Los vecinos de Sant Andreu, abonados al "turismo de basuras"
Los residentes inician una campaña de boicot contra el puerta a puerta antes de que arranque la segunda fase del plan del ayuntamiento
Primero intentaron dialogar con el ayuntamiento. Más tarde empezaron las manifestaciones. Y ahora se han pasado al boicot. Los vecinos del barrio barcelonés de Sant Andreu contrarios a la recogida puerta a puerta han adoptado su propio sistema de reciclaje: el turismo de basuras.
La idea parte de unos 500 ciudadanos que rechazan el modelo desplegado en mayo por el consistorio. Así resume este colectivo su propuesta: "Depositar los residuos en los barrios contiguos o en zonas donde aún hay contenedores. Los contenedores son públicos y se han pagado con los impuestos de todos. Por eso da igual en qué barrio estén, los podéis hacer servir libremente".
Cruzar la frontera
Crónica Global ha entrevistado a tres vecinos del barrio que se han sumado a la iniciativa en protesta por un sistema que ha incrementado la suciedad y el ruido en las calles. Una de estas ciudadanas, que prefiere mantener el anonimato, resume la forma más simple de boicot: "Conozco a varias personas que llevan sus basuras hasta los contenedores fronterizos de la zona 2". Hay casos incluso más extremos: "Hay personas que directamente cargan la basura en el coche y lo sueltan cerca del lugar de trabajo", comenta otro interlocutor.
Una estrategia a la que la corporación pública intenta poner coto: "El ayuntamiento se ha dado cuenta y está reforzando los contenedores. Los saca de la zona 1 y los coloca en la 2". Estos números responden realmente a la división entre los sectores norte y sur diseñada por el gobierno local para programar la entrada en vigor del sistema. Hasta el próximo octubre, la recogida selectiva solo se aplica en un territorio limítrofe con el paseo Fabra i Puig.
De paseo con la bolsa
Los vecinos están dispuestos a andar centenares de metros para depositar sus restos en los contenedores convencionales, en vez de verse obligados a vaciar su basura en los días indicados según el tipo de residuo --papel y cartón, reciclables, rechazo y orgánico, este último en un cubo y una bolsa compostable; el textil sanitario, como los pañales para gente mayor, los recopila un servicio itinerante a diario--.
El modelo ideado por Eloi Badia, concejal de Emergencia Climática y Transición Ecológica, supondrá en principio la eliminación de 283 contenedores con el objetivo de que los residentes recuperen las aceras. La realidad, según los afectados, es muy distinta: "Se han retirado los contenedores, pero en su lugar no se ha ganado nada. Ni para los comercios ni para los vecinos. Ni siquiera aparcan las motos al lado de los de cristal que no se han quitado por la suciedad que se acumula".
Suciedad callejera
"Al final se dejan los cubos en cualquier sitio, sobre todo en las esquinas. Eso es un problema para los invidentes y las personas mayores. El barrio está más sucio que nunca", resume otro vecino.
Pese a la oposición ciudadana, Badia declaró el pasado martes que se cumplirá el calendario de activación preestablecido. Aunque informó de que se introducirían mejoras en respuesta a las críticas. Correcciones que, si se ejecutan en su totalidad, supondrán la remodelación en profundidad del proyecto inicial: ampliación de los horarios para actividades comerciales, reducción del ruido de los vehículos de recogida y servicio a domicilio para dependientes.
Boicot a los 'grises'
Un paquete de medidas que no satisface a los afectados. De ahí que el turismo de basuras no sea el único procedimiento propuesto para cargarse el plan del ayuntamiento. "También hemos quitado el chip de las bolsas de reciclables y de los cubos de orgánico", afirma un vecino.
Hay incluso quien llega más allá. Un residente ya ha adquirido una llave de rueda en cruz para abrir el cierre de los grises que se han colocado frente a las fincas con más de 50 vecinos. "Mi idea es llegar, abrir con la llave estas cajas metálicas y meter la basura dentro", asevera. Los vecinos se volvieron a manifestar ayer para mostrar su oposición al sistema de reciclaje. Mientras tanto, afilan el ingenio para cargarse el puerta a puerta.
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