Los centauros descienden de Ixión, soberano de Tesalia, que cometió la falta de desear a Hera, y de una nube moldeada engañosamente a semejanza de la diosa por el irascible Zeus. De esta unión maldita surgen estos seres de doble naturaleza: humana y equina. Siendo la parte superior de su cuerpo idéntica a la de un hombre y la mitad inferior a la de un caballo, se encuentran condenados a vivir en la naturaleza salvaje.
En cuanto a su temperamento predomina en ellos el instinto animal, por lo cual se alimentan con la carne cruda que obtienen de sus presas, a las cuales cazan con palos o piedras. La crueldad con las mujeres cuando se encuentran bajo los efectos del vino también es otro rasgo distintivo.
Dos son los episodios míticos en los que se reflejan sus costumbres bestiales:
El primero data de cuando fueron invitados a las nupcias de Pirítoo, rey de los lapitas. Al tomar una gran cantidad de vino, cruzaron todos los límites, intentando violar a la novia y a las mujeres que se encontraban en la ceremonia. Los hombres lapitas, lógicamente, se enardecieron, comenzó una sangrienta batalla que tuvo como final la expulsión de los centauros y la ruptura de la armonía entre el pueblo y estos. Esta imagen ha sido muy frecuente en los templos religiosos griegos simbolizando el triunfo de la razón sobre el instinto.
El segundo, aún más cruel, trata sobre cómo el centauro Neso intentó ultrajar a Deyanira. La esposa de Heracles luchó con él hasta lograr atravesarlo con una flecha y herirlo mortalmente. Pero, ya agonizando, le jugó una última mala pasada a la joven al decirle que su sangre tenía propiedades para ser utilizada como filtro de amor. La crédula mujer la recogió con una túnica que luego ofreció a su esposo para asegurarse de que este la amaría para siempre, pero cuando la tela tomó contacto con la piel del héroe se adhirió a su cuerpo provocándole graves quemaduras que lo llevaron al suicidio.
De este suceso proviene la expresión “una túnica de Neso”, para hacer alusión a un dolor espiritual asociado con una gran traición.
Conviene aclarar que también han existido figuras positivas que han reivindicado la imagen de los centauros como: Folos, el cual le ofreció a Heracles hospitalidad, y Quirón, reconocido por su sabiduría y por ser quien educó a Aquiles.
Cabe aclarar, por otra parte, que “las centauresas” no proceden de la mitología, sino que han sido una creación del pintor Zeuxis en el siglo V a. C.
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