- J.M. ZULOAGA ...........Larazon
Las Fuerzas de Seguridad controlan los movimientos de miles de individuos susceptibles de convertirse en terroristas. El atacante de Algeciras no estaba entre ellos
El Estado Islámico renovó a comienzos del año pasado su amenaza a los cristianos de todo el mundo, que cumple de manera inexorable en varios países de África y de la que podría formar parte el ataque de un súbdito marroquí, de esta semana en Algeciras.
En la actualidad, según expertos antiterroristas consultados por LA RAZÓN, se calcula en 4.000 los individuos en toda España sospechosos de estar relacionados con el yihadismo, cifra que se mantiene más o menos inalterable desde mediados de 2021. No significa, agregan, que sean susceptibles de convertirse en actores o «lobos», solitarios, sino que constituyen un peligro potencial y deben ser sometidos a vigilancia. Entre ellos, no se encontraba Yassine Kanjaa, autor de los ataques en la localidad gaditana, por lo que la citada cifra es una referencia de lo que se conoce. Es decir, siempre puede surgir un individuo que se fanatice a través de las redes yihadistas y pase a la acción en un corto periodo de tiempo. Como parece ser, según todos los indicios, este caso.
La alerta de que el Estado Islámico iba a intensificar sus ataques contra el cristianismo, iniciados a mediados de 2015 con la campaña «Derribar la Cruz», se conoció al publicar en su semanario «oficial», en enero pasado, un editorial en el que instaba a militantes y simpatizantes a cometer atentados contra los fieles, los templos y, sobre todo, el Papa Francisco.
A las citadas fuentes, a falta de que finalicen las investigaciones en Algeciras, les quedan pocas dudas de que hay que enmarcarlos en esta campaña, ya que las publicaciones de Isis, que solía consultar Kanjaa, son de fácil acceso para los que dominan el árabe y saben moverse por las redes yihadistas.
Por citar solo unos párrafos y para entender el alcance de lo que se proponen los terroristas: «El deber del musulmán es que su trato con los cristianos sea del mismo tipo que el que hacen con los musulmanes; así, como destrozaron los cuerpos de los musulmanes con sus incursiones y proyectiles, es obligatorio para los musulmanes esforzarse en convertir las fiestas cristianas en funerales y tragedias como recompensa, por lo que hay que combatirlas con todas las formas posibles, incluso si las fiestas son más siniestras». «Los cristianos son extremadamente hostiles al Islam y su gente, y la guerra más intensa es entre nosotros y ellos».
La amenaza está servida y, en el caso de España, se dan una serie de circunstancias que la hacen más vulnerable, entre otras cosas por ser la «frontera» con varios países desde los que han llegado terroristas, como Marruecos y Argelia.
Es cierto que ambas naciones colaboran con nuestras Fuerzas de Seguridad y que, gracias a ello, han sido abortadas entradas de peligrosos individuos que tenían como objetivo asentarse en otros países, en especial en Francia, aunque también en el territorio nacional.
La inmigración irregular es utilizada, y hay pruebas fehacientes de ello, por las bandas yihadistas, en especial Daesh, para trasladar a sus terroristas a occidente (atentados de 2015 en París). es, por lo tanto, una de las vías de penetración del peligro que hay que conjurar.
A ello hay que añadir la ya citada de los que se autoadoctrinan a través de las redes yihadistas y que, gracias a la constante cibervigilancia y otros sistemas de investigación de las Fuerzas de Seguridad, suelen ser detectados. Si aprecian algún signo de que están dispuestos a pasar a una segunda fase e incluso cometer atentados, son detenidos. Solo en 2022 fueron arrestados en España 46 supuestos yihadistas en 27 operaciones policiales. En este año ya van cinco en tres operaciones. Y ampliando el periodo, desde losa tentados del 11-M han sido arrestados en nuestro país 961 terroristas en 365 operaciones.
Una tercera zona de peligro la constituyen las cárceles en las que cumplen condena, o se encuentran preventivos, los presos yihadistas. Los expertos reconocen el fracaso de los planes para reinsertar y «desintoxicar» a estos individuos del fanatismo. Un problema añadido es la labor que desarrollan para que reclusos condenados por delitos comunes y de origen musulmán se sumen a su causa, En este campo, sí se han logrado avances, mediante aislamientos y traslados, pero el peligro continúa.
Desde los atentados de Cataluña de 2017, se ha impedido, con las operaciones antiterroristas, la formación de nuevas células, lo que demuestra que es otro peligro latente, ya que atentados perpetrados por varios individuos a la vez pueden ser letales. En su mayoría, eran intentos «locales», sin dirección exterior que se conozca.
Una vez perdido el «Califato» de Siria e Irak en 2019, Isis ha encontrado grandes dificultades para recomponer sus aparatos organizativos, con los que lanzaba los ataques contra occidente, aunque intenta asentar una «zona de confort» en la franja de las tres fronteras (Mali, Níger y Burkina Faso), en el Sahel africano. De que lo logren o no depende que Europa pueda estar más o menos segura. De ahí, la necesidad de mantener la presión antiterrorista y no todo lo contrario, que es lo que está ocurriendo.
Otro factor de peligro parte de algunas mezquitas concretas en las que se predica el salafismo y cuyos imanes han sido detenidos o expulsados de España. En octubre de este año, fue arrestado en Melilla el imán de la mezquita de Assalam, conocida como la mezquita blanca de La Cañada. Ese mes, fue expulsado de nuestro país el responsable de la comunidad islámica de Talayuela (Cáceres). Durante 2018, tuvieron que abandonar el territorio nacional otros cinco clérigos, al constituir un peligro para la seguridad nacional. Expertos antiterroristas consultados por LA RAZÓN subrayan que no se puede generalizar, en ningún caso, pero que hay que estar vigilantes a los casos de radicalización que se dan.
El perfil del yihadista en España, según se ha demostrado tras ser arrestados, suele ser el de un individuo, hombre o mujer, que ha experimentado un proceso de auto adoctrinamiento al que no son ajenas terceras personas. Hablar de actores, «lobos», solitarios, no es del todo correcto, ya que las investigaciones han demostrado que en muchísimos casos mantienen contactos con yihadistas que se encuentran en «zona de combate», en especial en Siria; son los que les dinamizan ideológicamente y hasta les marcan objetivos.
Daesh distribuye regularmente manuales destinados a los «lobos» en los que los anima a que se conviertan en «mártires». Al no tener, en la mayoría de los casos, acceso a armas de fuego, los animan a hacer uso de cuchillos para asesinar a los «infieles» de una manera más eficaz, eligiendo el momento y lugar y, siempre que se pueda, con la decapitación de la víctima.
La idea que se les transmite en los manuales es que desde su casa pueden planear acciones de envergadura. «Busca tu objetivo. Piensa bien. Contempla tus mejores opciones. Busca el máximo efecto. Si piensas que estás bajo vigilancia, no le digas nada a nadie». «La mejor operación es la que tú haces, de la que las autoridades no tienen ni idea», afirman los autores del manual. Como ocurrió en Algeciras.
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