sábado, 2 de agosto de 2025

Cómo enseñar a un perro a ser cuidadoso al coger comida (y conservar los dedos intactos)

 


Algunos perros se abalanzan sobre las golosinas con tal entusiasmo que parecen confundir nuestros dedos con un filete. Aunque en la mayoría de los casos se trata de una conducta inofensiva y propia del momento, con una mezcla de excitación, impaciencia y hambre, también puede convertirse en una fuente de inseguridad o incluso riesgo para quienes conviven con ellos, especialmente en casas con niños pequeños o personas mayores.

Por suerte, se puede enseñar a cualquier perro a moderar su intensidad a la hora de coger comida de la mano humana, pero eso sí, hace falta constancia, paciencia y a veces, hasta alcanzar el objetivo, un buen par de guantes.

Por qué algunos perros son tan bruscos

No se trata de mala educación canina, de hecho, no hay nada antinatural en que un perro use su boca para coger comida rápidamente y forma parte de su repertorio instintivo. Muchos animales carnívoros comparten este tipo de gesto veloz al hacerse con un recurso valioso, como puede ser un snack. En contextos de adiestramiento, la excitación del momento también puede incrementar esa intensidad, especialmente en perros muy motivados por la comida o poco habituados a trabajar la espera.

En otras ocasiones, el problema aparece en perros con niveles altos de excitación general, con predisposición en perros jóvenes, muy enérgicos o con problemas de autocontrol, y el acto de coger la comida de forma impulsiva puede ser un buen indicador de su estado emocional. Sea cual sea la causa, esta conducta puede reconducirse con una sencilla rutina de adiestramiento centrada en una palabra clave que puede ser ‘suave’ o ‘despacio’.

Enseñar el concepto de ‘amabilidad’

Para que el perro aprenda a coger comida con cuidado, primero tiene que comprender que existe otra forma de hacerlo, y que esa otra forma es la que le permitirá obtener la recompensa. El ejercicio es simple, aunque requiere repetición diaria y ciertas precauciones:

  1. Se ofrece un trozo de comida sabrosa en el puño cerrado.
  2. Si el perro muerde o forcejea con intensidad, la mano permanece cerrada.
  3. En cuanto el perro cambia su estrategia (lame, se contiene o hace un gesto más suave), se le dice la palabra elegida (‘suave’, ‘despacio’, ‘cuidado’), y se abre la mano para que acceda al premio.

La clave está en que el premio solo llega cuando el perro reduce la intensidad. Si vuelve a abalanzarse, se retira la mano con calma y se vuelve a intentar, siempre acompañando la entrega con la palabra elegida para crear una asociación clara y positiva entre la conducta deseada y la señal verbal.

Este tipo de ejercicio debe realizarse en momentos tranquilos, sin otras distracciones, y con la comida directamente como objetivo. No es recomendable introducir esta lección a la vez que se trabaja otra orden diferente , como por ejemplo ‘siéntate’ o ‘túmbate’, porque el perro necesita centrarse en comprender esta dinámica concreta.

Protegerse las manos durante el proceso

Hay perros que aprenden en pocas repeticiones, pero otros necesitarán semanas para dominar el gesto y asimilar la relación, por eso, mientras tanto, proteger la piel humana debe ser una prioridad. Para minimizar los riesgos hasta que alcancemos el objetivo, se pueden usar guantes durante las primeras sesiones, sobre todo con perros grandes o excesivamente entusiastas.

Los expertos también insisten en recordar que hay que ofrecer la comida en la palma abierta, en lugar de sostenerla entre los dedos, lo que reduce la probabilidad de mordiscos involuntarios. Si hablamos de perros especialmente ‘brutos’, se pueden utilizar cucharas de madera, palillos y pinzas de la cocina untadas con alimento húmedo o crema de cacahuete apta para perros, para practicar el acto de lamer y reforzar el autocontrol sin contacto directo.

Ante el riesgo de que nos haga daño, si estamos en los primeros días de entrenamiento y el entorno no está controlado, como puede ser el parque o encontrarnos reunidos con otros perros, lo mejor es lanzar los premios al suelo, evitando así conflictos o accidentes.

Estos métodos no sustituyen el aprendizaje de la palabra clave, pero son soluciones seguras mientras el perro aún no ha interiorizado la conducta deseada.

La interacción con perros ajenos

Es muy habitual querer aplicar estas técnicas con perros ajenos, lo que a menudo resulta inútil. Insistimos en repetir que el aprendizaje real se produce con repeticiones constantes en un entorno controlado. Por tanto, si no se trata del propio perro o no hay un trabajo educativo previo por parte de su titular y cuidadores, lo más prudente es no arriesgar los dedos y lo mejor es ofrecer los premios en la palma abierta o directamente en el suelo.

Aprender a coger comida de forma delicada no es algo que todos los perros hagan por sí solos, sino que necesitan que alguien les enseñe, como ocurre con tantas otras conductas que valoramos muy positivamente en la convivencia con seres humanos.






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