Canal FSemana Historia :
LOS LEVANTAMIENTOS JACOBITAS
Los Estuardo y los Hannover
Jacobo II de Inglaterra y VII de Escocia (Iacobus en latín, de ahí el nombre de sus partidarios) fue coronado en 1685. Pertenecía a la dinastía de los Estuardo, originaria de Escocia, y era católico. Recordemos que desde que Enrique VIII se divorció de la hija de los Reyes Católicos, Catalina de Aragón, para poder casarse con su amante Ana Bolena (a la que le cortaría la cabeza pocos años después), Inglaterra había roto con la Iglesia católica, instaurando la Iglesia anglicana, de la que el rey es la cabeza, y no el Papa. Esta ruptura llevó a la persecución de los católicos en varias ocasiones, y de los protestantes en otras, como ocurrió en tiempos de la hija de la reina Catalina, María Tudor (llamada Bloody Mary, o María la sanguinaria). No obstante, al principio el hecho de que un rey católico gobernase un país de mayoría protestante no supuso un problema, hasta que Jacobo II comenzó a favorecer con sus políticas a los católicos.
Jacobo II se había convertido al Catolicismo en 1668, cuando aún reinaba su hermano Carlos II. Este no permitió que las hijas que Jacobo había tenido con su primera esposa, Ana Hyde, Ana y María, se criaran en la fe católica, por lo que las niñas crecieron en la fe protestante. Sin embargo, cuando su primera esposa murió, Jacobo se casó con la princesa católica María de Módena, con la que tendría en 1688 a Jacobo Francisco Eduardo, quien pasaría a la Historia como “El Viejo Pretendiente”. El nacimiento de este hijo varón apartaba del trono a la princesa María, casada con el holandés Guillermo III de Orange, ambos protestantes. La nobleza inglesa temió entonces que se instaurara una dinastía católica en el trono, por lo que conspiraron con Guillermo y María para derrocar al rey. Esta es la llamada “Revolución Gloriosa”, que obligó a Jacobo II a abandonar el trono en 1688 y huir a Francia, donde fue acogido por Luis XIV. Un año después, Guillermo sería nombrado rey.
La resistencia que se levantó contra los nuevos reyes tanto en Irlanda como en Escocia fue rápidamente derrotada por el ejército inglés. Sin embargo, la muerte llegó antes de que María y Guillermo pudieran tener un heredero, por lo que será Ana Estuardo quien herede el trono. Bajo su reinado se produce, el 1 de mayo de 1707, la unión entre Inglaterra y Escocia como un solo reino, Gran Bretaña, con el famoso Acta de Unión (Union Act). Pero, al igual que su hermana, la reina Ana murió sin tener un heredero, a pesar de haber dado a luz diecisiete veces. En estas circunstancias, con dos reinas fallecidas sin hijos, el trono pasó a un pariente lejano: Jorge I, de la casa Hannover, un alemán que ni siquiera sabía inglés.
Los levantamientos de 1715 y 1719
Jacobo II había muerto en 1701 durante su exilio en Francia, sin recuperar el trono que su hija y yerno habían conspirado para arrebatarle. Será su hijo, Jacobo Francisco Eduardo, el “Viejo pretendiente”, quien en 1708 participará, con la ayuda de una flota francesa, en un intento fallido por desembarcar en Escocia, que casi le cuesta ser atrapado por los ingleses. Tras la muerte de la reina Ana sin descendencia, en 1714 es coronado rey de Gran Bretaña Jorge I, de la casa Hannover, por lo que los partidarios de los Estuardo en Escocia, liderados por el conde de Mar, se levantarán el 6 de septiembre de 1715 para intentar de nuevo devolver el trono al que consideraban su legítimo dueño, Jacobo (III). Aunque consiguieron tomar la ciudad de Perth poco después, la revuelta contaba con escaso apoyo popular fuera de los Tierras Altas (Highlands) escocesas. El desembarco de “El Viejo Pretendiente” en Escocia, de nuevo ayudado por Francia, para animar a sus partidarios no sirvió de nada frente a la superioridad numérica inglesa; Jacobo volvió a Francia en 1716, instando a los sublevados a abandonar la lucha.
Sin embargo, cuatro años después se produce un nuevo levantamiento, el de 1719. Dado que Francia y Gran Bretaña habían firmado la paz con el Tratado de Utrecht al finalizar la Guerra de sucesión española, el rey francés no quiso esta vez apoyar al Viejo Pretendiente, que había pasado a residir en Roma, por lo que ahora recurrirá a España. El primer ministro de España era el cardenal Giulio Alberoni, que convenció a Felipe V para ayudar a Jacobo Francisco Eduardo Estuardo. Empeñado en devolver a España su antiguo prestigio, Alberoni ideó la invasión de Inglaterra en 1718, enviando una flota de soldados españoles. Sin embargo, el mal tiempo hizo fracasar este desembarco en Gran Bretaña, que estaría apoyado por una revuelta que estaba siendo preparada por los jacobitas en Gales y Escocia, en coordinación con el “Viejo Pretendiente”. Sólo 300 soldados españoles consiguieron desembarcar en Escocia, pero el escaso apoyo que recibieron de los clanes los condenó a la muerte. Una vez más, el levantamiento jacobita fracasaba.