sábado, 21 de junio de 2025

Esclerosis múltiple: la enfermedad de las mil caras no tiene cura, pero sí tratamiento

 

Más de 50.000 personas en España tienen esclerosis múltiple (EM), una enfermedad neurológica cuyo impacto va más allá del daño físico, influyendo en la vida emocional, social y laboral de quienes la padecen. Es conocida como la enfermedad de las mil caras, y esa complejidad facilita que sigan circulando mitos que dificultan una comprensión realista de lo que supone convivir con ella.

“Se trata de una enfermedad inflamatoria autoinmune en la que el sistema inmunitario ataca por error la mielina del cerebro, de la médula y de los nervios ópticos”, explica el doctor Oriol Franch, jefe del Servicio de Neurología del Hospital Ruber Internacional. La mielina es una sustancia que recubre las neuronas y sus axones, una especie de “capa protectora” que ayuda a que los impulsos eléctricos viajen rápidamente y de forma eficiente por el sistema nervioso. En la esclerosis múltiple, “este mecanismo autoinmune ocasiona inflamación, y permite que células inflamatorias entren y destruyan la mielina, lo que se conoce como desmielinización”. Se interrumpe o enlentece entonces la conexión nerviosa cerebral, lo que provoca los síntomas de la enfermedad.

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Con respecto a su origen, no se conoce la causa exacta. “Parece producirse por una respuesta autoinmune en personas genéticamente predispuestas y combinado con algún factor ambiental”. Y, entre sus factores de riesgo, se encuentran “algunos virus, como el de Epstein-Barr, así como el tabaco, los niveles bajos de vitamina D o un elevado índice de masa corporal durante la adolescencia. Es más frecuente en mujeres (tres de cada cuatro pacientes de esclerosis múltiple)”.

Una de las principales características de la EM es la variabilidad de sus síntomas, ya que en cada persona se puede presentar de forma diferente y con distinta intensidad. Hay que tener en cuenta, explica el doctor Franch, que “la alteración de la mielina puede ocurrir en cualquier lugar del sistema nervioso central. Según donde ocurra, los síntomas varían. Así, puede manifestarse con alteraciones de la sensibilidad (como adormecimiento de uno o más miembros), pérdida de agudeza visual, debilidad o fatiga”.

En un 85% de los casos se presenta en brotes, es decir, con aparición brusca de nuevos síntomas neurológicos, que luego remiten total o parcialmente. “Los pacientes pueden presentar síntomas de afectación medular, cerebral o visual”. Después, el curso de la enfermedad es también variable. “La evolución puede estar caracterizada por brotes esporádicos o por una progresión gradual, incluso entre brotes”.

La esclerosis múltiple (EM) se clasifica en cuatro tipos principales según su curso clínico: síndrome clínico aislado (SCA), recurrente-remitente (EMRR), primaria progresiva (EMPP) y secundaria progresiva (EMSP).

El diagnóstico temprano evita la acumulación de daños

“El diagnóstico se basa fundamentalmente en los síntomas, lo que los neurólogos llamamos diagnóstico clínico”, señala el doctor Franch. “Lo primero es excluir todas las otras causas posibles. Se considera la enfermedad como clínicamente definida cuando han existido dos brotes con evidencia de dos lesiones en áreas separadas en el sistema nervioso central”.

En los últimos años, se ha avanzado en su diagnóstico gracias a los estudios del nervio óptico, el análisis del líquido cefalorraquídeo y la resonancia magnética (RM). Esta última sirve no solo para confirmar la presencia de lesiones, sino para descartar otras enfermedades. De esta forma, la RM apoya a la sospecha clínica y permite un diagnóstico rápido y seguro.

Asimismo, el análisis del líquido cefalorraquídeo, el cual se extrae mediante una punción lumbar, puede indicar cambios en los anticuerpos que se relacionan con la EM. Esta además ayuda a descartar infecciones y otras afecciones con síntomas parecidos a los de la enfermedad.

Doctor Oriol Franch, jefe del Servicio de Neurología del Hospital Ruber Internacional.

La mejora en las técnicas diagnósticas permite detectarla en las fases iniciales y poder comenzar el tratamiento al comienzo de la enfermedad, evitando que se acumulen los daños en el cerebro. “Una parte importante de la respuesta inmunitaria causante de las lesiones de la EM se produce en las primeras etapas de la enfermedad. El tratamiento con medicamentos que actúan en el mecanismo autoinmune lo antes posible puede reducir la tasa de recaída, retardar la formación de nuevas lesiones y reducir considerablemente el empeoramiento de la discapacidad”.

Avances en los tratamientos

“La esclerosis múltiple puede tener un gran impacto en la calidad de vida de los pacientes; hay que tener en cuenta que los primeros síntomas suelen comenzar entre los 25 y los 30 años”, señala el doctor Franch.

No obstante, y gracias al avance en los tratamientos, en la última década ha mejorado mucho la calidad de vida de los pacientes: así, según el estudio Impacto Sociosanitario de la Esclerosis Múltiple (EM) en España, actualmente el 82% de los pacientes mantiene su movilidad independiente (antes de la aparición de los primeros tratamientos era del 27,5%), el 11% requiere apoyos y el 7%, silla de ruedas.

Uno de los principales mitos en torno a la EM es que no existe tratamiento para la enfermedad. Como explica el doctor Franch, “es cierto que actualmente no tiene cura, pero existen tratamientos que pueden retrasar la progresión de la enfermedad y ayudan a controlar sus signos y síntomas. Pueden modificar su curso y reducir la cantidad de brotes y lesiones visualizables mediante la RM, retrasando el incremento de la discapacidad”.

En primera línea, continúa el experto, “en la actualidad disponemos de diferentes fármacos que han demostrado su eficacia. Además, existen otros abordajes de segunda línea que se utilizan en formas más agresivas al inicio. La elección de unos fármacos u otros se realiza dependiendo del perfil de seguridad, el deseo gestacional, los antecedentes patológicos y el grado de inflamación de los pacientes”. En este sentido, el experto también aclara que “no es cierto que las mujeres con EM no deban ser madres: está demostrado que las personas con esta enfermedad tienen hijos sanos y que el embarazo no la empeora”.

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