En España se pasa hambre
Jose Apezarena ......... El Confidencial
Si, en el reciente pasado, nos hubieran anunciado que íbamos a vivir confinados en las casas durante dos meses, sin poder salir a la calle, y que después todos nos moveríamos llevando una mascarilla en el rostro, no lo habríamos creído.
Si la descripción hubiera incluido que se tendrían que suspender todas las clases, serían cerrados los comercios y establecimientos, clausurados los parques, prohibida la circulación, habríamos calificado de iluso, y hasta loco, a quien tal cosa afirmara.
Y si nos hubieran dicho que en España se iba a pasar hambre de una forma bastante generalizada, en familias enteras, no lo habríamos aceptado de ninguna manera. Nos habría parecido un desvarío imposible.
Pero está ocurriendo. En España se empieza a pasar hambre. A no tener dinero para comprar los alimentos más básicos. Y eso en miles y decenas de miles familias por todo el país.
Algunos son los que se han quedado sin ingresos del trabajo, por haber perdido el empleo los dos, los tres o los cuatro integrantes de la familia. Sin que falten en ese grupo no pocos autónomos que lo han perdido todo.
Y otros muchos son los que se han visto incluidos en un ERTE por sus empresas, a quienes tendría que pagar el Estado pero que aún no lo está haciendo. ¡Parece mentira! ¿Ineficacia? ¿Desidia? ¿Incompetencia?
Cuentan las organizaciones de caridad, los movimientos de ayuda y asistencia, las parroquias, que se han multiplicado casi por diez las demandas diarias de alimentos. Y eso por parte de familias que podríamos considerar normales, no hablamos de marginados voluntarios o de emigrantes ilegales.
La situación está siendo reflejada ya en los medios informativos españoles, pero aún no del todo, no con la crudeza que tiene.
Las imágenes de una de las manifestaciones en la calle Núñez de Balboa en las que, al fondo, se veía a una mujer, más bien mayor, revolver en un contenedor para encontrar comida, no son la excepción.
Tan es así, que el fenómeno ha merecido la atención de la prensa extranjera.
Recientemente, la corresponsal de Le Monde en España, Sandrine Morel, publicó una crónica diciendo que la economía española caerá un 9% este año y que los más débiles no tienen ingresos para sobrevivir y han de recurrir a pedir alimentos
La periodista relataba su visita al barrio madrileño de Aluche, a una asociación de vecinos, donde decenas de personas, separadas uno o dos metros, con mascarillas, formaban una larga cola.
Jóvenes, madres de familia, personas de edad, habían acudido a recoger su bolsa de alimentos como todos los sábados. Una cola que cada vez aumenta más. Y para ser ayudados, solamente se les exige una cosa: residir en Aluche.
Cada sábado, la asociación de vecinos reparte unas seiscientas bolsas de comida. El material procede de donaciones de los propios residentes en el distrito. Hay solidaridad.
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