Malik es uno de los veteranos de la playa de la Barceloneta. Se dedica a la venta ambulante desde 2008. Tras dos años de pandemia, pronostica un buen verano, pero aun es pronto para cantar victoria. "Hay más gente que el año pasado cuando había coronavirus, pero también hay mucha policía. Antes han venido cuatro secretas y se han llevado pareos, sombrillas y dinero", se queja. Son las 16.00 de este jueves y, aunque la playa no registra una gran afluencia, el tránsito de clientes potenciales es continuo.
La Guardia Urbana se hace notar estos días. El Ayuntamiento ha activado esta semana la Operación Verano con el objetivo de garantizar la convivencia con los vecinos. Los botellones y los bicitaxis son los principales retos de la policía, que patrulla a pie, bordo de quads por la arena y con coches, motocicletas y bicicletas desde el paseo. Entre enero y marzo de este año, los vehículos a tres ruedas acumulan 1000 denuncias, la mayoría por estacionar donde no deben.
MULTIREINCIDENCIA
Malik vende sombrillas a 12 y 15 euros, aunque también las alquila por 5 euros. A él le han multado con 68 euros en más de una ocasión. Sentados en la pasarela de madera cerca de una ducha, un grupo de cinco vendedores coincide con su compañero. A todos les han sancionado. "Hay mucha policía, no nos dejan trabajar", lamenta uno de ellos. "Vienen 20, 30 policías. ¿No tienen nada más que hacer o qué?", se pregunta otro.
La venta ambulante, prohibida por la ordenanza del Ayuntamiento, se concentra sobre todo en verano y a la Unidad de Playas de la policía barcelonesa se les gira faena. Son 90 policías que hasta mediados de septiembre juegan una especie de juego del gato y el ratón con el ejército de vendedores ambulantes que pulula entre los bañistas. Una pareja de agentes de paisano retiene e identifica a dos jóvenes en la arena. La multireincidencia delictiva, que preocupa también a los vecino, es otro de los objetivos del cuerpo, como subrayaba el lunes el regidor de Seguridad, Albert Batlle. Los guardias urbanos colaboran con los Mossos d'Esquadra en el Pla Tremall desplegado por el cuerpo autonómico para detener a los ladrones con decenas de antecedentes.
UNA CAMARERA: "CON ESTOS PRECIOS NO PODEMOS COMPETIR"
Ratuji viste gafas oscuras de sol y sostiene con aplomo su bandeja de mojitos. "Cinco euros, amigo. Allí delante cuestan 10", dice señalando con la cabeza la terraza de uno de los chiringuitos ubicados a unos metros del agua. Más adelante, cerca del Club Natació de la Barceloneta una camarera denuncia la competencia desleal de vendedores como Ratuji. "El otro día vendieron a un grupo 10 mojitos por 25 euros. Con estos precios no podemos competir".
Un quad de la Guardia Urbana cargado con pareos y material para vender / LUIS MIGUEL AÑÓN (MA)
En una mesa de la terraza, un policía recoge la denuncia de una pareja de turistas. A unos metros, dos agentes más vestidos de civil hacen lo mismo con un joven de unos 30 años. Lo registran, le hacen vaciar la mochila y, tras media hora, le dejan marchar. Las terrazas son un sitio más para vigilar la actividad de los ladrones que actúan al descuido en la playa de la Barceloneta. Siguen con la mirada a los sospechosos y, si tienen suerte, les detienen in fraganti.
HOSTIGAMIENTO A LOS BICITAXIS
Han conduce bicitaxis desde hace cuatro años. Asegura que algunos jóvenes que ahora pedalean junto a él por la costa barcelonesa antes se dedicaban a la delincuencia. Ofrece paseos desde siete euros por persona, prefiere a los turistas ingleses y despotrica del regateo de italianos y franceses. También se queja de los pocos lugares para estacionar y captar clientes que habilita el Ayuntamiento. Recientemente, el consistorio ha pedido a la Generalitat que prohíba estos vehículos.
Nudismo en la Barceloneta / LUIS MIGUEL AÑÓN (MA)
En el caso de Abdel alquila su bicicleta a una empresa de triciclos. Su relato también implica una crítica a la ofensiva policial. "Estamos esperando el día 15 porque vendrá mucha más gente. Lo que pasa ahora es que tenemos muchas multas. No podemos pasar por aquí, pero aquí está la faena", describe. Una patrulla uniformada en coche de la Urbana interrumpe la entrevista para advertir al conductor, que se marcha rápido de esa zona dejando al periodista antes incluso que el coche se detenga. "Ya sabes que no puedes estar aquí", le lanza una agente.
BOTELLONES
Un restaurador describe la convivencia ordenada entre los diferentes tipos de vendedores ambulantes: "En la orilla se ponen los de los mojitos, en la arena los manteros y arriba, en el paseo, los lateros. No se molestan y se respetan, también a nosotros, pero cuando cerramos también empiezan a pasar por aquí", comenta en referencia al porche cubierto que acoge restaurantes y escuelas de surf.
Los trabajadores de la playa de la Barceloneta también dan cuenta del estado "alborotado" de la gente tras el levantamiento de las restricciones sanitarias. Las juergas con alcohol son diarias en la arena. La cerveza y las copas también bombean la sangre de los más alegres durante el día. A primera hora, los socorristas se encuentran la resaca fiestera en forma de vasos y botellas esparcidos por la arena.
Panorámica de la playa de la Barceloneta / LUIS MIGUEL AÑÓN (MA)
Hasta ahora, la tradición afirmaba que H. H. Holmes acabó con más de 200 personas en un gigantesco hotel de los horrores creado por él en 1893
Los diarios de la época llamaban a aquel horrible lugar de un millón de formas. Desde el «Castillo de la muerte» hasta el «Hotel de los horrores». En un artículo fechado el 29 de julio de 1985, «The New York Times» -periódico que le dedicó más de una veintena de reportajes al tema en cuestión- lo calificó, simplemente, como «The castle». Lo que se presume es que, en su interior, el estadounidense H. H. Holmes encerró y acabó con la vida de sus víctimas allá por el siglo XIX. Pero poco hay seguro alrededor de la figura de este cruento asesino que nació bajo el nombre de Herman Webster Mudgett y que se cambió de identidad para acometer con más tranquilidad la infame tarea del asesinato.
En el siglo que ha pasado desde que perpetró sus tropelías se le han atribuido doscientos crímenes y se ha definido su «castillo» como una suerte de laberinto lleno de trampas ideadas para desquiciar a las mujeres que capturaba. Una cámara de los horrores de tres pisos que contaba con pasadizos secretos, puertas corredizas, cámaras de gas y hasta un horno crematorio con el que deshacerse de los cadáveres. Sin embargo, todo parece indicar que, ni este Jack el Destripador estadounidense fue tan prolífico, ni su castillo fue tan complejo como se nos ha querido hacer creer. Así lo han afirmado, en declaraciones al canal History Channel, dos de los últimos biógrafos y estudiosos del personaje.
Muertes probadas
Según desvela History Channel, la primera falacia de este mito es el número de asesinatos. «El total de personas que podemos asegurar que mató es aproximadamente de 9. En su momento confesó 27 asesinatos, pero varias de las supuestas víctimas estaban vivas», ha explicado para la cadena Adam Selzer, autor de «H. H. Holmes». El investigador, dedicado desde 2011 al ensayo y a la divulgación histórica, es partidario de que las cifras fueron exageradas en primer lugar por la prensa y, en segundo término, por la obra «Gem Of The Prairie: An Informal History Of The Chicago Underworld», publicada en 1940 por Herbert Asbury. Este autor habría sido el culpable de generalizar la falacia de que H. H. Holmes asesinó a nada menos que 200 personas, la mayor parte de ellas, mujeres.
Una de las fotografías más famosas de Holmes
«Hasta entonces nadie había sugerido esa cifra. Pero, a partir de ese momento, todos los que se refirieron a la historia de Holmes utilizaron el dato como una estimación real», añade. A pesar de la ingente cantidad de muertes que se le han atribuido, los expertos consultados por History Channel son partidarios de que sus víctimas fueron, a ciencia cierta, un máximo de 9. El asesinato más conocido fue el de su colega, el estafador Benjamin Pitezel, en 1894. Holmes acabó con su vida para evitar que desvelara los sucios tratos en los que ambos estaban inmersos y, poco después, también con la de sus tres hijos pequeños. Su objetivo: encubrir el primer crimen. Este asesinato fue el que, a la postre, le llevó a la horca.
De las menos conocidas, las dos primeras víctimas de Holmes fueron Julia Connor y su pequeña de seis años, la pequeña Pearl. Ambas desaparecieron en la Navidad de 1891, después de que nuestro protagonista tuviese una aventura amorosa con la mujer. Tras ser capturado, y durante los interrogatorios, el asesino no quiso confesar su asesinato. Sin embargo, al final desveló que todo había ocurrido de forma accidental, mientras le practicaba un aborto. En la actualidad se desconoce qué les sucedió a ambas.
Las autoridades supusieron que había hecho otro tanto en los dos años siguientes con Emeline Cigrand y las hermanas Minnie, Nannie y Emeline Williams. Pero no se sabe qué sucedió con ellas.
El hotel de los horrores
Según las pesquisas de Selzer, tampoco existen evidencias reales de que atrapara a sus víctimas dentro de su hotel para acabar con ellas. El autor es partidario de que esas 9 personas a las que probablemente quitó la vida eran conocidas suyas. Para terminar, añade que el edificio que tenía en propiedad no era tal y como se ha definido. Ubicado en Chicago, el mitificado «Castillo de los horrores» habría contado con un primer piso lleno de tiendas con escaparates y un segundo con apartamentos que se podían alquilar durante largos períodos de tiempo.
Holmes, sin sombrero
«La verdad es que no fue hasta 1892 cuando adquirió un tercer piso. Fue entonces cuando dijo a todos que iba a montar un gran hotel, pero nunca se terminó, ni se amuebló, ni se abrió al público. Aquello solo era una mentira para engañar a proveedores, inversores y aseguradoras», añade el experto.
Su colega, el también ensayista y autor del «The New York Times» Harold Schechter (quien publicó hace una década «Depraved: The definitive true story of H. H. Holmes»), va incluso más allá y desvela que las trampas que presuntamente instaló en edificio no son más que una mera invención de la prensa de la época. «Creo que la historia es un invento sensacionalista».
Schechter afirma que no hay evidencias de que el «Castillo de los horrores», construido en Chicago a mediados de la década de 1890 y pensado en efecto por Holmes, estuviese diseñado en sus orígenes para esconder los cuerpos de sus víctimas. El ensayista es partidario de que una de las escasas evidencias que hallaron los medios de comunicación para sustentar esta afirmación fue una gran tolva que desembocaba en el sótano. No obstante, confirma que, por entonces, era habitual que muchos edificios contaran con una ya que permitía transportar la ropa sucia hasta el sótano.
El Hotel levantado por Holmes
A golpe de falacias, y en mitad de una época en la que primaban las noticias exageradas, se empezó a hablar de calabozos de tortura insonorizados, tuberías de gas tóxico y salas escondidas tras falsas puertas. «Todos estos mitos que, por desgracia, incluso yo mismo ayudé a perpetuar en su momento, fueron creciendo y se generalizaron», completa Schechter.
Sus declaraciones cobran más relevancia si se tiene en cuenta que, según explicaron en 1896 diarios como el mismo «The New York Times», el hotel se quemó poco después de que el asesino fuese juzgado y ahorcado. La tragedia ocurrió mientras el hotel era rehabilitado por un empresario que pretendía convertirlo en una atracción turística.
Según los diarios de la época, el 19 de agosto de 1896, a las 12:13, uno de los vigilantes nocturnos del ferrocarril vio que las llamas atravesaban el techo del «Castillo de Holmes». Tras unos segundos, tres explosiones hicieron estallar las ventanas del primer piso. El fuego estaba fuera de control cuando llegó la ayuda. Noventa minutos después de que se informara del incendio, el tejado se había derrumbado junto con la mayor parte del edificio. El origen del fuego no se pudo determinar, aunque, como señaló el diario «The Chicagoist» en 2015, es probable que algunos vecinos prefirieran ver el lugar destruido a que se convirtiera en un circo.
Un mito de un siglo
La historia de H. H. Holmes, o el mito que se ha generado a su alrededor, nos traslada hasta el final del siglo XIX. Herman Webster Mudgett nació en 1860 en Gilmanton, Estados Unidos, en el seno de una familia muy puritana. Al parecer, desde su adolescencia mostró una enfermiza obsesión por el sexo y se destacó como un joven avispado capaz de encandilar a quien fuera para lograr sus objetivos.
A los dieciocho años demostró ambas facetas cuando se casó con su primera esposa con la única finalidad de aprovecharse de su fortuna, con la que se pagó sus estudios de medicina. Poco después de licenciarse abandonó a la desdichada y se marchó en un largo periplo que terminó en Chicago.
Recreación de un asesinato de Holmes
Según se desvela en «Historias de asesinos», el todavía joven Webster se convirtió en un cazador de fortunas y en un embaucador de jovencitas. Tarea para la que se cambió el nombre por H. H. Holmes. Su mayor golpe lo dio tras ganarse la confianza de una viuda dueña de una farmacia en Englewood. A ella le estafó sin piedad a golpe de desviar dinero de los libros de cuentas del local. Terminado el trabajo, se marchó con los bolsillos cargados de billetes.
Los meses pasaron para el médico hasta que, en 1893, arribó hasta Chicago la Exposición Universal. Según el mito, el desquiciado trilero vio en este evento un momento idóneo para ganarse la confianza de jóvenes extranjeras y obtener una buena cantidad de monedas a cambio.
Aquí es donde la leyenda cobra más intensidad. Cuenta la tradición que, valiéndose de la fortuna que había amasado, Holmes diseñó un fastuoso hotel en el que incluyó todo tipo de trampas. Al parecer, él mismo terminó la construcción para asegurarse de que nadie conocía sus secretos… Hasta el edificio habría llevado, durante la Exposición Universal, a dos centenares de jóvenes solas y ricas para torturarlas, obligarles a entregarles su fortuna y, a continuación, acabar con su vida. En la obra se recogen los presuntos ingenios instalados por el médico. Y no tienen precio: escaleras que no llevaban a ninguna parte, una imposible máquina que hacía cosquillas en los pies a las chicas hasta que las mataba de risa y hasta un complejo sistema de tuberías que convirtió algunas habitaciones en improvisadas cámaras de gas.
El ingenioso Holmes solucionó también los problemas que suponía deshacerse de los cadáveres mediante una gran tolva que le permitía llevarlos hasta el sótano sin causar sospechas. Allí los desmembraba, los deshacía en ácido o los quemaba en un gran horno.
Así continuó hasta que la feria cerró sus puertas y tuvo que dedicar su ingenio a otros menesteres. Después de intentar estafar a la compañía de seguros (y fallar de forma estrepitosa) se marchó a todo correr hasta Texas, donde ideó una compleja estafa con el un nuevo colega: Benjamin Pitezel. La estafa funcionó, pero parece ser que la relación entre ambos se truncó cuando Holmes se negó a compartir las ganancias. La solución fue acabar con la vida de su socio y de sus tres hijos.
Al final, Holmes fue capturado y condenado gracias al testimonio de uno de sus compañeros de celda. Su leyenda se la empezó a forjar él en prisión. Y es que, durante los interrogatorios exageró el número de mujeres a las que había asesinado y se divirtió afirmando que personas vivas habían fallecido. La historia fue un regalo para unos medios de comunicación en los que primaba el amarillismo. Así, el «Doctor torturador» (como le llamaron) se ganó su hueco en las portadas, y también en la historia.
El techo con frescos recién descubierto en la Catacumba de Santa Domitila en Roma. CRÉDITO: ANDREAS SOLARO / AFP
En el interior de un laberinto de túneles húmedos, en el corazón de las catacumbas más antiguas y grandes de Roma, los arqueólogos han descubierto un exquisito conjunto de frescos de 1.600 años pintados para conmemorar a los primeros cristianos de la ciudad.
En el interior de un laberinto de túneles húmedos, en el corazón de las catacumbas más antiguas y grandes de Roma, los arqueólogos han descubierto un exquisito conjunto de frescos de 1.600 años pintados para conmemorar a los primeros cristianos de la ciudad. Los expertos utilizaron la última tecnología láser para descubrir los siglos de suciedad que habían hecho que los frescos fueran invisibles. El descubrimiento ha arrojado nueva luz sobre el proceso por el cual los ricos romanos se alejaron de sus creencias paganas y abrazaron la nueva religión de Cristo en el siglo IV dC.
Las antiguas catacumbas fueron redescubiertas en el siglo 16 por un arqueólogo aficionado llamado Antonio Bosio que garabateó su nombre sobre ellos en el carbón. CRÉDITO: AFP
Los bellísimos frescos multicolores adornan los techos de dos criptas que fueron construidas para comerciantes que formaban parte del complejo y altamente organizado comercio de granos imperial. Los arqueólogos encontraron una serie de frescos que relatan cómo el grano fue transportado por barco desde el Mediterráneo hasta el antiguo puerto romano de Ostia, y luego trasladado a barcos más pequeños que lo llevaron hasta el río Tíber hasta los almacenes del centro de la capital imperial. La importación y distribución de grano era un monopolio estatal controlado por altos funcionarios, en un momento en que cada romano tenía derecho a una ración diaria de pan. Las criptas, cortadas en suave roca volcánica, fueron creadas para las familias de los funcionarios imperiales que se enriquecieron en el comercio de granos y la producción de pan.
Los periodistas se les da un recorrido por los túneles y criptas de las Catacumbas Domitila St decoradas en Roma. CRÉDITO: AFP
Durante siglos, los frescos del techo de las catacumbas de San Domitila estaban cubiertos por una espesa capa negra de depósitos de calcio, algas y humo de lámparas de aceite. Instrumentos láser se utilizaron para quemar la suciedad y los depósitos, dejando sólo los colores ricos de los frescos por debajo. «Cuando empezamos a trabajar, no podíamos ver nada – era totalmente negro. Diferentes longitudes de onda y selección cromática nos permitieron eliminar la desfiguración negra sin tocar los colores de abajo «, dijo Barbara Mazzei, quien se encargó del proyecto. «Hasta hace poco no podíamos llevar a cabo este tipo de restauración, si lo hubiéramos hecho manualmente nos habríamos arriesgado a destruir los frescos». En el centro del techo, el fresco es una imagen de Cristo, sentado en un trono, Con dos hombres a cada lado de él. Se cree que son San Pedro y San Pablo o San Nerio y San Aquileo, dos soldados romanos que fueron martirizados por predicar la nueva fe.
Un experto señala frescos recién restaurado en el techo de un metro de profundidad de la cripta en las catacumbas de San Domitila en Roma. CRÉDITO: AFP
Hay escenas del Antiguo y Nuevo Testamento, incluyendo Noé y su Arca y el milagro de la alimentación de Jesús de los cinco mil con pan y peces. El fresco se adorna con los pavos reales, que en creencia pagana eran símbolos del más allá. Las criptas fueron pintadas alrededor de 360AD – sólo unas pocas décadas después de que el cristianismo había sido hecho legal por el emperador Constantino. También hay representaciones de Cristo el Pastor, con un cordero colgado sobre sus hombros y ovejas a sus pies. Cada lado de él son figuras que recogen fruto de árboles – una imagen pagana que representa las estaciones. «Es una fusión de símbolos paganos antiguos con nuevas imágenes cristianas. La familia se había convertido recientemente al cristianismo «, dijo Mazzei.
Un monje contempla una alcoba con frescos en las Catacumbas de San Domitila en Roma. CRÉDITO: AFP
Fabrizio Bisconti, superintendente de la Pontificia Comisión para la Arqueología Sagrada, un departamento del Vaticano que gestiona las catacumbas, dijo: «Los romanos ricos fueron los últimos en convertirse al cristianismo. Todos eran paganos hasta mediados del siglo IV dC «. Después de la caída del Imperio Romano, las catacumbas fueron gradualmente abandonadas y olvidadas. Fueron redescubiertos en el siglo XVI por un arqueólogo aficionado, Antonio Bosio, quien celebró su hallazgo pintando su nombre por encima de los frescos en la gruesa escritura de carbón. «Él es considerado como el Cristóbal Colón de las catacumbas – las descubrió todas», dijo Mazzei.
Los cadáveres se envolvieron en paño y se almacenan en nichos en las paredes de las catacumbas. CRÉDITO: AFP
Es un mito que los cristianos enterraron a sus muertos bajo tierra en secreto, dijeron los académicos. La razón por la que cavaron catacumbas fue para acomodar a miles de cadáveres, mientras que sólo pagan impuestos sobre la superficie de la tierra. En las catacumbas de San Domitil, los cristianos excavaron hasta una profundidad de 100 pies. Los cadáveres estaban envueltos en simples hojas blancas y colocados en nichos rectangulares tallados en las paredes del túnel, con los espacios entonces cerrados con losas de mármol. Las tumbas recientemente restauradas se encuentran entre las 70 criptas elaboradamente decoradas dispersas alrededor de las catacumbas de San Domitila, que se extienden por más de 10 millas en cuatro niveles subterráneos. De los 70, sólo una docena de ellos han sido restaurados. «Todavía queda mucho por hacer. Estamos llegando poco a poco «, dijo Mazzei.
Incendiado un vehículo en el aparcamiento del Centro Comercial La Maquinista
No ha ningún herido en el incendio del vehículo, que estaba estacionado
Los Bomberos de Barcelona han extinguido un fuego en un vehículo estacionado en el aparcamiento del Centro Comercial la Maquinista, en el Bon Pastor. El incendio se ha producido este viernes por la mañana.
A pesar del fuego del vehículo, no ha habido heridos.
Otro vehículo incendiado en el Buen Pastor
Hace poco más de una semana también se incendió otro vehículo en la calle de la Avanzada, también en el Buen Pastor. En aquel caso, el coche también estaba estacionado y se quemó por causas que se desconocen. El fuego dejó una columna de humo visible desde diferentes puntos de la ciudad y obligó a desviar varias líneas de autobús.
Siete calles del Ensanche perderán las terrazas ampliadas por la pandemia
El Ayuntamiento deniega 144 licencias de terraza excepcionales en las calles de Parlament, Muntaner, Enric Granados, Solivella, rambla de Catalunya, paseo de Sant Joan y la avenida de Gaudí
El Ayuntamiento de Barcelona no regularizará las licencias de terraza excepcionales otorgadas durante la pandemia en siete calles del Eixample. Se trata de las calles del Parlament, Muntaner, Enric Granados, Solivella, rambla de Catalunya, paseo de Sant Joan y la avenida de Gaudí. Son las zonas que los informes técnicos municipales califican de saturadas y donde se quiere evitar una sobreocupación del espacio público y las molestias vecinales que genera.
En total, el Ayuntamiento deniega 144 peticiones de licencias de terraza excepcionales. "La inmensa mayoría de estos locales ya tenían una terraza y lo que no se consolidará es la ampliación", asegura Pau González, concejal del Ensanche. A estas terrazas hay que añadir una treintena más que no habían solicitado la ampliación de la licencia. Por lo tanto, desaparecerán las 170 ampliaciones extraordinarias que se adjudicaron por la pandemia, y que mayoritariamente están en la acera.
El objetivo: "Tener la calzada arreglada a finales de año"
González ha explicado que el objetivo del Ayuntamiento es "lo antes posible" retirar estas terrazas que se han denegado, y también sustituir las llamadas New Jersey de hormigón por las nuevas plataformas en aquellas ampliaciones que se mantienen. "El objetivo es tener la calzada arreglada a finales de año", asegura el concejal. Un calendario, sin embargo, que podría alargarse si los establecimientos a los que se les ha denegado la ampliación presentan un recurso.
Aumento de delitos en Barcelona durante el primer trimestre del año. Así lo confirman los datos publicados por el Ministerio de Interior, en el nuevo balance de criminalidad elaborado este 2022.
En concreto, los robos, los delitos de lesiones y las riñas tumultuarias son los crímenes que más han aumentado en Barcelona. A las puertas del verano, la llegada de turistas solo hace que aumentar estas semanas, haciendo más posible que sucedan este tipo de episodios en las calles de la ciudad.
Varias personas detenidas por la policía por presuntamente cometer delitos sexuales / EFE
LESIONES GRAVES Y MENOS GRAVES
Los delitos de lesiones graves y menos graves y las riñas tumultuarias se han incrementado un 85,5% respecto al mismo período de tiempo en 2021.
En Barcelona ha habido este primer trimestre 196 casos de los delitos mencionados frente a los 2014 del año pasado.
EL TRÁFICO DE DROGAS TAMBIÉN AUMENTA
La segunda actividad delictiva que ha aumentado estrepitosamente es la del tráfico de drogas. En la capital catalana, la cifra crece en un 81,7% respecto a los tres primeros meses del 2021. En cambio, en toda Cataluña, este delito solo aumenta un 13,3%.
Según el balance del Ministerio de Interior, se han registrado 378 hechos vinculados al tráfico de estupefacientes -208 el año pasado-.
Uno de los detenidos por tráfico de armas y blanqueo de capitales en Barcelona / MOSSOS D'ESQUADRA
ROBOS CON FUERZA
Los hurtos son la tercera tipología delictiva en Barcelona, un 79,2 % más que en 2021, seguido de los robos con fuerza en domicilios, un 56,2 % más y los robos con violencia e intimidación, un 44,3 % más.
Las denuncias han aumentado hasta 16.684 frente a las 9.311 de 2021, lo que supone el incremento mencionado del 80%.
Un agente de Guardia Urbana detiene a un ladrón de robos con fuerza / GUARDIA URBANA
AGRESIONES SEXUALES
También, y a diferencia del cómputo global de Cataluña, las agresiones sexuales con penetración se han incrementado en la capital catalana muy por debajo que en el conjunto de esta comunidad, en concreto, un 5,6 %.
Se denunciaron 38 casos frente a los 36 del mismo periodo de 2021.
Detenido un hombre por la brutal agresión sexual de las Ramblas