Wikileaks viene de revolucionar el (hipócrita) mundo de la política internacional. Su cabeza visible, Julian Assange, es objeto ahora de una campaña de ataque y derribo. En el ámbito personal, se lo acusa de ser un iluminado de turbia personalidad; en el jurídico, el cerco legal se estrecha a su alrededor.
Lo que este señor haga con su vida privada no es relevante. Si ha cometido algún delito, que se demuestre. Pero sin pruebas inventadas ni falsos testimonios. Que ya sabemos como se las gastan los servicios secretos.
Pero si traemos Wikileaks a colación no es porque política y misterio estén en perenne contubernio (que también), sino porque en la última entrevista de Julian nos desayunábamos con un titular impactante, excitante y que de pleno derecho cae en nuestro universo de leyendas: ¡Wikileaks dice tener información secreta sobre OVNIS!
Debemos ser cautelosos. La liebre saltó la pasada semana cuando en un encuentro digital con lectores del periódico The Guardian, Assange reveló que su organización poseía cables todavía sin publicar relacionado con el tema OVNI.
Eso fue todo lo que dijo. En apenas cuatro días, empero, la bola de nieve parece ya imparable. Está claro que las antenas ufológicas se muestran más sensibles que nunca, muy atentas ante cualquier mínimo indicio, como escribíamos recientemente en el artículo «Inminente anuncio de contactos extraterrestres«.
Pero el fundador de Wikileaks no entró a valorar en ningún lo que hay detrás del fenómeno OVNI, si existen datos que confirmen la existencia de contactos con otras civilizaciones o si algunos gobiernos ocultan precisa y preciosa información al respecto. Repetimos: él se limitó a señalar que tenían documentos sobre avistamientos.
Me diréis: poca carnaza nos traes hoy, querido blogger. Pero también es tarea nuestra la de abrir los apetitos, incitando a que recuerde el alma dormida, avive el seso y despierte contemplando no como se pasa la vida, que quería el poeta, sino los hilos del misterio de los que resulta interesante tirar y esperar resultados.
Y Wikileaks ha sido hasta el momento un hilo, es decir, una fuente, asaz fiable. Las críticas parten justamente de ese punto. No hay tergiversación en sus revelaciones, todo lo contrario. Sarah Palin (¡pero también Hilary Clinton!) compara a Assange con Osama Ben Laden no por difundir mentiras, sino por publicar verdades (lo cual es el colmo del cinismo, por cierto).
Así que, amigos, seguid con las antenas desplegadas hacia el azur glaciar de los confines estelares. Y confiemos en que esos hackers que hacen de esbirros de los gobiernos no nos priven de uno de los momentos más esperados de las últimas décadas.
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