Según la tectónica de placas, la Tierra, como un enorme rompecabezas, está formado por distintas placas que se encuentran en constante movimiento. Debido a las corrientes de magma que brotan el manto terrestre, algunas placas chocan con otras, otras se rozan y algunas se separan. Los movimientos crean cordilleras montañosas, volcanes y provocan terremotos que han modelado nuestro planeta hasta su estado actual. Todas las placas se encuentran en la denominada litosfera, que es la capa superficial de la Tierra e incluye la corteza y la parte superior del manto terrestre.
Los continentes generalmente están situados en una de estas placas. De ahí reciben su nombre la Placa Africana, la Placa Antártica, la Norteamericana, la Sudamericana, y la Australiana (que ocuparía Oceanía). Europa y Asia se encuentran en la misma, la Placa Eurasiática, y el océano pacífico está, en gran parte, en la Placa del Pacífico.
Además de estas, decenas de placas más pequeñas acaban de rellenar los huecos resultantes y juegan un papel muy importante en la orografía y otros accidentes geológicos del planeta. Por ejemplo, el choque entre la Placa Índica y la Eurasiática ha formado la imponente cordillera del Himalaya, donde se encuentran las cumbres más altas del planeta. Por otro lado, el choque entre la Placa Australiana y la subplaca de Sundra fue el que en 2004 provocó el gran tsunami del Océano Índico que se cobró cerca de un cuarto de millón de vidas.
Por ello, es importante conocer las placas y sus movimientos a la hora de establecer los riesgos potenciales de las poblaciones y poder prevenir catástrofes naturales. En el caso de la microplaca ibérica, que ocupa la península, su rozamiento con la placa africana y la eurasiática de la que forma parte, provoca terremotos que se pueden percibir o incluso provocar daños en poblaciones, como es el caso del terremoto de Lorca de 2011.
El lento movimiento de las placas
Es habitual comparar la velocidad del desplazamiento de las placas tectónicas con la velocidad de crecimiento de las uñas, una comparación bastante acertada por dos motivos. El primero, porque en algunos casos la velocidad es parecida, y el segundo porque en ambos casos el movimiento es constante y prácticamente imperceptible en el día a día. Hasta que no pasan unas semanas no nos damos cuenta que nos han crecido y toca cortarlas. Con los continentes pasaría lo mismo, pero en vez de meses habrían de pasar cientos de miles o millones de años para notar cambios significativos.
Ahora bien, una diferencia clave es que el movimiento de las placas tectónicas no es uniforme. Hay placas que se desplazan a mayor velocidad que otras o, incluso, dentro de la misma placa puede haber regiones más rápidas que otras. En la actualidad, la Placa del Pacífico es la que se cree que tiene un desplazamiento más rápido, llegando a desplazarse 15 cm por año en algunas regiones, unas 4 veces más rápida que la velocidad de crecimiento ungular.
En los límites de los gigantes
Estos movimientos provocan tres tipos de límites tectónicos, es decir, situaciones que se dan en los bordes de las placas. Cuando las placas se separan unas de otras crean los límites divergentes o bordes constructivos. Cuando las placas chocan, forman los límites convergentes o bordes destructivos y, cuando se mueven de lado en relación unas con otras conforman lo que se denomina un límite transformante.
Límites divergentes
En los límites divergentes las placas se separan y forman una grieta denominada rift. En este punto, el grosor de la corteza disminuye y permite que pueda brotar magma procedente del manto. Es el caso, por ejemplo, de la dorsal oceánica atlántica, una gigantesca cordillera de montes y volcanes submarinos producto de la separación de las placas eurasiática y norteamericana en el norte y de la africana y sudamericana en el sur. Islandia, y su actividad volcánica también son producto de este movimiento.
En África también se encuentra uno de estos límites en formación. Concretamente, en la zona que ocupa la actual Somalia, y parte de Etiopía, Tanzania, Kenia, Mozambique y Malaui se está formando lentamente una enorme fisura denominada el Gran Valle del Rift. En esta región, una parte de Placa Africana se está empezando a separar y está empezando a formar lo que ya se ha denominado la Placa Somalí. A lo largo de millones de años se espera que esta región se separe del continente y se acabe transformando en una isla.
Este proceso también se denomina «borde constructivo» porque en estas zonas se crea corteza terrestre nueva. Al brotar el magma del manto este se endurece y pasa a formar parte de la corteza, donde permanecerá durante miles de millones de años o hasta que llegue al otro lado de la placa.
Límites convergentes
En las zonas de colisión entre dos placas, pueden darse varias situaciones. Si choca una placa continental con otra, las enormes masas de tierra se empujan unas a otras y el material acaba escapando por donde puede, que generalmente es hacia arriba en forma de cordilleras montañosas. Este es el caso del Himalaya, donde se encuentra el Monte Everest, el pico más alto del planeta con una altura de 8848,86 metros, según confirmaron recientemente China y Nepal. En la actualidad ambas placas siguen chocando, por lo que puede que el monte siga creciendo durante los años venideros.
En el caso de un choque de una placa oceánica con una continental, o una oceánica con otra, la más densa acaba por ceder y se escurre por debajo de la otra. En el primer caso suele ser la continental la que subduce a la oceánica, en las oceánicas, depende de otros factores. De este movimiento derivan varios procesos geológicos interesantes. Uno de ellos es que en la zona de subducción se crean fosas marinas, regiones de gran profundidad donde habitan especies únicas. En una de estas fosas, la Fosa de las Marianas, se encuentra el Abismo Challenger, que roza los 11km y es el punto más profundo de los océanos. Hasta la fecha, un total de 8 personas han llegado a posarse en este punto empleando submarinos especializados denominados batiscafos.
Cientos de kilómetros alejadas de las zonas de subducción, se forman arcos volcánicos continentales u oceánicos. Hasta hace relativamente poco, se pensaba que la placa oceánica, al derretirse, era la que aportaba el material fundido suficiente como para que se formaran estas zonas volcánicamente activas. Pero un estudio llevado a cabo por el Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC), el Instituto de Andaluz de Ciencias de la Tierra (IACT-CSIC-UGR) y la Universidad de Salamanca ha mostrado que el magma no procede de la antigua corteza, si no del propio manto. El estudio fue publicado en febrero de 2023 en la revista Earth and Planetary Science Letters.
Límites transformantes
Finalmente, cuando dos placas no se separan, ni chocan frontalmente una con otra, si no que se desplazan rozándose, forman lo que se denominan límites transformantes. En estos casos, el borde entre las placas fallas de desgarre. Es decir, depresiones del terreno rodeadas de zonas rocosas fracturadas por la tensión que acumulan las placas en estas zonas. De estas tensiones también surgen terremotos, como el acontecido en la ciudad de San Francisco en 1906, producto de un movimiento brusco de la Falla de San Andrés.
La Placa Ibérica
El caso de la microplaca ibérica es un tanto singular. Se trata de una unión de dos placas todavía menores, la Placa Ibérica y parte de la de Alborán, que quedaron atrapadas entre la Africana y la Euroasiática. Por ello, la península ibérica tiene una situación tectónica muy compleja donde se pueden observar patrones de relieve muy característicos.
Un claro ejemplo son los Pirineos, que son el resultado del movimiento de rotación de la placa que ocurrieron durante el Mioceno (hace entre 252 y 66 millones de años). Así como el estrecho de Gibraltar, que se abrió por última vez hace apenas 5,96 millones de años y puso fin a la denominada crisis salina del Messiniense, un período geológico en el que el mar Mediterráneo se había evaporado parcialmente, dejando enormes salinas en su lugar.
Esta geología singular permite que la península ibérica sea uno de los entornos más preciados a la hora de realizar estudios geológicos. Además, dota a nuestro país con unas condiciones únicas para que, a lo largo de las eras, se hayan desarrollado especies endémicas de una diversidad impresionante.
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