Uno de los últimos se produjo hace tres días en Cádiz, cuando una mujer de 35 años pateó la cabeza de una camarera que le pidió que apagase un cigarrillo, mientras que el hijo de la agresora, menor de edad, hacía lo propio con otra trabajadora del local. Como en el caso de Tenerife, la ayuda de  un ciudadano, que anotó la matrícula del coche en el cual se fueron a toda velocidad, fue vital para poder detener a la agresora.