viernes, 27 de junio de 2025

Descubrimiento sin precedentes: el permafrost ruso revela un virus desconocido atrapado desde hace 48.000 años

 

Lo que parecía ciencia ficción está cada vez más cerca de ser realidad. Un equipo de investigadores ha descubierto en el permafrost de Siberia un virus que llevaba 48.500 años congelado y que ha logrado reanimarse en laboratorio. 

Este hallazgo, calificado por los expertos como un "aviso biológico", plantea nuevas preguntas sobre los riesgos del deshielo en las zonas árticas del planeta. Una de ellas es el permafrost ruso, una enorme extensión de terreno congelado de forma permanente que se encuentra en gran parte del territorio del norte de Rusia. 

El virus, perteneciente a una familia desconocida como pandoravirus, fue extraído del suelo helado a más de 16 metros de profundidad en el noreste de Rusia. Lo más sorprendente no es solo su antigüedad, sino el hecho de que sigue siendo capaz de infectar organismos vivos, al menos en condiciones controladas.

El hallazgo, que ha sido publicado por el virólogo Jean-Michel Claverie de la Universidad de Aix-Marseille, revela que el virus fue capaz de infectar una ameba. Sin embargo, la investigación pone sobre la mesa aun tema cada vez más urgente: ¿qué otros virus desconocidos podrían emerger si el permafrost sigue derritiéndose?

Aunque por ahora ninguno de los virus reactivados del permafrost ha demostrado capacidad de infectar a seres humanos, los expertos insisten en que el riesgo no es nulo. El mayor temor de la comunidad científica no es el presente, es el futuro. A medida que el permafrost siga derritiéndose, podrían liberarse virus mucho más complejos.

Además, el hecho de que estos virus hayan permanecido congelados e inactivos durante decenas de miles de años plantea un escenario preocupante: nuestros sistemas inmunológicos nunca han estado expuestos a ellos.

En los últimos años, el permafrost ha revelado desde cachorros de león de las cavernas perfectamente conservados hasta restos de mamuts, lobos y hasta aves de hace decenas de miles de años. Ahora, con estos virus congelados, la ciencia se enfrenta a un nuevo reto: cómo gestionar el pasado sin poner en peligro el futuro.

El hallazgo también ha impulsado líneas de investigación sobre cómo podrían haber sido las enfermedades en épocas prehistóricas o incómodo si estos virus podrían usarse para entender el origen de ciertos patógenos modernos. 

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