domingo, 20 de abril de 2025

**Título: El Costo Oculto de la Política**

 Carta de un Ciudadano :  HARTO  de los Políticos



En las sombras del poder, donde las decisiones son tomadas y las promesas se desvanecen, se encuentran aquellos políticos que, como sombras al acecho, buscan solo saciar su insaciable ambición. Con sonrisas engañosas y discursos elaborados, prometen un futuro brillante para el pueblo, pero sus verdaderas intenciones son tan oscuras como los rincones más lejanos del alma humana. Se aprovechan de los favores, del sudor y las lágrimas de quienes confían en ellos, transformando la política en un juego perverso donde las reglas son desechadas y la ética se convierte en una mera anécdota.

En un mundo donde debería prevalecer la justicia social y el bienestar común, estos personajes se mueven entre lujos y excesos, esculpiendo sus propios destinos a costa del sufrimiento ajeno. La fiesta nunca parece terminar: cenas elegantes, viajes exóticos y acontecimientos que celebran su propia grandeza. Mientras tanto, el pueblo lucha por sobrevivir, lidiando con la incertidumbre y la falta de recursos, preguntándose cómo es posible que sus representantes, en lugar de ser sus defensores, se conviertan en meros carniceros de sus esperanzas.

Y ahí están, sorbiendo el néctar de la avaricia, a menudo blindados por un sistema que les permite mantener sus sueldos vitalicios tras abandonar el gobierno, como si su labor fuera digna de un reconocimiento perpetuo. Este privilegio, que debería ser un merecido descanso tras años de servicio público, se transforma en un escudo contra la rendición de cuentas. ¿Dónde queda la responsabilidad hacia el electorado? ¿Acaso un sueldo vitalicio justifica las atrocidades cometidas durante su mandato?

Es una danza macabra en la que ellos son los protagonistas, mientras los ciudadanos quedan relegados a ser meras marionetas en este teatro grotesco. Las promesas de un cambio son olvidadas, y el deseo de justicia social se ahoga en un océano de indiferencia. Pero, a pesar de todo, hay un fuego que no se extingue: el deseo de un pueblo que busca recuperar su voz, que exige transparencia y honradez de aquellos que dicen representarles.

Así, el ciclo continúa, alimentado por una apatía que parece interminable, pero la esperanza persiste. En las calles, las voces se alzan; en la mirada de cada ciudadano hay un destello de determinación. Ellos saben que la verdadera victoria no vendrá de las promesas vacías de los poderosos, sino de un pueblo que se une, que recuerda y que exige lo que le corresponde: un gobierno que sirva al pueblo, no a sí mismo.

En esta lucha por la justicia, la clave está en no dejarse engañar por las apariencias. Porque, al final, son los ciudadanos quienes deben reclamar su lugar en el escenario, desafiando a esos políticos que solo piensan en llenar sus bolsillos. Unidos, pueden desmantelar este sistema viciado, convirtiendo la esperanza en acción, y así, quizás, vislumbrar un futuro donde la política sea verdaderamente un servicio, un acto de amor hacia la comunidad, y no un festín para los codiciosos.

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