Fatiga y terror vecinal: el rastro de los macrobotellones en la Barceloneta
La Barceloneta, en estado de descontrol. Los vecinos del barrio marinero temen la llegada de la noche todos los fines de semana desde hace un mes. Miles de jóvenes, reprimidos por el largo tiempo que la pandemia les ha dejado sin ocio nocturno, acuden a las playas para armar barullo y socializar sin medidas de seguridad en los macrobotellones. Cada día, de jueves a domingo, entre 3.000 y 6.000 personas se reúnen para beber en el litoral barcelonés.
Según ha podido comprobar Metrópoli, el incivismo impera en la zona durante estos cuatro días de la semana. Barceloneses y "turistas de borrachera" orinan, defecan y vomitan en la vía pública cuando son desalojados de la zona marítima. Llenan la arena de la playa de botellas de cristal, vasos y bolsas de plástico y se pelean entre ellos, armando jarana y asustando a los vecinos de la zona.
INCIVISMO Y AMENAZAS
El consumo de drogas y alcohol les hace volverse locos", explica Salvador Soler, vecino de la Barceloneta. El residente detalla a este medio que "rompen botellas, destrozan y rallan coches, a los que después orinan por dentro". Y añade: "pinchan ruedas y hacen sus necesidades en portales a los que entran a la fuerza".
Tal y como se puede ver en los vídeos a los que ha tenido acceso este digital, los asistentes de los botellones perturban el descanso del vecindario. Cuando los vecinos les piden que dejen de hacer ruido, muchos de ellos se vuelven agresivos: "reciben insultos y en ocasiones intentan agredirles. Hay personas que han sido amenazadas y viven con miedo", asegura Soler
SALUD MENTAL DEL VECINDARIO
La constante de estos actos incívicos mina la salud mental de los que los sufren: "Está comportando un problema psicológico grave para muchos", explican fuentes vecinales. "Ha llegado un punto en el que la Barceloneta prefiere los robos a los botellones", confirman. Las pocas horas de sueño y el estrés que generan los botellones masivos también pasan factura de forma laboral: "Los trabajadores del arrastre que se levantan a las cuatro de la mañana pueden llegar a tener graves accidentes por culpa del insomnio", sentencia un vecino.
Montse Rojas, otra vecina de toda la vida de la Barceloneta, se suma a las quejas de sus conciudadanos: "Cuando éramos pequeños sufríamos el alquitrán, ahora tememos que los niños se pinchen con los cristales y las jeringuillas de los botellones", explica. La afectada argumenta que "es un tema que no viene de ahora", pero que este año "está siendo horrible". "A veces desearía irme, pero es mi barrio y me da pena dejarlo por muchos botellones que haya", lamenta.
TEMOR ANTE SANT JOAN
Las cifras de la pandemia también son una preocupación para los residentes de la zona: "¿Quién controla a todas estas personas? Van a poner a 100 policías, que es una cifra ridícula de agentes. La verbena supondrá una hecatombe muy grande para la sanidad", valoran.
Tras cientos de llamadas a los cuerpos policiales, el vecindario del barrio marinero se siente desamparado por las administraciones. "Nos están dando la espalda", asegura Salvador Soler, que señala como principal culpable el consistorio de Barcelona: "La culpa la tiene el Ayuntamiento, son unos sinvergüenzas, tanto los comunes como los socialistas".
Imagen de archivo de un botellón masivo en la playa de La Barceloneta / EUROPA PRESS
ACTUACIÓN POLICIAL
Fuentes de la Guardia Urbana han informado a este medio de cuál está siendo la actuación del cuerpo frente a los botellones de la Barceloneta: "Se está llevando a cabo un dispositivo conjunto con Mossos d'Esquadra desde que finalizó el toque de queda", afirman. "Los efectivos desalojan el espacio público de aglomeraciones y actividades no permitidas como los botellones", explican.
En la verbena de Sant Joan, una fecha clave para el vecindario, que valora que "hasta 100.000 personas" puedan llegar a concentrarse en sus playas, la Guardia Urbana informa a Metrópoli que "habrá un control de aforo" y que "en los próximos días se anunciará el dispositivo especial que se ejecutará".
Agentes de la Guardia Urbana en un botellón en una playa de Barcelona / EUROPA PRESS
EL AYUNTAMIENTO, EN SUS TRECE
A pesar de lo agitada que se prevé la noche más corta del año, la administración barcelonesa sigue firme en su idea de mantener las playas abiertas. A diferencia de municipios como Castelldefels, Gavà o Viladecans, que han decidido precintarlas para evitar aglomeraciones, el ejecutivo de Colau no parece tener miedo a las consecuencias de los actos masivos.
El pasado consejo de barrio, anulado de forma sospechosa por el equipo de Jordi Rabassa, pretendía abordar el drama de los botellones en previsión de la verbena. La Asociación de Vecinos de la Barceloneta hizo una petición formal para reclamar un Consell de Barri extraordinario con el que hablar sobre la problemática, pero el Ayuntamiento echó balones fuera ofreciendo una "comisión de seguimiento" de forma telemática.
Durante el encuentro virtual entre la concejalía de Ciutat Vella y los representantes vecinales, se acordó mantener la fecha dictada por la agenda municipal –el 21 de junio–, a pesar de que esta "no ofrezca margen de maniobra" para algunos vecinos. Manel Martínez, vicepresidente de la asociación, y fuentes del distrito de Ciutat Vella han informado de que el Área de Seguridad del Ayuntamiento también propuso llevar a cabo una comisión de trabajo liderada por la quinta tenencia de alcaldía y con presencia del distrito y representantes de las diferentes entidades del barrio con la que hallar "soluciones con las que frenar el incivismo".
Botellón frente a l'Estel Ferit de la Barceloneta / EFE
AUMENTO DE BOTELLONES DE CARA A VERANO
Las promesas del consistorio y la pronta reapertura del ocio nocturno no son consuelo para los vecinos. Una vez pasada la verbena de Sant Joan, la Barceloneta sospecha que los botellones "van a ir a más": "Es una exageración y todavía no ha llegado el verano. Hay muchísimo turismo de borrachera, más que nunca". Además, el aumento de pisos alquilados para hacer fiestas durante la temporada estival afianza la teoría de los residentes.