Metropoli

La horchatería El Tío Ché de Poblenou
Si hay una esquina que resume el espíritu de Poblenou, esa es sin duda la de El Tío Ché.
Esta horchatería centenaria, situada en la Rambla del Poblenou, es mucho más que un lugar donde refrescarse: es una institución.
Cada verano, su terraza frente al Casino de la Aliança se llena de barceloneses y turistas dispuestos a hacer cola por una horchata que muchos consideran la mejor de Barcelona.

Inicios de El Tío Ché
Su historia arranca hace más de 100 años, cuando Pere Joan Iborra, llegado de La Nucía (Alicante), comenzó a vender horchata por las calles del Born con una frase que acabaría siendo marca de la casa: “Ché, prueba esto”.
Desde entonces, cuatro generaciones de la misma familia han seguido sirviendo esta bebida tan valenciana como mediterránea, primero en la Barceloneta, luego en el cine Ideal del barrio, y desde los años 40 en el actual corazón del Poblenou.
Horchata todo el año, y mucho más
Aunque la horchata sigue siendo la reina —hecha con chufa con Denominación de Origen y disponible también sin azúcar—, la carta de El Tío Ché va mucho más allá.
Aquí también se pueden pedir granizados únicos, helados artesanos, bocadillos y hamburguesas, e incluso productos de temporada como turrones trufados o chocolate con churros.
Además, en esta terraza histórica se sirven también vermuts tradicionales, lo que convierte al local en una de esas raras joyas barcelonesas capaces de mantener el equilibrio entre lo de siempre y lo que vuelve a estar de moda.
La batalla por el "ninot"
Uno de los elementos más icónicos de El Tío Ché es su ninot valenciano, instalado en la terraza hace dos décadas.
En 2018, una inspección municipal lo consideró un “elemento no autorizado” y ordenó retirarlo.
La respuesta vecinal fue inmediata. El barrio se movilizó y logró que el Ayuntamiento rectificara y permitiera que el muñeco volviera a su sitio.
Patrimonio sentimental y gastronómico
La historia de El Tío Ché está marcada también por la resistencia: una bomba durante la Guerra Civil destruyó su anterior tienda, lo que forzó su traslado a la actual ubicación.
Desde entonces, ha sobrevivido a guerras, cambios urbanísticos, ordenanzas municipales e incluso a la gentrificación del barrio, sin perder su esencia.
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