Las playas de Ibiza son mucho más que arena fina y agua color turquesa. Bajo esa capa que pisamos cuando vamos al mar se esconde un mundo casi invisible, lleno de vida, historia y, también, huellas del paso del ser humano por la isla.
Según algunos especialistas en Geología Marina y Arqueología, el suelo que hay bajo las playas de Ibiza es una mezcla de capas de sedimentos acumulados con el tiempo, restos de seres vivos marinos, materiales que arrastra el mar y, en algunos puntos, incluso vestigios de civilizaciones antiguas.
Lo más conocido es lo que vemos a pocos centímetros bajo la superficie, donde se acumulan conchas rotas, trozos de coral, pequeños esqueletos de moluscos y señales de posidonia oceánica. Esta planta marina no solo está en el mar, también bajo la arena. Y aunque no la veamos cumple una función vital: ayuda a mantener la estructura de las playas y protege la costa frente a la erosión.
Bajo la arena, historia antigua
En algunas áreas de la isla, sobre todo en las proximidades de antiguos asentamientos junto al mar, se han hallado objetos como fragmentos de cerámica, monedas, anclas y vestigios de antiguos puertos o edificaciones costeras. Con el tiempo, la arena ha ido sepultándolos, pero aún permanecen allí, como testimonio de que estas playas ya eran frecuentadas mucho antes del auge del turismo.
Pero es cierto que no todo lo que aparece bajo la arena es natural o histórico. Investigaciones recientes muestran que en zonas como ses Salines o Talamanca también se encuentran fragmentos de vidrio, colillas de cigarro, fibras sintéticas y microplásticos. Estos residuos no solo contaminan, sino que alteran el equilibrio de un ecosistema ya de por sí frágil.
Una investigación del Journal of Sea Research analiza cómo se acumulan microplásticos en las playas del Mediterráneo con diferente presión humana. Entre las conclusiones destacan que las fibras plásticas son las más comunes, tanto en superficie como en profundidad. Eso sí, no hallaron un patrón claro de acumulación por profundidad, aunque sí más microplásticos en playas en las que la actividad humana es mayor.
Casos concretos en Ibiza
Un estudio específico en la isla balear analiza el pez Xyrichtys novacula (raor), muy común en la pesca recreativa local: más del 80 % de los ejemplares analizados tenían fragmentos de plástico en su tracto digestivo (entre 1 y 10 piezas por pez, de media). Además, en las muestras de arena identificaron microplásticos como polietileno, polipropileno y policarbonato.
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