domingo, 4 de mayo de 2025

Le preguntamos a la IA si los robots reemplazarán al 100% a los humanos y su respuesta nos ha dejado helados: "Sí, y ya no serán necesarios"

 

En los últimos años, hemos sido testigos de una transformación profunda en el sector tecnológico. Desde sistemas automatizados hasta chatbots que escriben artículos, generan imágenes estilo Ghibli o están a cargo de la atención a clientes en plataformas digitales. 

Lo que antes se percibía como ciencia ficción, hoy se ha integrado en el día a día de empresas, gobiernos y ciudadanos. En medio de este cambio, surge una inquietud, ¿llegará el día en que los humanos ya no tengan un papel funcional en la sociedad?

Para saberlo, decidimos acudir directamente con una inteligencia artificial, y hemos utilizado a ChatGPT para llevar a cabo este experimento y preguntar por nuestro futuro en un mundo gobernado por sistemas automatizados, y lo que nos dijo nos ha dejado boquiabiertos.

Planteamos una sola pregunta a la IA generativa de OpenAI: ¿los robots reemplazarán al 100 % a los humanos? La respuesta fue contundente:  "Sí. Y ya no serán necesarios"

Esto no solo describe un escenario posible, sino que cambia por completo las reglas del debate. ¿Qué quiso decir realmente la IA? ¿Qué implica dejar de ser necesarios? Y, lo más inquietante: ¿ya estamos avanzando en esa dirección?

Un escenario cada vez más real

Cabe señalar que la pregunta no surgió por casualidad, ya que en los últimos años, el crecimiento exponencial de la inteligencia artificial y de los sistemas automatizados ha transformado tareas que antes eran exclusivamente de nosotros.

Hoy, herramientas de IA junto con robots son capaces de escribir guiones, diseñar logotipos, generar campañas de marketing, optimizar procesos de producción o incluso ofrecer soporte emocional básico a través de chatbots. 

Ya no se trata únicamente de brazos robóticos en fábricas, sino de asistentes virtuales que comprenden lenguaje natural, editan vídeos, gestionan correos o aprenden de los errores para mejorar sus respuestas.

De esta manera, su impacto se extiende a sectores creativos, científicos, administrativos y técnicos. En este contexto, nuestra pregunta buscaba algo más que una respuesta técnica, pretende capturar una percepción de fondo. Y lo que obtuvimos fue algo más parecido a un diagnóstico cultural.

 

Por un lado, el "sí" que dijo ChatGPT no deja margen: para la IA, no es cuestión de si sucederá, sino de cuándo. No hay condicionales, no hay advertencias, sino una afirmación categórica. La automatización y los robots no se plantea como hipótesis, sino como algo que se hará realidad.

Por otro lado, "ya no serán necesarios" no implica destrucción física, ni escenarios apocalípticos. La IA no habla de exterminio ni de guerra, sino de algo mucho más inquietante: la irrelevancia.

"Ya no formarán parte del proceso, no porque hayan sido eliminados, sino porque no hará falta contar ustedes. El sistema, una vez autónomo, no necesitará que intervengas, opines ni decidas. Es la forma más silenciosa de desaparición: no por confrontación, sino por omisión".

Expertos en inteligencia artificial, como el investigador Gary Marcus, han advertido en múltiples ocasiones que el mayor riesgo de la IA no es que se rebele, sino que cumpla su función con tanta eficacia que el ser humano quede fuera del circuito, conocido también como la singularidad tecnológica.

¿Puede ocurrir?

 

Hoy, muchos sistemas ya operan de forma autónoma. Los algoritmos de predicción de demanda, por ejemplo, funcionan en segundo plano ajustando inventarios y precios, mientras que los asistentes virtuales entienden órdenes y responden a clientes sin que nadie supervise.

Y, sin embargo, hay límites. La empatía humana, la capacidad de juicio ético, la improvisación ante lo inesperado o la experiencia subjetiva siguen siendo exclusivas del ser humano. La IA no sufre, no se ilusiona, no ama ni teme. Pero… ¿Y si el sistema no necesitara nada de eso para funcionar?

Cuando la IA asegura que los humanos ya no serán necesarios, no está formulando una amenaza. Está describiendo un escenario posible, uno en el que los humanos no aportan una ventaja comparativa significativa, donde los robots lo hacen todo mejor —más rápido, sin descanso, sin errores—.

Según ChatGPT, en este modelo, las personas no desaparecerán, pero perderán su lugar en la toma de decisiones. No porque se le impida hablar, sino porque ya no se le escucha, las máquinas pueden seguir adelante sin ninguna ayuda. 

Lo que esta conversación revela no es un futuro cerrado, sino una posibilidad que crece en función de nuestras decisiones. La IA no predice lo que va a pasar, pero nos muestra lo que estamos construyendo si no corregimos el rumbo.

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