En los últimos días, las costas orientales de Cuba, especialmente en la provincia de Guantánamo, han sido testigos de una masiva llegada de sargazo que no solo modifica el paisaje costero, sino que también supone importantes riesgos para la salud y el ambiente. Esta acumulación de algas marinas está afectando tanto a las comunidades locales como al entorno natural, generando preocupación entre las autoridades y la población.
El Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (Citma) ha declarado una alerta máxima ante la concentración del alga en varias zonas del litoral, como Baracoa, San Antonio del Sur, Baitiquirí y El Guanal. Especialistas advierten que durante el proceso de descomposición, el sargazo libera gases tóxicos como ácido sulfhídrico, amoníaco y metano, responsables de provocar dolores de cabeza, irritaciones en los ojos y garganta, náuseas y problemas respiratorios, especialmente en personas con asma o alergias.
Además de estos síntomas, el sargazo en estado de putrefacción alberga bacterias que pueden causar infecciones cutáneas y gastrointestinales al entrar en contacto con la piel o por ingestión de agua contaminada. Por este motivo, las autoridades sanitarias recomiendan a los habitantes de la región evitar el baño, el contacto con el alga y el tránsito por las áreas afectadas. En zonas como Baitiquirí, la limpieza resulta casi imposible debido a la gran cantidad de material acumulado y la falta de recursos técnicos apropiados.
La situación sanitaria se complica porque, además del impacto en la salud humana, el sargazo afecta de manera grave los ecosistemas costeros. Al bloquear la luz solar e intercambiar oxígeno con el entorno, daña los arrecifes de coral y puede provocar la muerte de muchas especies marinas. Igualmente, la actividad pesquera y el turismo local sufren las consecuencias, ya que las playas se tornan intransitables y la pesca se ve dificultada por la presencia masiva de la macroalga.
Efectos del sargazo: salud, economía y biodiversidad en jaque
Las autoridades cubanas, junto a voluntarios y estudiantes de ciencias médicas, han puesto en marcha jornadas de limpieza en playas como Tortuguilla, en un intento de mitigar los efectos del sargazo. Sin embargo, muchos municipios carecen de infraestructura suficiente para la recolección y el tratamiento final de las algas, lo que limita la eficacia de estas acciones y deja a la población expuesta ante el fenómeno.
El fenómeno del sargazo tampoco se limita a Cuba. Estudios internacionales vinculan su proliferación con el cambio climático, el calentamiento de las aguas oceánicas, la alteración en las corrientes marinas y el exceso de nutrientes (nitrógeno, fósforo) en los océanos, producto de la contaminación. Estas condiciones han favorecido la formación de un gran cinturón de sargazo que puede ser rastreado por satélite y que, según expertos, podría superar este año el récord de 522.000 toneladas arribadas en 2018 al Caribe si no ocurre algún fenómeno meteorológico extremo que disperse las algas.
A nivel local, la falta de recursos técnicos y tecnológicos dificulta la gestión del fenómeno. Mientras en otros países de la región, como México o República Dominicana, se han implementado barreras flotantes, brigadas especializadas y campañas informativas, la respuesta cubana depende principalmente del esfuerzo comunitario. Los expertos insisten en la urgencia de un enfoque regional coordinado y en el desarrollo de sistemas de alerta y tecnologías de aprovechamiento del sargazo para intentar convertir esta amenaza en una oportunidad económica, aunque por ahora estas soluciones no están disponibles a gran escala.
Pronóstico y recomendaciones ante el incremento del sargazo
La llegada del sargazo a las playas orientales cubanas podría continuar e intensificarse durante los próximos meses de julio y agosto, siguiendo el patrón de las corrientes marinas y los vientos alisios. El Citma prevé que, de no producirse un fenómeno climático significativo, otras provincias cubanas podrían verse afectadas en breve.
Entre las recomendaciones más importantes, las autoridades subrayan la necesidad de no exponerse directamente al sargazo, evitar el baño en áreas contaminadas y atender a sintomatología compatible con exposición a gases tóxicos o infecciones cutáneas. Además, se recomienda seguir las indicaciones oficiales y participar en las labores preventivas en la medida de sus posibilidades.
Este fenómeno evidencia la vulnerabilidad de los ecosistemas costeros ante los eventos climáticos y la contaminación humana. La crisis destaca la importancia de la ciencia, la solidaridad comunitaria y la actuación temprana para reducir los riesgos y proteger la salud y el entorno de las poblaciones afectadas.
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