

Un lugar casi mágico

A pesar de su fama creciente, el acceso sigue siendo un tanto rústico: desde la Autovía del Cantábrico hay que tomar la salida a la altura de Naves y atravesar un camino de tierra paralelo a la carretera siguiendo los carteles correspondientes. Allí los visitantes deben recorrer a pie un estrecho sendero de tierra de unos 800 metros, un camino de aproximadamente 15 minutos que atraviesa los prados verdes que rodean el enclave.

Esta senda desaconseja el paso de vehículos, que deben aparcarse previamente en las zonas autorizadas para ello, así como carece de servicios, por lo que se recomienda planificar la visita con provisiones, respetar el entorno y estudiar los horarios de las mareas para no encontrar el arenal completamente seco y haber realizado el viaje en vano. El hecho de que no se permita el acceso a los coches permite una mejor conservación del entorno.

Más allá de su singularidad geológica, Gulpiyuri ofrece una experiencia sensorial única: el imponente ruido de las olas rompiendo contra los bufones cercanos se cuela por las galerías subterráneas, permitiendo “escuchar el mar sin verlo”. Este enclave protegido destaca no solo por su rareza, sino también por su estado casi virgen, consolidándose como un recordatorio de la riqueza natural de Asturias y la importancia de preservar estos espacios.






No hay comentarios:

Publicar un comentario

Un atropello múltiple de un coche en sentido contrario deja 22 reclutas heridos en Los Ángeles

  Cinco de ellos en estado crítico, después de que el automóvil los atropellase durante una carrera de entrenamiento en la ciudad de Whittie...