lunes, 27 de julio de 2020

El Colapso se convierte en la nueva normalidad en los Cap

El colapso se convierte en la nueva normalidad en los CAP

Parte del equipo médico del Raval Nord dice limitarse a hacer el día que les corresponde

Una sanitària del CAP Sant Andreu, en imatge d'arxiu / Jordi Borràs


David  Cobos ...... TotBarcelona

Durante los peores días de la crisis del Covid-19 estalló –y se completó la normalización– la impresión de llanto sanitario en el trabajo. La evidente explosión del trabajo de parto y la sobrecarga emocional. Con la reducción de los casos graves, la llegada de la desconfinada y el paso de los meses, esto parecía haberse quedado atrás. Pero no. la atención de la salud – y especialmente la primaria – todavía tensa. Quién más que menos, sigue viendo a colegas colapsando en el ambulatorio después de un día particularmente crudo.
Es uno de los vínculos que los médicos de diferentes ambulatorios, sin conexión entre ellos, comentan a este periódico como realidad cotidiana. "El otro día un compañero del CAP Sant Andreu me lo contó. Terminó el trabajo y comenzó a llorar. Pero todos somos iguales. No llegamos allí", relata la médica Laura Romera, del CAP Raval Nord. A otro punto de la ciudad, desde el CAP La Pau, el médico Fran Fernández lo especifica de una manera muy similar: "Se ha vuelto común ver llorar a un compañero. Explotan y sueltan los sentimientos. Al final siempre terminamos en el mismo punto: debemos seguir tirando. " Coincide con una consulta opcional para un nuevo ambulatorio de barrios que prefiere permanecer en el anonimato y también reafirma Meritxell Sánchez-Amat, médico del CAP Besés. De hecho, ella lo relata en primera persona. "El día que tomé vacaciones, entré en el coche y lloré. Y no era la primera vez", comenta.
El colapso emocional de los trabajadores es indiscutible y todas las fuentes mencionadas deben agotarse. La nueva normalidad es hacer más horas que nunca a un ritmo frenético. Por lo tanto, ante el riesgo de chasquido, el CAP Raval Nord ha dado un paso adelante y algunos trabajadores han hecho la iniciativa de afirmar que su jornada laboral debe cumplirse. "Hemos dicho suficiente. Por mucho que nos cueste, haremos nuestras horas. Y el trabajo que queda, si no es urgente, será para el día siguiente", dice Romera.
A pesar de que es gran parte del personal sanitario del centro el que va de Bélit, esta decisión concreta le ha llevado a algunos médicos y mujeres doctoras del ambulatorio después de ser encontrado colapsado por el número de visitas, emergencias y llamadas que se acumulan día tras día, a menudo obligándolas a dar horas de trabajo. Una combinación que nunca se había dado de esta manera y que, de hecho, los otros ambulatorios compartían. Se agotan después de la primera oleada de la pandemia y siguen abrumadas con más trabajo que nunca. "Hay días que entramos dos horas antes y salimos dos horas después de lo que toca. Si no, el trabajo no lo termina ", lo hace.

Visitas, llamadas y más

Y es que la situación de las últimas semanas no se había controlado. Las visitas de los antiguos pacientes que habían estado pendientes durante la pandemia se habían mezclado con el repunte de los casos de coronavirus y con la reducción del personal disponible, obligados a hacer unas vacaciones durante el verano antes de la previsión de un pico de empleo en el otoño. "Hacemos muchas más horas de las que tenemos, pero no es una señal, por lo que ni siquiera los recompensamos en la mayoría de los casos. Hacemos esto por un compromiso casi personal con los pacientes", dice Laura Romera.
Es confirmado por médicos de otros ambulatorios alrededor de la ciudad. "Es voluntarismo", Remacha Sánchez-Amat, también presidenta del Foro Catalán de Atención Primaria (FOCAP). "Ya no damos más de nosotros. No podemos cargar más el peso de una situación límite que nunca termina. Sobre todo cuando la administración no pone recursos de Ee.UU.", dice Alba Martínez, Doctora del EAP Passeig de Sant Joan. "Ahora tenemos que priorizar nuestra salud mental", añade.
La sobrecarga de horas también es una constante para su ambulatorio. Los números no coinciden. Las visitas in situ deben durar 12 minutos y el teléfono, 6. Pero ninguna de las previsiones se suele cumplir, comparten los diferentes profesionales contactados por este periódico. De hecho, a medida que se realizan las visitas a la PAC evitando que haya aglomeración en las salas de espera, a menudo los pacientes tienen la sensación de que no hay tanto trabajo y aprovechan para preguntar al médico de turno si también se puede visitar al acompañante. Los médicos, por la familiaridad con los vecinos del barrio que asisten, terminan de aceptar. El precio es llegar un poco más tarde, al final del día, a las llamadas que están pendientes. Hay días, sin embargo, que la lista es tan larga que no llegan. Ellos no quieren llamar en el momento y no hay otra opción que salir para el día siguiente.
La tendencia es reducir las visitas presenciales como se indica también del departamento de salud hace días, pero a menudo eso no resuelve todo. "A veces, el mismo caso que no viene para consulta, terminas visitando emergencias por lo que la gente necesita ver a un médico", dice Fran Fernández. Además, en cuanto a los contactos telefónicos, comenta que, después de la situación particular que ha atravesado cada paciente, algunos de ellos, cuando los llaman, "aprovechan para explicar todo lo que ha sucedido". Todavía se vuelve más claro cuando tocas el teléfono alguien que pasa por un duelo, después de haber permanecido, por ejemplo, viudo. La llamada puede subir a tres cuartos de hora. La atención sanitaria de proximidad se basa en un vínculo, se subrayan entre sí, y esto no se puede descartar después de una pandemia gestionada por frío.

Refuerzos que nunca llegan

También ha tenido un efecto significativo en el segundo lote del Covid-19, ahora que ha extendido la cantidad de pruebas de PCR que se pueden hacer de los jefes. De hecho, debido a que la abrumadora mayoría de los casos no son graves, es la atención primaria de salud la que está acumulando gran parte del trabajo para detener el golpe. En los hospitales, los OIC todavía tienen un bajo nivel de ingresos. "Somos plenamente conscientes de que es una situación bastante leve que la anterior. Pero también somos menos de la mitad de la fuerza laboral y estamos muy cansados", señala Martínez.
Hace algún tiempo pedían refuerzos, cada verano con vehemencia especial, de hecho, pero las sustituciones nunca llegan. Diferentes médicos indican que desde la dirección de su ambulatorio han indicado que han buscado nuevos médicos, pero que no han sido encontrados. En este punto, la secretaria adjunta del Colegio de Médicos de Barcelona (COMB), Soncóteas que el máximo que han llegado a rascarse en este momento es un compromiso minso. "Hemos hecho que busquemos recursos",dice. Al mismo tiempo, sin embargo, recuerde que aunque la peor parte de la emergencia sanitaria se vierte en los hospitales cuando el coronavirus acumula casos graves, en esta etapa intermedia "donde el peso del seguimiento es a la atención primaria". Ante esta evidencia, el presidente del FoCap, Meritxell Sánchez-Amat, afirma que, en el medida de lo posible, "sería una buena idea desviar al personal de los hospitales, como los enfermeros, a los ambulatorios". La respuesta, sin embargo, no viene por ningún lado.
De hecho, este periódico ha consultado al Departamento de Salud sobre la opción de reforzar las plantillas en momentos como el actual o sobre la opción de implantar un sistema que cuente el total de horas que dedican la sanitaria de los CAPs y la Conselleria no ha querido dar ninguna explicación.
El único avance garantizado por el ambulatorio es que llegarán a una nueva figura en los centros: el gerente de Covid. Aterrizar en los centros de salud es inminente. Según un documento de la Generalitat,su función será rastrear todos los posibles casos de coronavirus que REACH la capa, incluso aquellos que terminan con la donación negativa. También se dedicará a informar al paciente en detalle de cuándo y cómo recibir los resultados, además de especificar lo que debe hacer hasta entonces. Hasta ahora, sin embargo, todo este trabajo fue realizado enteramente por plantillas ambulatorias. Y el refuerzo que les llega es limitado. En el caso de CAP Besés, lo que se ofrece son dos gerentes de Covid. "Está bien, pero seguirá siendo mucho trabajo seguir tan minucioso. Los colegas tendrán que seguir mucho al respecto y dedicar muchas horas a ello", dice Sánchez-Amat.

Quejas de los usuarios

Mientras tanto, hay zonas de Barcelona donde algunos vecinos ya han notado la situación y participan activamente en la gestión que se está realizando en ambulatorios. Algunas de las protestas surgen porque está optando por evitar las visitas in situ si no se considera una prioridad y porque las líneas telefónicas se colapsan. Los baños mismos lo reconocen. Como era posible conocer este periódico, CAP La Sagrera es otro de los espacios en los que las líneas telefónicas están pendientes de ampliar para que no lleguen al ámbito de aplicación. También CAP Besés cruza la misma situación. "No se están fortaleciendo las líneas telefónicas. Esperamos nuevo y no llegamos. ¿Y qué hace la gente? Llámenos al 061. Pero el 061 a menudo los redirige al CAPE. Así que los problemas son personales y tecnológicos. Y ambas cosas corresponden al departamento de salud. Nos sentimos abandonados por CatSalut", afirma el Doctor Meritxell Sánchez-Amat.
De hecho, varios baños han sentido que hay vecinos que piensan que la actividad se ha reducido a su ambulatorio. "A medida que hacemos muchas llamadas, mucho informe y mucho trabajo de Covid, parece que no hay movimiento. Y esto es un equívoco ", dice el médico en la zona de Nou Barris. "La gente ve sus bares y tiendas abiertas y piensan que todo es normal, también en LA cabeza, y no así. Es todo lo contrario ",vuelve a matar.
La secretaria adjunta de la COMB sigue agregando un contrapunto, la Sra. Miravet, que pide que la ciudadanía sea consciente de la fragilidad de la situación de salud: "Frustra especialmente el hecho de que usted, como médico, trate de dar horas de su vida personal para que esto sea arreglado, y hay personas que no tienen conciencia".
El dedo acusado, sin embargo, siempre termina apuntando en el mismo lugar. El trasfondo de la precariedad actual son los recortes del gobierno de Artur Mas, repetidos una y otra vez los profesionales de la atención primaria. Del mismo modo, el parche que debe ser resuelto también ocurre por el gobierno catalán. Los recursos son necesarios, insisten. Y lo último que necesitaba ver era cómo se adjudicó un contrato millonario a la empresa Ferrovial para hacer un seguimiento de los casos Covid-19. Frente a todo esto, cualquiera podría sorprenderse de que no hay huelga va. Fran Fernández no lo descarta y argumenta que no faltan las razones. "Si no nos atrevemos a hacerlo, no es dejar a la población desatendida con la situación sanitaria actual", se cierra.

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