Intervenciones de este tipo hay muchas en Cataluña. En el caso de la Zona Franca, lo diferencial es que la policía deslizó que los presuntos criminales controlaban "el movimiento de vecinos, la policía y los repartidores de paquetería". Dominaban el barrio entero como su fortín. Los narcos se hicieron fuertes en una zona residencial. De hecho, cuando entraron los agentes, lo hicieron con unidades del Área Regional de Recursos Operativos (Arro) y los URPE de la Guardia Urbana, los llamados antidisturbios volantes. "Todos sabemos lo que hay por aquí", justifica el mismo vecino.
"Esto es como un pueblo"
Lo que hay por aquí, matiza otra residente, "ha pasado siempre". El Polvorí recibe su nombre al ser un edificio que sirvió para guardar pólvora durante la Guerra de Sucesión en el siglo XVIII y fue utilizado durante la Guerra Civil como guarnición. Tras la contienda, cayó en desuso. El fin del chabolismo en Barcelona durante el franquismo vio como las Administraciones levantaban pisos en este barrio encaramado en una loma de la montaña de Montjuïc. La zona cogió el nombre del depósito militar. "En los 50, se reubicó aquí a la gente de las chabolas de la Barceloneta, incluida mi madre", relata otra vecina.
El Polvorí, escena de la operación policial contra la marihuana / CG
Nació El Polvorí de la Zona Franca. "Esto siempre ha sido un pueblo, para lo bueno y para lo malo", dice a renglón seguido. Lo bueno destaca que es la "vida de barrio e ir al alimón, todos a una, cuando alguien lo pasa mal". Lo malo, la marginalidad. "Esto ha sido siempre zona chunga, no nos engañemos. Últimamente menos, pero siempre ha habido historias", reconoce.
Mandan dos familias: los Fernández y los Gorreta
Algunas de estas cuitas se centran en la vida de los Fernández y los Gorreta. "Son dos clanes de la zona cuyos miembros, al menos algunos, se dedican al cultivo ilegal de la marihuana", señala J., pidiendo quedar en el "absoluto anonimato". De hecho, en la operación policial del martes de madrugada hubo 18 detenciones, muchas de ellas centradas en "los Fernández".
Se trata, indican fuentes policiales, de una familia vinculada al todopoderoso y temido clan de los Jodorovich, Los Mulatos, asentado al final del paseo de la Zona Franca. "Se han casado hijos de ellos y se han vinculado aún más", ahondan las mismas fuentes. Como en otros lugares de Cataluña, el tráfico de marihuana ha seducido presuntamente a miembros de esta familia. "Cultivan en interior y ganan mucho, mucho dinero", explican.
18 detenidos y caza al chivato
Hasta esta semana. Mossos y Guardia Urbana entraron con todo --al menos, con la Arro y la URPE-- en El Polvorí y asestaron un golpe a los presuntos narcos. Hubo 18 detenciones e incautación de dinero, instrumental de plantación y armas. A las pocas horas, los arrestados salieron en libertad. Las dos policías destacaron el control del barrio, el reparto de abono con furgonetas y la presencia de oteadores para avisar de la entrada de la policía. Los narcos habían engullido un barrio entero de Barcelona.
Imagen de la operación contra la marihuana en la Zona Franca / CG
"Tras la operación policial, el barrio parecía una ciudad fantasma. Todo quietud. No se movía nada. La gente empezó a salir a pasear con sus perros y parecíamos una zona normal", explica J. Duraría poco. "Cuando pasaron ante el juez y salieron en libertad con cargos, comenzaron a buscar a quien les había traicionado. Quieren dar con los chivatos". Hubo más. "Al salir con cargos, se corrieron una macrofiesta en la plaza [de Lorca]". ¿Celebraron su puesta en libertad? "Por todo lo alto, con una barbacoa en plena calle que pegaba el humo al edificio de enfrente".
"¿Miedo? Nos sentimos seguros: nos protegen"
En el edificio de enfrente están los pocos comercios de El Polvorín. Hay una farmacia y Ca la Mergui, el bar del lugar. Sus dueños no quieren hablar. Algún cliente, sí. Mientras, parte de los familiares de los detenidos esta semana mata tiempo en la plaza aledaña, mientras recuerdan la macrointervención policial. ¿Que dónde fue? "Por todo el barrio. Llegó la policía a las cinco de la madrugada y empezó a entrar en pisos", explica un parroquiano.
¿Tuvieron miedo? "En absoluto. Ya hubo otra operación policial hace dos años, y el incendio de agosto". El fuego del verano fue una deflagración en un narcopiso-plantación de marihuana que puso a los agentes en alerta. En El Polvorí se plantaba y se traficaba, y mucho. "No tenemos miedo. A los vecinos nos respetan y a los comercios, también. Aquí no hay robos. Esta gente nos protege. Pasa algo y vienen corriendo. Son como la seguridad del lugar". ¿Y la policía? "Se la ve poco".
La sombra de los Jodorovich
Otro vecino aporta más información. "En las mesas de barrio les decimos a la Guardia Urbana que patrullen más. Aquí hay mucho incivismo. Coches a toda pastilla, golpes y fiestas por la noche. Droga. Pero nos dicen que no tienen efectivos. A los Mossos ni los vemos", lamenta; lleva 21 años en El Polvorí. Otro es incluso más crítico. "Te descuidas y pegan una patada en la puerta de tu piso, lo okupan y montan una plantación. Es insostenible, estoy pensando en vender mi piso", se queja J.
Un balcón de uno de los bloques de la operación policial / CG
La presencia policial es complicada porque El Polvorí solo tiene dos entradas: una hacia Montjuïc y otra hacia el paseo de la Zona Franca, donde reposa el bar Gasoil. Territorio Jodorovich. "Estos [los Fernández y los Gorreta] no hacen nada sin el permiso de Los Mulatos. Les dicen algo y bajan la cabeza", aclara un residente. "Si alguien cultiva algo aquí, lo hace con permiso de Los Mulatos y, probablemente, pagándole un tanto por ciento", agrega una fuente del sector de la seguridad.
La droga envenena la Barcelona popular
Sea cual fuere el entramado de la marihuana en la Zona Franca, el método es de sobras conocido. La patada en la puerta y okupación de pisos para destinarlos a fines delictivos. Es lo que destacaron Mossos d'Esquadra y Guardia Urbana en su nota de prensa tras la operación policial. Todos los detenidos tenían vínculos con el allanamiento, amén de otros delitos algunos de ellos. Ayer, a preguntas de este medio, portavoces de los dos cuerpos se remitieron al comunicado público, que se puede consultar aquí.
Como explicó Crónica Global, la droga y, en concreto, la marihuana, ha envenenado las relaciones comunitarias en los barrios obreros de Barcelona y los de su conurbación. El cultivo al por mayor, tráfico y logística se cobró la vida de Valentín Moreno, el homicida de la Vila Olímpica, que falleció tiroteado en Sant Adrià de Besòs (Barcelona) en noviembre del pasado año. Su muerte, precisamente, fue vinculada al control de la marihuana en la Zona Franca. El lugar en el que esta semana la policía asestó un golpe a un clan de narcos que controlaría el barrio con mano de hierro.