martes, 22 de julio de 2025

La playa natural de agua cristalina a la que hay que ir sí o sí: está en uno de los pueblos más bonitos de España

 


Cuando suben las temperaturas, el cuerpo pide agua. Y aunque las playas del litoral español están entre las opciones más populares, cada vez son más los viajeros que buscan alternativas en znas de interior. Las playas fluviales, escondidas en pueblos con encanto, ofrecen baños en aguas cristalinas, tranquilidad y paisajes de postal. Desde las pozas de Extremadura hasta los embalses de Aragón, lo cierto es que España guarda auténticos tesoros de agua dulce.

Hay un rincón, en el corazón de Castilla-La Mancha, que está conquistando a quienes buscan combinar chapuzón, turismo rural y una buena dosis de belleza natural: La Playeta de Alcalá del Júcar. En el centro de uno de los pueblos más bonitos de España, rodeada de acantilados y casas excavadas en la roca, se encuentra esta joya inesperada: una playa fluvial de aguas tranquilas y cristalinas, moldeada por el paso del río Júcar.


La llaman “La Playeta”, y no es para menos. Tiene orilla, vegetación, zonas de sombra y hasta una pequeña isla accesible. Todo ello junto a el castillo árabe que corona la localidad, custodiado por un puente medieval que añade aún más encanto al conjunto. No es una playa al uso, pero eso es parte de su magia.

El río forma en esta zona una piscina natural de escasa profundidad, lo que la convierte en un lugar perfecto para ir con niños o simplemente relajarse sin sobresaltos. Además, las aguas están limpias y suelen mantenerse a una temperatura agradable incluso en pleno julio.

Para quienes no se conforman con tomar el sol o darse un baño, en las inmediaciones es posible practicar actividades acuáticas como piragüismo, rafting o paddle surf, lo que convierte este enclave en un destino ideal para quienes disfrutan del turismo activo. Muy cerca de la zona de baño también hay un chiringuito donde reponer fuerzas con platos tradicionales manchegos y zonas con mesas de madera bajo la sombra de los árboles. Perfecto para improvisar un picnic o una sobremesa al aire libre.

Un pueblo que parece de otro tiempo

Más allá del atractivo de su playa fluvial, Alcalá del Júcar tiene razones de sobra para tener en cuenta para una escapada de fin de semana. Su estructura en forma de anfiteatro es única. Y las casas se apiñan unas sobre otras, excavadas en la montaña, con calles estrechas que suben serpenteantes hasta el castillo.

Uno de los principales atractivos son sus casas-cueva, muchas de ellas visitables. La Cueva del Diablo, por ejemplo, es un espacio que combina historia, vistas espectaculares y hasta un pequeño bar dentro de la roca. No hay que perderse tampoco la Iglesia de San Andrés, de aire sobrio y construcción escalonada, ni el Puente Romano, que conecta el casco antiguo con la zona más nueva. Desde allí, las vistas al río y al castillo son simplemente inolvidables.

Y para quienes disfrutan de pasear, la Ruta del Agua es un sendero circular que bordea el cauce del Júcar y permite contemplar el paisaje desde distintos ángulos. Ideal para estirar las piernas al atardecer tras una jornada de baños, historia y gastronomía.





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