domingo, 11 de julio de 2021

Caos bajo control en los botellones

 

Caos bajo control en los botellones




La policía permite estar en las playas a los participantes de los botellones de madrugada, que esta vez concentraron a menos público que en anteriores ocasiones




La  Vanguardia    ..........  MAYKA NAVARRO




En ocasiones las cosas no son lo que parecen. Y una imagen no siempre vale más que mil palabras, porque depende de la perspectiva y de la lente que se utilice al inmortalizarla. El viernes por la noche, madrugada del sábado, y primera de las próximas dos semanas sin ocio nocturno en Catalunya, hubo en la ciudad de Barcelona mucha más contención y orden de lo que parece. Tuvieron suerte los gestores de la seguridad pública de que los barceloneses mayoritariamente se quedaron en casa o ya se habían largado, por vacaciones o por responsabilidad. Con semejante éxodo, apenas un puñado de jovencísimos visitantes, mayoritariamente franceses e italianos, protagonizaron los botellones.

Y tuvieron suerte, escribía, porque ha quedado en evidencia que ni la Guardia Urbana de Barcelona ni los Mossos d’Esquadra en la capital van sobrados de uniformados las noches de los fines de semana de verano.

Ni la Guardia Urbana ni los Mossos tienen capacidad para cerrar las playas o dispersar encuentros masivos

En la policía municipal siguen penalizando mucho los turnos de vacaciones, y con las últimas estadísticas de robos violentos los mandos tienen que priorizar entre uniformados o agentes de paisano para intentar sacar de circulación al máximo número de delincuentes pillados in fraganti. Y esa estrategia solo se consigue con personal de paisano que invierte muchísimas horas de un turno para detener.

Pero volvamos al ocio descontrolado y no regulado, el del mogollón hablando a medio metro de distancia, sin mascarilla y compartiendo a morro el mismo vaso. De ese había un poco en casi todos los distritos de Barcelona. Provocando más o menos molestias a los vecinos, pero generando igualmente llamadas al 112 para gestionar incidentes de grupos que se reunían. Y el grueso, y eso pasa en todas las grandes ciudades con playas urbanas, en los arenales de Ciutat Vella, especialmente en Sant Miquel, Barceloneta y el Somorrostro.

Desalojo por parte de la guardia urbana de grupos de persona haciendo botellon en la rambla del Born de Barcelona

Concentración en las playas de la Barceloneta

 JOSEP LAGO / SHOOTING / Colaboradores

Durante toda la semana pasada se debatió la opción de cerrar los accesos. La Guardia Urbana se negó. No solo era policialmente inviable sino que se utilizaron también argumentos de que era irresponsable hacerlo porque esas reuniones se hubieran celebrado igualmente pero en las callejuelas cerradas de los barrios, multiplicando por mucho las molestias y las consecuencias.

Y es verdad, en viernes por la noche en las playas del centro de la ciudad ni los vendedores de los primeros mojitos ambulantes de la temporada llevaban mascarilla. Hasta lo rateros al descuido, que los había a patadas, se habían quitado el tapabocas para pasar desapercibidos entre tanto joven ansioso de apurar esas noches de verano en las que todo se hace deprisa para intentar que pasen más cosas.

El sábado por la mañana, recién duchados, muchos analistas y opinadores sorbieron el primer café con las imágenes de los bailes descontrolados en la playa y exigieron más contundencia policial. “¿Dónde estaba la Guardia Urbana y los Mossos”, se preguntaron. “Trabajando”, les respondió indirectamente un mando de la policía municipal. “Barcelona es mucho más que el barrio de la Barceloneta y sus playas”, advirtió. Y
el sábado por la noche, como las anteriores de este verano, hay otras plazas y otros rincones en los que se celebran botellones que requieren también de la presencia policial.

Desalojo por parte de la guardia urbana de grupos de persona haciendo botellon en la rambla del Born de Barcelona

La Guardia Urbana confiscó latas de vendedores ambulantes

 JOSEP LAGO / SHOOTING / Colaboradores

El verano no resultará fácil. El paseo central del Born se desalojó con dos furgonetas de la Guardia Urbana y unas pocas patrullas de Ciutat Vella en menos que canta un gallo. La playa fue harina de otro costal. Los mandos postergaron el desalojo a las cuatro de la madrugada esperando que algunos se marcharan por donde habían llegado, y al resto costó poco empujarles sin tocar, reagrupados cual rebaño, por el paseo
de Joan de Borbó en dirección montaña, evitando que se dispersaran por los callejones de la Barceloneta.

El botellón, aunque todos son iguales, muy sucios y descontrolados, ofreció alguna estampa sugerente. Los amigos de Silvana, una estudiante alemana en la ciudad que celebró su cumpleaños, limitaron con cuerdas y palos un recinto privado en mitad de la arena que, pese al caos, todo el mundo respetó. “Somos burbuja de convivencia”, decía orgullosa mientras bailaba. No muy lejos, pero apartadas del mogollón, cuatro mujeres de Zaragoza celebraban la despedida de soltera más sobria del universo. Con sus mascarillas, sus bandas de mejores amigas
de la novia, y esta última con una diadema en la cabeza sin elementos vergonzantes, se confesaban “asustadas” por el descontrol que reinaba a su alrededor. ¿Y por qué vinieron? “Nos lo imaginábamos mucho mejor”.

Los Botellones dentro del Barrio de la Barceloneta - YouTube

La Barceloneta los Botellones y Fiestas dentro del Barrio de Madrugada - YouTube







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