Los okupas llevan más de cinco años en lo alto de uno de los repechos, desde donde lanzan rocas de hasta 10 kilos a los transeúntes
Los Jardines de Laribal, en estado de abandono. El recinto, en plena montaña de Montjuïc, se ha convertido en el refugio de toda clase de incivismo en Barcelona, con la instalación de drogadictos que atemorizan a los vecinos del barrio.
Ubicado en un enclave privilegiado, los jardines de Laribal cuentan con fuentes, bancos, azulejos, una villa de estilo neoárabe y diversas esculturas de art déco. Pero entre las flores y el arte se esconde el terror: tres drogadictos violentos amenazan a vecinos y turistas, además de llenar de basura y drogas la zona.
Estas tres personas están instaladas desde hace más de cinco años en lo alto de un repecho del parque. Desde ahí, lanzan piedras a los transeúntes que recorren tranquilos por el parque. En ocasiones, las rocas que han lanzado han llegado a superar los 10 kilos y, afortunadamente, nunca han lesionado a nadie.
Cuando cae la noche, se instala el terror. Los drogadictos descienden desde su territorio hacia las fuentes, donde lavan su cuerpo y las jeringuillas repletas de droga. A veces, también defecan en el agua. A primera hora de la mañana, cuando los operarios del Ayuntamiento acceden al recinto, el panorama es desolador.
Además de los drogadictos, grupos de borrachos se cuelan en el parque por la noche y dejan latas de cerveza, comida, botellas e incluso condones esparcidos entre la vegetación. Algunos de ellos traen perros que, pese a estar prohibidos en el parque, espantan a las crías de la fauna autóctona, mean en las fuentes y destrozan la vegetación.
Según constatan los obreros que reparan la zona, los Jardines de Laribal también se han convertido en un picadero. “He llegado a ver grupos vestidos con pelucas practicando sexo conjunto entre los árboles”, apuntan.
Ahora, una de las mayores preocupaciones de los vecinos es la llegada de hooligans al espacio tras el traslado del FC Barcelona al Estadi de Montjuïc. La proliferación de ultras en los días de partido puede convertir al lugar en un centro de reunión y botellón para aficionados del extranjero y del resto del Estado.
SEIS AÑOS DE DEJADEZ
Seis años atrás, una tempestad destrozó los muros y la vegetación de los jardines, que hasta este verano no han comenzado a repararse. En 2019 informaron que “se estaba trabajando en la redacción de un proyecto específico”, pero hasta este agosto el proyecto no ha sido consumado.
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