domingo, 24 de abril de 2022

Rex bellator, la idea de Ramón Llull para unir a todas las órdenes de caballería bajo un mismo mando

 

Rex bellator, la idea de Ramón Llull para unir a todas las órdenes de caballería bajo un mismo mando









La Brujula VerdeL 

El 27 de noviembre de 1095, durante el Concilio de Clermont (Francia), los asistentes experimentaron una mezcla de sorpresa, estupefacción y entusiasmo al oir la insólita alocución del papa Urbano II. Aunque el emperador bizantino Alejo I Comneno había lanzado una dramática petición de ayuda ante el avance musulmán nadie esperaba escuchar aquella arenga que animaba a la cristiandad a tomar las armas para proteger a los fieles que viajaban en peregrinación a los Santos Lugares, que recientemente habían caído en manos de un Islam en plena expansión. Bajo el lema Deus vult (Dios lo quiere), pregoneros y monjes como Pedro el Ermitaño recorrieron Europa proclamando la cruzada.

A la convocatoria respondieron príncipes, nobles y campesinos; estos últimos fueron los que al año siguiente se dirigieron a Oriente, al imperio bizantino, para frenar a los turcos selyúcidas. En la práctica, aquel ejército al que se identificó con la Cruzada de los Pobres se convirtió en una horda incontrolable que avanzaba sembrando la destrucción, el asesinato de judíos y el saqueo, así que el emperador lo embarcó directamente para Turquía y allí la mayoría fue fácilmente masacrada por el enemigo.

Entretanto llegó a Constantinopla otro ejército, éste compuesto por caballeros, guerreros profesionales muy diferentes en orden y experiencia a sus predecesores, conociéndoselo como Cruzada de los Barones. Ayudada por Alejo I, esta tropa sí pudo llegar a Tierra Santa y conquistar Jerusalén en 1099, adueñándose a lo largo de los doce años siguientes de toda la franja sirio-palestina. Así pues, pese al tropezón inicial, la Primera Cruzada había concluido con éxito. Ahora tocaba prepararse para preservar lo conseguido ante la previsible reacción sarracena y la forma de tener una fuerza permanente para ello en un lugar tan alejado fue a través de las órdenes de caballería.

La caballería había alcanzado su cénit en el Medievo a pesar de que era inferior a la de otras épocas en cantidad y variedad. Ello se debió a su identificación con la clase dominante, al establecimiento de un código de valores ético-religiosos que llegaban a constituir todo un modo de vida y que era a la representación de hecho del sistema feudal. Pero, dado que los caballeros eran señores de feudos, principados, reinos y otros tipos de territorios, y tenían unas responsabilidades de gobierno con ellos, resultaba imposible que estuvieran alejados de forma perenne. La alternativa fue la creación de órdenes que combinaban el aspecto militar con el religioso.

La primera en aparecer fue la del Santo Sepulcro, seguida de la Hospitalaria de San Juan de Jerusalén, el Temple y la Teutónica. A partir de ahí y a lo largo de los siglos se fue creando un rosario de órdenes militares que llegó a alcanzar el centenar. Las que nos interesan aquí son las citadas, dedicadas a proteger Tierra Santa, porque aquella región que la Primera Cruzada había vuelto a colocar bajo control cristiano no pudo mantenerse y, tras el fracaso de las sucesivas cruzadas siguientes (hubo siete en total), se terminó perdiendo el 18 de mayo de 1291, cuando cayó en manos del sultán Al-Ashraf Khalil el último bastión, Acre.

Fue entonces cuando se puso en tela de juicio el sistema de las órdenes militares, cuya atomización las presentaba como ineficaces, y brotó la idea de unificarlas bajo un mando único que debería encarnar algún notable de probada virtud, con vistas a iniciar una reconquista. De todas las propuestas que circularon por entonces la más estudiada y completa fue la elaborada por el célebre sabio mallorquín Ramón Llull (cuyo séptimo centenario de su muerte se celebra este año), que la desarrolló no cómo una tesis concreta y explícita sino través de varias cartas y tres de sus obras, en las que bautizó el concepto con el nombre de Rex bellator (Rey guerrero).

Llull ya había tratado el tema de las órdenes en su Libro del Orden de Caballería, en el que definía al caballero como «elegido entre mil» a causa de virtudes como «sabiduría, caridad, lealtad, verdad, humildad, fortaleza, esperanza y otras…», así como su oficio era «mantener y defender la Santa Fe católica» porque «el dios de la gloria ha elegido caballeros que, por fuerza de las armas, venzan y se apoderen de los infieles que se afanan en destruir la iglesia». Bien es verdad que, a medida que fue envejeciendo, Llull fue atemperando su postura hasta hacerse fraile e ir de misionero a las mezquitas, pero parecía ser el idóneo para acometer la cuestión.


El caso es que, según su plan, ese Rex bellator, que debía estar libre de lazos familiares, se pondría al frente de una unión de las órdenes militares en la que tendrían mayor peso aquellas más poderosas, como hospitalarios y templarios. A esa fuerza se sumarían otras de procedencia diversa, caso de las órdenes peninsulares e incluso los almogávares, formando un gran ejército que sería embarcado en los barcos de la Corona de Aragón para cruzar el Mediterráneo y desembarcar en el norte de África. Al menos ésa era la idea desarrollada en dos libros: uno, escrito en 1292 a raíz de la caída de Acre, fue Quomodo Terra Sancta recuperari potes (Cómo se puede recuperar Tierra Santa), que entregó al colegio cardenalicio reunido para la elección del nuevo Papa tras la muerte de Nicolás IV; el otro llevaba por título Liber de Fine y, una vez más, lo compuso justo después de un desastre militar, la pérdida de Arwad (una isla frente a la costa siria) en 1302.

Lamentablemente, no sólo las órdenes iban cada una por su cuenta. Ese segundo libro de Llull, entregado al papa Clemente V en 1305, puso en alerta a los franceses al conceder tanto protagonismo a los aragoneses de Jaime II, así que en menos de un año se publicó en el país vecino De recuperatione Terrae Sanctae (Sobre la recuperación de Tierra Santa), firmada por Pierre Dubois, quien proponía la paz entre todas las naciones cristianas, una reforma de las órdenes militares que redujera sus ingresos, la formación de un cuerpo de lingüistas especializados en lenguas orientales (algo copiado de Llull) y, la más importante diferencia respecto a Llull, la figura del rey Felipe IV de Francia como líder y soberano de esa coalición occidental. Rex pacis, lo llamó, en vez de Rex bellator.

En realidad había otra razón más para que los franceses tuvieran su propio proyecto y era que el monarca ya llevaba tiempo planeando cómo hacerse con las riquezas del Temple y transferir la jurisdicción eclesiástica a la corona gala. Seguramente también pesó el rechazo a su petición de ingresar en la orden, realizada tras quedar viudo e imitando la intención del hijo de Jaime II (que así podría ser el Rex bellator). Y, en efecto, al poco tiempo (en 1307) se desató un proceso contra los templarios que implicaba múltiples cargos y supuso la muerte y/o encarcelamiento de muchos de ellos, así como la disolución de la orden. El príncipe Jaime tuvo que entrar en la de Montesa.

Retomando a Ramón Llull, aunque su plan había sido aprobado por Bonifacio VIII no llegó a ponerse en práctica porque el pontífice no quiso arriesgarse a dejar el poder de la cristiandad en manos de un príncipe temporal. Pero en 1309 aún trató el tema del Rex bellator en una tercera obra titulada Liber de Acquisitione Terrae Sanctae. Dada la reacción francesa y la desaparición de la orden del Temple, la nueva propuesta se basaba en un doble frente en el que Felipe IV y los hospitalarios avanzarían hacia Tierra Santa pasando por el Imperio Bizantino mientras los aragoneses llevaban cabo el plan descrito de avanzar por la costa mediterránea africana y atravesar Egipto.

Por una cosa o por otra, al final ninguno de esos planes se llevó a cabo. Felipe IV se conformó con expoliar al Temple mientras Jaime II se centraba en combatir al Islam en la Península Ibérica con la conquista -fracasada- de Almería, así que la idea del Rex bellator quedó como mera formulación teórica y terminó olvidada. Nunca se recuperaron los Santos Lugares y, con el tiempo, los cristianos establecidos allí acabaron a la greña entre ellos hasta el acuerdo de statu quo de 1852.



Dinero divino: el singular valor de las monedas de la Roma Imperial entre los pueblos nórdicos

 

Dinero divino: el singular valor de las monedas de la Roma Imperial entre los pueblos nórdicos | Ancient Origins España y Latinoamérica








“Mi escuadra navegó por el Océano desde la desembocadura del Rhin con dirección a la región del sol naciente, hasta el territorio de los cimbrios, a donde jamás había llegado ningún romano ni por tierra ni por mar hasta aquel momento, y los cimbrios, los cáridos, los semnones y otros pueblos germanos del mismo país solicitaron mediante embajadas mi amistad y la del pueblo romano” (Res Gestae, 26)

En una sola frase, el primer emperador romano inmortaliza inadvertidamente algunas de las más antiguas interacciones conocidas entre su imperio y las regiones “bárbaras” del norte. La obra de Augusto Res Gestae aporta evidencias de que, aunque los romanos no lograran conquistar las regiones más norteñas de Gran Bretaña (ni tampoco Gran Bretaña en su conjunto), Roma aún llegaba de algún modo hasta ellas. La expedición de Tiberio mencionada en el párrafo anterior (previa a su sucesión como emperador), y los testimonios de antiguos historiadores hacen referencia a éste y otros intentos de acercamiento al norte de Europa. Junto a los descubrimientos de monedas romanas en asentamientos escandinavos, estas referencias aportan interesantes datos acerca de una posible relación olvidada durante largo tiempo por la historia.

Representación de una antigua embarcación fluvial romana que transporta personas y toneles, seguramente de vino. (CC BY-SA 3.0)

Representación de una antigua embarcación fluvial romana que transporta personas y toneles, seguramente de vino. (CC BY-SA 3.0)

El comercio romano con los pueblos nórdicos

Una de las interacciones más antiguas conocidas entre los nórdicos precristianos y el Imperio romano estaba basada en el comercio. El comercio de ámbar está documentado por los antiguos historiadores Tácito y Plinio el Viejo, quienes indican que este comercio se produjo (al menos) desde el nacimiento del Imperio hasta bien entrado el siglo V d. C. Al no encontrarse las naciones tan definidas en la antigüedad como lo están en nuestros días, debemos ser cuidadosos a la hora de determinar si el “norte” y las “tribus del norte” que mencionan los antiguos autores se extenderían hasta lo que hoy es Escandinavia —por ejemplo, Dinamarca (donde se concentran la mayor parte de este tipo de hallazgos), Suecia y Noruega. Se cree que Plinio es quien habla de forma más explícita sobre las interacciones romano-escandinavas, teniendo en cuenta que Escandinavia recibió este nombre más tarde como referencia a la península de Scandia o Scandi.

Podemos deducir que probablemente circulara moneda romana en el transcurso de estas relaciones comerciales, aunque no necesariamente de forma intencionada. Las monedas romanas en principio no tendrían valor monetario en el sistema económico de las tribus del norte. En Escandinavia, el trueque era aún la forma más habitual de intercambio comercial, por lo que las monedas eran consideradas inútiles como método de pago. Las monedas romanas descubiertas en Escandinavia habrían llegado por tanto a las regiones nórdicas de dos maneras principalmente. La primera —y más evidente— era que un soldado o mercader romano extraviara accidentalmente parte de su salario o ganancias, ya en las regiones del norte o en alguna localización en la que guerreros escandinavos pudieran haber encontrado la pieza apoderándose de ella; otra consideración al respecto es el uso de estas monedas imperiales como presentes de buena voluntad entregados por el Imperio a determinados líderes norteños.



Moneda romana de oro. Esta moneda en concreto forma parte de la colección romana del Museo de Yorkshire. (CC BY SA 3.0)

El experto Thomas Green investigó en el año 2007 las importaciones de bienes romanos como símbolos de poder por parte de los líderes de la élite escandinava. Cualquier artículo romano que llegara a la región de una tribu en particular revelaba una buena relación entre el jefe de la tribu y el emperador, reforzando de este modo la posición del líder. Se ha planteado que el número de monedas romanas de una región sería el equivalente al nivel de prestigio del que un jefe de tribu podía jactarse. Aunque Escandinavia estaba fuera del alcance del poder romano, el emperador aún era probablemente visto como un personaje muy importante, quizás casi divino, por las tribus que solamente conocían al líder de Occidente por su efigie en las monedas (además de bracteatos  y medallones), la imagen de un hombre de formas semi-divinas. De este modo, aun sin ser conocido por las gentes del norte, una imagen del emperador sin duda valía más que mil palabras, y así los pueblos del norte encontraron sus propias razones para valorar las monedas del Imperio.

Vasos de plata de la Edad de Hierro romana, marcados con el nombre romano Silius y el propio nombre del artista. Hallados en Lolland, Dinamarca, en el año 1920. (Leif Plith, Museum Lolland-Falster/CC BY SA 4.0)

Vasos de plata de la Edad de Hierro romana, marcados con el nombre romano Silius y el propio nombre del artista. Hallados en Lolland, Dinamarca, en el año 1920. (Leif Plith, Museum Lolland-Falster/CC BY SA 4.0)

Las monedas romanas, símbolo de prestigio

De hecho, finalmente se convirtió en una tradición lucir monedas romanas como ornamentos de prestigio. Aunque el emperador romano tenía una escasa influencia en los lejanos parajes del norte, el Imperio en sí era reconocido como un poder imponente encabezado por un hombre al que los escandinavos fácilmente podían atribuir la categoría de semidiós. Los pueblos de Escandinavia podrían de buena gana haber aceptado al emperador romano como un “jefe divino”, basándose en sus creencias culturales y su buena disposición para incorporar elementos de otras religiones. En los mitos nórdicos los dioses eran mortales, sus vidas se prolongaban gracias al consumo de cierto fruto, y gran parte de su poder provenía de sus relaciones con los guerreros humanos que algún día lucharían junto a ellos en la batalla final, Ragnarök. Un líder humano con tanto poder como el emperador romano parecía poseer (desde una distancia tan grande, obviamente), habría encajado con bastante facilidad en su sistema de creencias. Una joya (o moneda) con la efigie de un líder así, sin duda habría sido un símbolo de prestigio para su poseedor entre las tribus del norte.

Las pruebas demuestran que los herreros de las tribus forjaban una pequeña presilla de metal a través de la cual los expertos suponen que se pasaba un cordel para poder lucir la moneda como colgante o brazalete. Esta teoría también ayudaría a explicar por qué los descubrimientos de monedas romanas se concentran en unas zonas muy concretas. Al no ser utilizadas monedas romanas en el sistema comercial del norte de Europa, estas monedas rara vez cambiaban de manos fuera de la tribu que la recibió en primer lugar. Aunque un líder pudiera entregar una moneda romana a algún hombre leal de su comunidad, estas monedas no pasaban libremente de una tribu a otra. El prestigio del Imperio asociado a la moneda era demasiado valioso como para utilizarla con un fin tan mundano.

Follis de bronce de Constantino el Grande, 332-333 d. C. Obsérvese cómo la moneda fue cuidadosamente agujereada de tal forma que no afectara a sus imágenes. (forumancientcoins)

Follis de bronce de Constantino el Grande, 332-333 d. C. Obsérvese cómo la moneda fue cuidadosamente agujereada de tal forma que no afectara a sus imágenes. (forumancientcoins)

El influjo de las monedas romanas en ciertas zonas de Escandinavia, principalmente Dinamarca, revela la probabilidad de una relación entre ambas culturas, aunque mínimo. Pese a que la evidencia no puede de momento determinar claramente si la relación era política o estaba meramente basada en el comercio, el abrumador número de monedas romanas descubierto en suelo escandinavo supone un paso importante de cara a futuras investigaciones. Los continuos descubrimientos de inscripciones y documentos fragmentarios en latín podrían conseguir algún día completar las descripciones de Scandia y las tribus del norte realizadas por Tácito y Plinio, proporcionando de este modo posibles explicaciones basadas en monedas romanas enterradas durante casi dos milenios.









Harappa: una misteriosa civilización que desapareció completamente

 

Harappa: una misteriosa civilización que desapareció completamente








Grandes baños de Mohenjo-Daro en Pakistán.
Grandes baños de Mohenjo-Daro en Pakistán.

Fue un hallazgo equiparable al descubrimiento de la tumba de Tutankamón: uno de los primeros asentamientos de la historia de la humanidad, que abruptamente fue abandonado

Fue una de las primeras civilizaciones de la historia de la Humanidad, y fue abandonada abruptamente. Como sucedió con la magnífica ciudad de Babilonia, que según se cuenta fue destruida por el rey Evemero en el año 126 a.C (aunque ya había caído en el olvido antes), las ruinas de Harappa, ubicadas hoy en Punjab, Pakistán, guardan en su interior el misterio de su auge y caída y fueron un hallazgo equiparable al descubrimiento de la tumba de Tutankamón, según los arqueólogos.

La ciudad de Harappa tiene cuatro milenios, fue construida 2.600 años antes de Cristo y mantiene todavía un buen estado de conservación, persistiendo los vestigios de una civilización que surgió en el valle del río Indo, con sus muros, casas o calles. Según las estimaciones de los arqueólogos, se trataba de un asentamiento urbano que dominaba la zona norte de la región del río Indo, y fue a mediados del siglo XIX cuando las ruinas fueron expoliadas. En 1826, un viajero británico llamado Charles Masson se encontró con unos extraños montículos de ladrillos y pensó que eran castillos viejos. No fue hasta 30 años después que unos ingenieros que construían un ferrocarril encontraron más ladrillos: la primera evidencia de la ciudad perdida de Harappa.

En 1826, un viajero británico llamado Charles Masson se encontró con unos extraños montículos de ladrillos y pensó que eran castillos viejos

Sir Alexander Cunningham fue el primero en comenzar a excavarla entre 1872 y 1873, después en 1920 se inició una excavación más exhaustiva en Harappa y Mohenjo-Daro. Así fue como se dio a conocer al mundo esta civilización olvidada, y la excavación continuó durante los años 30 y 40, hasta que en el 46 sir Mortimer Wheeler encontró los restos de la muralla de la ciudad. A día de hoy, los turistas visitan la zona para descubrir sus secretos y disfrutar de la calma del lugar. Su antigüedad y algunos de los daños sufridos hacen difícil saber algunas cosas sobre ella, ¿por qué fue abandonada hace 18.000 años?

Parece que en ese tiempo, los habitantes decidieron abandonar las ciudades para migrar a pequeños pueblos en las faldas del Himalaya. Nadie ha sido capaz de resolver el misterio. La civilización era muy avanzada en muchos aspectos, por ejemplo, tenían una red de abastecimiento de agua impresionante y se beneficiaban del clima cuando el monzón no era muy fuerte, para así poder dedicarse a la cultura de regadío.

Las variables

Se detuvo el comercio. Alrededor de la época en la que las ciudades del Indo comenzaron a colapsar, Mesopotamia atravesaba problemas políticos, y era su principal socio comercial. Algunos historiadores apuntan que ese podría haber sido el motivo de la migración, que se produjo especialmente en la ciudad y no tanto en las aldeas.

¿Hubo una guerra? Otros historiadores creían que la civilización del Indo fue destruida en una gran guerra, debido a que los poemas hindús llamados RigVeda (de alrededor del 1.500 a.C) describen a los invasores del norte que conquistaron las ciudades del Valle del Indo. En la década de los 40, Mortimer Wheeler descubrió 39 esqueletos humanos en la ciudad de Mohenjo-Daro, y pensó que eran personas que habían sido asesinadas por invasores. No obstante, a día de hoy esta teoría no tiene mucha fuerza pues no hay evidencia de guerra o asesinatos

Alrededor de la época en la que las ciudades del Indo comenzaron a colapsar, Mesopotamia atravesaba problemas políticos, y era su principal socio comercial

¿Se movió el río? Muchos historiadores creen que la civilización se derrumbó debido a cambios en la geografía y el clima de la zona. Los movimientos en la corteza terrestre (la capa exterior), podrían haber causado que se hundiese el río y cambiase de dirección. Las principales ciudades estaban estrechamente vinculadas al río, por lo que los cambios en su caudal habrían tenido un efecto terrible en ellas. Las inundaciones repetidas podrían haber provocado una acumulación de sal en el suelo, lo que dificulta el cultivo.

Se creía que, al mismo tiempo, el Ghaggar-Hakra (otro río de la zona) se secó. La gente se vio obligada a abandonar muchas de las ciudades ubicadas a lo largo de sus orillas, como Kalibangan y Banawali. Quizá la gente comenzó a enfermar y a pasar hambre, y se habría propagado el caos. Esta teoría, sin embargo, también fue negada por un estudio publicado en ‘Nature Communications‘: ese gran río del Himalaya no fluyó al mismo tiempo que el desarrollo de los asentamientos urbanos de la Civilización de Indo. La investigación muestra cómo los antiguos centros urbanos no necesitaron necesariamente un sistema fluvial activo para prosperar.

«No hacían arte, ni grandes ciudades, ni escribían… pero subsistieron durante otro milenio gracias al secano»

Analizando los sedimentos de la zona, un equipo de científicos ha llegado a la conclusión de que el monzón durante el invierno se incrementó, mientras que el del verano se redujo, lo que les habría hecho migrar de esa zona a las del Himalaya, cambiando su cultura de regadío por la de secano. «No hacían arte, ni grandes ciudades, ni escribían… pero subsistieron durante otro milenio gracias al secano», señalan fuentes del propio estudio en ‘BBC‘. Aunque por ahora son teorías, parece que los arqueólogos están cada vez más cerca de conocer la verdad. Pero aún queda por saber si no fueron un cúmulo de sucesos los que terminaron abruptamente con una de las civilizaciones más antiguas de la historia de la humanidad.

Desvelan la verdad del «faraón hereje»: pudo usar a niños para construir la ciudad «maldita»

 

Desvelan la verdad del «faraón hereje»: pudo usar a niños para construir la ciudad «maldita»




Amenofis IV

 

Amenofis IV no fue un Faraón más de esos cuyo nombre es olvidado en un inmenso eje cronológico. Sus políticas hicieron que se estremecieran las arenas de Egipto desde el mismo momento en el que su padre (Amenofis III) pasó al más allá. Decidido e innovador, entendió que el politeísmo era una farsa promovida por sacerdotes interesados y proclamó el monoteísmo. Para él, la verdadera y única deidad a la que debía lealtad era Atón, el dios que representaba al disco solar en el firmamento. Por ello, se hizo llamar a partir de entonces Akhenatón, cuyo amalgama de significados abarca desde «Atón está satisfecho», a «Espíritu eficaz de Atón» (esta última traducción, según explica el famoso egiptólogo Cyril Aldred en sus diferentes y amplios escritos).

Akhenatón también fue uno de los primeros líderes de su tiempo que aparecía regularmente en público. Una práctica que llevaba a cabo acompañado de Nefertiti y de sus hijas. O que, incluso, realizaba junto a «las mujeres más bellas de Egipto», según determina el investigador Jorge Dulitzky en su libro «Akhenatón el faraón olvidado». Y eso, a pesar de que la leyenda decía de él que era «asexuado o andrógino».

Sin embargo, no fueron sus tendencias sexuales las que le permitieron ganarse un hueco privilegiado en nuestra historia. Fue su decisión de llevarse la capital del reino (por entonces en Tebas) hasta una nueva ciudad la que le hizo famoso y odiado por igual entre sus seguidores.

Ya no solo porque arrebató la importancia a una urbe hasta ese momento determinante, sino porque su nuevo centro neurálgico fue Akhetatón (la actual Amarna), una villa fundada por él mismo que hubo que levantar desde los cimientos. Pero, como diría aquel, al César lo que es del César (o, en este caso, al Faraón lo que es del Faraón). Sumisos, sus ingenieros cedieron a sus caprichos e idearon un sistema que favoreció la construcción de la ciudad a la velocidad del rayo. En tan solo una década, la urbe se alzó -desafiante e imponente- ante los ojos del mundo.

¿Cómo pudo el Faraón crear de la nada una ciudad en un período de tiempo tan breve? Desde hace algún tiempo, los expertos afirman que las nuevas técnicas de construcción fueron las que permitieron este milagro. Sin embargo, una investigación desvelada a principios de junio por el diario anglosajón «The Guardian» ha incidido sobre una teoría alternativa que lleva décadas barruntándose. En palabras de la arqueóloga Mary Shepperson (colaboradora habitual del mencionado periódico y en las excavaciones de Amarna) Akhenatón podría haber utilizado a niños esclavos para construir su nueva capital.

A pesar de que todavía serán necesarios muchos análisis para confirmar esta idea, la experta cree que la hipótesis es más que plausible debido a la ingente cantidad de pequeños esqueletos que han sido hallados en el denominado «Cementerio del Norte» de la urbe. Una buena parte de ellos con lesiones traumáticas y enfermedades degenerativas que aparecen, habitualmente, en aquellos que trabajan con cargas pesadas durante un tiempo considerable. «La explicación más obvia no es agradable: estos niños y adolescentes podrían haber sido utilizados como mano de obra y podrían haber sido obligados a realizar frecuentemente trabajos pesados», añade la experta.

¿Se gesta un loco?

El egiptólogo y escritor Christian Jacq explica en su extensa y documentada obra «Nefertiti y Akhenatón» que «el futuro Akhenatón nació probablemente en el palacio de Malgatta, en la orilla oeste de Tebas». Con todo, destaca que se ve obligado a afirmar «probablemente» debido a que a los cronistas no les interesaba el momento en que eran alumbrados los hijos de los faraones, sino solo el tiempo en el que eran coronados. Durante su infancia, el pequeño egipcio vivió en un país en su máximo esplendor económico y social. La paz era lo habitual por entonces, en contra de lo que habían vivido otros líderes como Tutmosis III (conocido como el «Faraón guerrero» por causas obvias).

La tranquilidad de su padre, Amenofis III, solo se veía turbada por el paulatino aumento de poder de la civilización hitita, a la que el Faraón infravaloró durante toda su vida. La serenidad y la gloriosa sombra de un progenitor al que poco le faltaba para ser el amo del Nilo fueron los pilares de la educación del futuro Akhenatón. «Hacia 1380 a. de C., Egipto posee un Imperio que se extiende desde las costas sirias hasta el Oronte y desde Nubia hasta la tercera catarata. Las buenas relaciones con Mitanni y Babilonia se mantienen», añade el experto.

Momia de la Reina Tiye, madre delfaraón Akenatón y abuela de Tutankamón
Momia de la Reina Tiye, madre delfaraón Akenatón y abuela de Tutankamón– EPA

Todos esos extensos territorios eran regidos desde la capital: Tebas. Una ciudad cosmopolita (y dedicada principalmente al dios Amón) en la que el politeísmo a diferentes divinidades era la base de un culto dominado por una poderosísima casta de sacerdotes.

La misma que, poco a poco, había ganado un gigantesco poder en Egipto hasta el punto de influir directamente en la política. Y la misma que contaba con un auténtico entramado económico que le permitía ubicarse en la cima del poder social. No en vano, y como afirma la historiadora francesa Violaine Vanoyeke en «Más allá del Egipto faraónico», «tenían a su servicio numerosos funcionarios de menor rango encargados del tesoro, responsables de las obras, jefes de rebaños, contables, mayordomos, chambelanes, jefes de flota…».

El «Faraón hereje»

A pesar de que Amenofis III fue uno de los primeros faraones en combatir indirectamente el poder de los sacerdotes, durante la infancia del futuro Akhenatón no se vivió ninguna ruptura religiosa. De hecho, y tras su ascenso al poder, al entonces Amenofis IV se le seguía representando rodeado de deidades (ejemplo de ello son las inscripciones del templo de Sesebi, en Sudán) y como «el elegido de Amón».

¿Cuándo logró sentarse en la poltrona nuestro protagonista? Esta pregunta sigue generando polémica a día de hoy, al igual que la posibilidad de que él y su padre mantuvieran una corregencia en vida. «Las fechas del reinado continúan siendo objeto de controversia: de 1377 a 1360 según Redford, de 1364 a 1347 según Trigger y sus colaboradores, autores de una reciente historia social del antiguo Egipto, y de alrededor de 1353 a alrededor de 1336 para Yoyotte y Vernus en su trabajo de síntesis sobre los faraones… Y eso que me limito a citar tres hipótesis», añade Jacq.

En todo caso, fue entre los años 1 y 3 de su reinado cuando el todavía Amenofis IV decidió adoptar la figura de Atón (el disco solar) como la de su deidad principal. Todo ello, en detrimento de Amón. Algo considerablemente revolucionario para la época.

Estatua de Akhenaton en forma del dios Osiris
Estatua de Akhenaton en forma del dios Osiris– Ignacio Gil

«El Faraón adoptó al Sol, bajo su forma de disco, como único dios», explican en «Textos para la historia del Próximo Oriente antiguo» los catedráticos Francisco Marco Simón y Narciso Santos Yanguas. Los expertos afirman, a su vez, que esta figura no fue creada por nuestro protagonista, sino que ya existía con mucha anterioridad. Sin embargo, sí fue él quien le ofreció un puesto más que predominante en la sociedad. Esta idea la comparte también Jacq: «Atón no es una divinidad inédita en la religión egipcia. Desde la época de Tutmés I, se le considera como una potencia creadora».

Sin embargo, Jacq discrepa con los españoles (así como con otras decenas de expertos) en la idea de que aquel primigenio Akhenatón era partidario de una única deidad. Así pues, mientras que Marco y Santos definen la sociedad creada por el Faraón como claramente monoteísta, él anglosajón es partidario de que, aunque relegó al resto de divinidades, no cargó contra ellas frontalmente. Con todo, una buena parte de los egiptólogos son partidarios de que Amenofis IV se planteó como objetivo la eliminación de las deidades tradicionales.

«Pretendía destruir el anterior politeísmo egipcio y que se llegara a repudiar el culto de Amón. De esta forma trataba de repudiar la vieja religión mortuoria vinculada a Osiris», añaden los autores de «Textos para la historia del Próximo Oriente antiguo» en su obra.

«Akhenatón abolió el ritual dedicado a Amón y a otros dioses menores que se celebraba todos los días»

El historiador Jorge Dulitzky es partidario también de esta idea en su obra «Akhenatón, el Faraón olvidado»: «Akhenatón abolió el ritual dedicado a Amón y a otros dioses menores que se celebraba todos los días, pues era una ceremonia costosa llevada a cabo por una legión de sacerdotes que despertaban a los dioses, los limpiaban, vestían, alimentaban y les hacían reverencias como si fueran reyes». En palabras de este autor, con el tiempo Akhenatón fue destruyendo los clásicos ritos a las deidades egipcias y sustituyéndolos por otros totalmente nuevos.

Lo que sí está claro es que, de la mano de su esposa Nefertiti, Amenofis IV se elevó a la categoría de gran sacerdote de Atón en los primeros años de su reinado.

Tal fue su convencimiento de que esta divinidad debía ser la preponderante, que se cambió el nombre a Akhenatón (cuyo significado ha sido discutido a lo largo de los siglos, pero que vendría a significar «Siervo de Atón»). De esta forma, marcó el comienzo de lo que autores como Dulitzky han calificado de «revolución»: «Hay que destacar dos características particulares de la revolución de Akhenatón: fue una de las primeras impulsadas desde el poder, y […] todas sus reformas fueron hechas en nombre de la religión». El autor, incluso, afirma que a partir de entonces el Faraón creó de cero una nueva religión. O más bien «su nueva religión».

Este culto que vino acompañado de una serie de nuevas costumbres que narra, de forma pormenorizada, la profesora de Historia Antigua Ana María Vázquez Hoys en su dossier «Akhenatón el Hereje»: «El nuevo Faraón prohíbe a su pueblo que se arrodille y se humille ante él. Recorre los campos con su esposa, confraterniza y se mezcla con los fellahs, los anima en su tarea, él mismo abandona toda pompa en sus vestidos. Establece el matrimonio monógamo. Elimina todo tipo de ceremonial tanto en la Corte como en la religión. Prohíbe el fasto y los costosos desfiles. Una de sus frases que ha llegado hasta nosotros es: «Viviendo recta y honradamente es como se honra a Dios». Da orden de abolir la esclavitud y exhorta a los pobres, siervos y desvalidos a luchar por Atón cuya victoria significa la desaparición de la injusticia. Aconseja a las mujeres que sólo parieran dos hijos y se concentrasen en su cuidado. Se convierte en el primer ecologista del mundo y protector de los animales, prohibiendo la caza masiva».

Destrozando a Amón

En sus siguientes años de reinado, Akhenatón entró en conflicto con los sacerdotes que rendían al culto al resto de dioses al relegarles a un segundo plano. El más damnificado fue el clero de Amón, que fue puesto al mismo nivel que el resto de religiosos y cuyo papel preponderante se esfumó. Junto a su importancia se marcharon también, y poco a poco, sus riquezas. Y es que, a partir de entonces el Faraón estableció que todas las nuevas ofrendas pasarían a engrosar los tesoros de los templos dedicados a Atón.

«El rey lesionó forzosamente intereses individuales. Y si es cierto que prestó oído a “malas palabras”, lo hizo sin duda a conciencia, relegando a la sombra a signatarios a los que juzgaba incapaces de cumplir sus funciones religiosas», añade Jacq.

Excavación alemana en Amarna. Objeto en primer plano: El busto hecho pedazos de Akhenatón
Excavación alemana en Amarna. Objeto en primer plano: El busto hecho pedazos de Akhenatón– ABC

Por si esto fuera poco, en el año 9 de su reinado cargó frontalmente (más si cabe) contra Amón y sus seguidores al ordenar eliminar el nombre de este dios de todos los templos. Así define este suceso el egiptólogo francés Georges Legrain en una de sus obras: «Por todas partes se proscriben o destruyen por orden real las imágenes de Amón. Pocos monumentos, tumbas, estatuas, estatuillas, incluso objetos menudos escaparon a las mutilaciones… Se llega a escalar hasta lo más alto de los obeliscos y a descender al fondo de las tumbas para destruir los nombres y las Imágenes de los dioses». Aunque otros expertos como Jacq califican sus palabras de exageradas, lo cierto es que el impacto social si fue destacable.

¿Qué buscaba Akhenatón con esta «herejía»? Su objetivo era terminar con su influencia y lograr, de una vez por todas, que Atón reinara en solitario, como única y verdadera deidad. La decisión, con todo, no le salió barata. Y es que –como especifica Jacq- ha sido tildado a día de hoy de «locofanáticosectarioepilépticoverdugodemente empeñado en vengarse de un clero que le odiaba» y otras tantas cosas más por ello.

La nueva capital

Poco antes de comenzar su revolución, y cuando apenas sumaba cuatro años al frente de Egipto, Akhenatón tomó una de las decisiones más arriesgadas de su reinado. La misma que, a día de hoy, nos obliga a escribir estas líneas: estableció que abandonaría Tebas y trasladaría la capital del imperio hasta una nueva ciudad. Lo curioso es que esta urbe no estaba siquiera edificada, sino que tendría que ser levantada de la nada y, según su decisión, a más de 350 kilómetros de la su habitual residencia. Según afirmó, el mismo Atón le dijo que alzara sobre aquellas vírgenes llanuras ubicadas entre montañas una metrópoli digna.

Lo cierto es que su decisión bien podría ser terrenal pues –casualmente- el emplazamiento se hallaba a medio camino entre Menfis (capital del Imperio Antiguo) y Tebas (capital del Imperio Nuevo).

Con todo, e independientemente de si tomó esta determinación de forma consciente o no, Akhenatón se empeñó en que su megalópolis debía estar edificada cuanto antes. Así fue como se inició una batalla contra el reloj para construir la metrópoli de Akhetatón, la actual Amarna. A día de hoy, un recuerdo perceptible únicamente gracias a las ruinas que han sobrevivido al paso del tiempo, y a las paredes de piedra que marcaba sus límites. Las mismas en las que el Faraón ordenó tallar (y así dejar constancia) de la urbe.

Recreación en detalle de la ciudad de Amarna
Recreación en detalle de la ciudad de Amarna– ABC

La ansiedad de Akhenatón hizo que Amarna fuera edificada en poco menos de una década mediante nuevas técnicas de construcción. El ejemplo más claro es que los arquitectos apostaron por usar bloques más pequeños y manejables (principalmente de adobe) en lugar de los tradicionales, más grandes y resistentes. Otro tanto pasó con las estatuas: los escultores se vieron obligadas a elaborarlas por módulos (y mediante materiales de menor calidad) para ganar su particular carrera al tiempo.

Estas novedades permitieron que la urbe naciera en poco menos que un suspiro (las estructuras básicas estuvieron edificadas sumamente rápido) y que pudiera ser «fabricada» por mano de obra inexperta, pero la condenó a perderse con el paso de los años ante las inclemencias del desierto. «Fueron muchos los artesanos de Tebas que vinieron a instalarse a Akhetatón, pero tuvieron que luchar contra un enemigo poderoso: el tiempo. Como hemos dicho, Akhenatón tenía prisa. Por lo tanto, el conjunto de las paredes maestras sufrió a veces las consecuencias de la rapidez de los trabajos», añade Jacq en su obra.

Con todo, la premura no impidió que Amarna se convirtiera en una de las ciudades más bellas de Egipto. Al menos mientras estuvo en pie. Tal solo cuatro años después de que comenzaran las obras ya había habitantes allí. Y ya en el sexto año de su reinado, Akhenatón se trasladó junto a su gigantesca corte a ella. Junto a él se marcharon artesanos, funcionarios, militares y un larguísimo etc. que, por descontado, redujeron considerablemente la población y la riqueza de Tebas. La otrora capital se vio obligada además a ver como el comercio más destacado (así como los ingresos y ayudas principales del Faraón) se marchaban con él hacia Akhetatón.

«Los testimonios conservados tienden a demostrar que la ciudad de Atón era bella y acogedora, con amplias avenidas»

«Los testimonios conservados tienden a demostrar que la ciudad de Atón era bella acogedora, con amplias avenidas, espacios verdes y barrios muy bien concebidos. La corte encontró una capital atrayente, en la que podía latir el corazón de Egipto», determina Jacq.

Los autores de la obra colectiva «Egipto: 7000 años de arte e historia» son de la misma opinión: «La ciudad se extendía a lo largo de casi 15 kilómetros, como una gran faja que bordeaba la margen oriental del Nilo. En las montañas rocosas que se levantaban a espalda de la gran ciudad se fue creando la gran necrópolis». Sin embargo, lo que más llamaba la atención de la nueva metrópolis es que disponía de un gigantesco templo sin techo (abierto al sol) con cientos de mesas de ofrendas.

La ciudad continuó siendo el centro de Egipto hasta la muerte del Faraón en el 1332 a.C. Entonces fue totalmente abandonada. Con Akhenatón también se marchó su monoteísmo y su particular culto único a Atón. El sueño del revolucionario líder, así pues, se apagó. Después de que el grueso de los pobladores de Amarna regresaran a Tebas, la nueva urbe se fue descomponiendo hasta quedar oculta por la arena. Casi como una ciudad maldita.

¿Niños esclavos?

Ahora, más de 3.000 años después del abandono de Amarna -y siempre según afirma la arqueóloga del «The Guardian»- nuevos restos humanos avalan la idea de que Akhenatón pudo usar a niños y a adolescentes para edificar su ciudad de los sueños. Una teoría, por cierto, que ya venía barruntándose desde hacía décadas. Los huesos de la discordia corresponden a más de un centenar de individuos que fueron hallados en uno de las varias necrópolis populares (que nada tienen que ver con las «lujosas» tumbas de la familia real y los cortesanos) de la vieja Akhetatón: el Cementerio Norte.

El Cementerio Norte (llamado así por hallarse al norte de Amarna) empezó a ser excavado en 2015. De tumbas sencillas –se inhumó con solo una estera a los fallecidos bajo la misma tierra-, de esta necrópolis se han extraído desde entonces los restos de 105 individuos que han sido analizados por la doctora Gretchen Dabbs. Las características de los huesos no pueden ser más espeluznantes: el 90% se corresponden con huesos de seres humanos de entre 7 y 25 años. De hecho, la mayoría pertenecen a jóvenes con apenas 15 veranos a sus espaldas.

El rango de edad de los fallecidos no puede ser más extraño para la época. Y es que, por entonces se correspondía con el arco en el que los seres humanos más resistentes eran a las enfermedades. ¿Cómo es posible? Dabbs cree tener la respuesta: una gran cantidad de los restos encontrados denotan que los chicos fallecidos contaban con algún tipo de lesión traumática. El 10%, sin ir más lejos, osteoartritis (la cual puede aparecer tras haber realizado trabajos forzados). Por si fuera poco, un 16% de los menores de 15 años hallados también padecían dichas dolencias junto a otra serie de problemas óseos. Todos ellos, asociados con portar objetos pesados durante mucho tiempo.

Restos hallados en Amarna
Restos hallados en Amarna– T.G.

La explicación más obvia, según el «The Guardian», es la menos agradable: los restos hallados se corresponden con los de niños y jóvenes que podrían haber sido utilizados como mano de obra para levantar la ciudad de Amarna. A su vez, la arqueóloga es partidaria de que es posible que los huesos pertenezcan a esclavos debido a que en los enterramientos del Cementerio Norte se elaboraron sin ningún tipo de cuidado. Algo raro en una sociedad como la egipcia, donde la familia del fallecido solía ofrecerle una inhumación digna.

Esta teoría se ve reforzada por «casualidades» (o no) como que el 43% de las tumbas contengan a más de un individuo. Una cifra mucho más alta que la que se ha obtenido analizando el resto de necrópolis de Amarna. De hecho, en el Cementerio Norte fueron encontrados hasta 5 0 6 esqueletos juntos. «Los hoyos tienen el mismo tamaño, así que es probable que fueran excavados sin saber cuántas personas se acabarían metiendo en su interior», añade la experta.

Por otro lado, y siempre en palabras de «The Guardian», el Cementerio Norte se haya ubicado entre las principales canteras de usadas en la construcción de la urbe. Otro hecho que avalaría esta macabra teoría. A partir de aquí, las posibilidades son infinitas. La experta habla incluso de que podrían haber sido esclavos traídos desde el exterior para trabajar. Idea que también ronda la mente de muchos egiptólogos desde hace años, y que Jacq refleja en su obra: «Ciertos egiptólogos han escrito que los constructores fueron criminales enviados a las canteras para purgar sus penas. Akhenatón, dicen, encontró entre ellos lo esencial de sus fieles, “recuperando” a una banda de ladrones y asesinos».


La tragedia de la reina Ankhesenamun, hermana y esposa de Tutankamon

 

La tragedia de la reina Ankhesenamun, hermana y esposa de Tutankamon







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Todo el mundo ha oído hablar del famoso niño rey, Tutankamón , pero el nombre de su amada hermana y esposa Ankhesenamun rara vez se pronuncia. La trágica vida de Ankhesenamun estuvo bien documentada en los antiguos relieves y pinturas del reinado de sus padres, el faraón Akhenaton y su gran esposa real Nefertiti, hasta la muerte de Tutankhamon cuando la joven reina parece haber desaparecido de los registros históricos.

Ankhesenamun («Su vida es de Amón «) fue una reina de la Dinastía XVIII de Egipto. Era la tercera de seis hijas conocidas y se convirtió en la gran esposa real de su medio hermano Tutankamón cuando él tenía entre 8 y 10 años y ella 13. Es posible que estuvo brevemente casada con el sucesor de Tutankamón, Ay, según se cree. por algunos para ser su abuelo materno. También se ha postulado que ella pudo haber sido primero la esposa de su padre, Akhenaton .

Tutankamón recibe flores de Ankhesenamun

Tutankamón recibe flores de Ankhesenamun. Esta imagen está en la tapa de una caja encontrada en la tumba de Tutankamón. Fuente de la foto: Wikipedia

El matrimonio dentro de la familia no era raro en el antiguo Egipto y se practicaba entre la realeza como un medio para perpetuar el linaje real. De hecho, los padres de Tutankamón también habían sido hermano y hermana, lo que resultó en algunas de las condiciones genéticas que sufrió el niño rey, incluido el paladar hendido y el pie zambo. Los faraones creían que descendían de los dioses y el incesto se consideraba aceptable para conservar el linaje sagrado.

Ankhesenamun nació en una época en que Egipto estaba en medio de una revolución religiosa sin precedentes (c. 1348 aC). Su padre había abandonado las antiguas deidades de Egipto en favor del único dios ‘verdadero’ de Atón (el disco solar), creando así la primera religión monoteísta. Sus acciones revolucionarias no fueron tomadas fácilmente por el sacerdocio y los seguidores egipcios de Ra. Era difícil para una cultura tan tradicional rechazar a sus antiguos dioses, y el sacerdocio, que tenía mucho poder, opuso una feroz resistencia.  

Ankhesenamun tenía dos hermanas mayores, Meritaten, Meketaten, y juntas, las tres se convirtieron en las «princesas mayores» y participaron en muchas funciones del gobierno y la religión. Varios relieves encontrados en Egipto parecen sugerir que Akhenaton pudo haber intentado engendrar hijos con sus tres hijas mayores, la segunda de las cuales parece haber muerto durante el parto (esta escena está representada dentro de una tumba real).

Después de la muerte de su padre, Akhenaton, y tras los breves reinados de sus sucesores, Smenkhkare y Neferneferuaton, Ankhesenamun se convirtió en la esposa de Tutankhamon. Después de su matrimonio, la pareja se apresuró a restaurar la antigua religión, sin tener en cuenta las acciones de Akhenaton

Aunque tanto Tutankamón como Ankhesenamón todavía eran niños, juntos gobernaron Egipto durante los siguientes diez años. Durante su reinado, la historia muestra que Tutankamón tenía un asesor oficial llamado Ay, que probablemente era el abuelo de Ankhesenamun, y que probablemente desempeñó un papel influyente en la vida y las decisiones de la joven pareja.

Durante su reinado, se cree que Tutankhamon y Ankhesenamun concibieron dos hijos (ambas niñas) que nacieron prematuramente y murieron. La evidencia proviene de los restos momificados de dos bebés encontrados en la tumba de Tutankamón y el análisis de ADN confirmó que eran hijas de Tutankamón. Se sabe que uno de los niños tenía una condición llamada deformidad de Spengel junto con espina bífida y escoliosis.

Aproximadamente a la edad de dieciocho o diecinueve años, Tutankamón murió repentinamente, dejando a Ankhesenamun sola sin heredero a los veinte años. La reina en duelo tendría que continuar en su capacidad oficial como reina de Egipto y desempeñar un papel importante en la búsqueda de un sucesor.

Un anillo inscrito y fragmentos de lámina de oro encontrados en el Valle de los Reyes representan a Ankhesenamen junto con el sucesor de su marido, Ay, pero no hay indicios claros de que estuvieran casados. Su nombre nunca apareció dentro de su tumba y se cree que pudo haber muerto durante o poco después del reinado de Ay, ya que desaparece de la historia poco después de su período.

No se sabe dónde fue enterrada, y no se sabe que exista ningún objeto funerario con su nombre. Esto deja la posibilidad de que su tumba todavía esté en algún lugar, esperando a ser descubierta. Esto puede ayudar a desentrañar el destino final de Ankhesenamun.


Desaparece sin dejar rastro un barco con 26 personas a bordo: emitió señales de socorro

 

Desaparece sin dejar rastro un barco con 26 personas a bordo: emitió señales de socorro



ElCaso   ..........   


Las autoridades japonesas están buscando un barco que, aparentemente, se ha hundido en la costa más cercana al Parque Nacional de Shiretoko, ubicado al norte de la isla de Hokkaido, en Japón. En la embarcación viajaban 26 personas, muchas de ellas turistas y varios miembros de la tripulación.

El capitán de la embarcación emitió una señal de socorro para advertir que estaban teniendo problemas y se podían hundir, pero después de que hayan estado buscando por la zona durante varias horas no han podido encontrar el barco.

En el mensaje de socorro, el capitán afirmó que había una gran cantidad de agua en la proa y que todas las personas que estaban a bordo de la embarcación llevaban chaleco salvavidas. Esta llamada se hizo sobre las 13:15, hora local y después de más de 10 horas de búsqueda no han podido encontrar la embarcación ni a las víctimas de este hundimiento.

Según los datos que gestiona la empresa que es propietaria de la embarcación, 24 turistas estaban a bordo del barco, dos de ellos niños, y también estaban presentes dos miembros de la tripulación. Se trata de una nave de 21 toneladas que se habría hundido por la acumulación de agua en la proa.

Más detalles sobre el hundimiento

La embarcación inició si viaje desde el puerto de Utoro, sobre las 10 de la mañana del sábado, y estaba previsto que regresase al punto de partida sobre las 13:00 horas. Según los testigos, había un fuerte oleaje y los vientos podían complicar la navegación.

Parque Nacional de Shiretoko Google Street View
Parque Nacional de Shiretoko / Google Street View

De hecho, varios barcos pesqueros de la zona decidieron regresar antes de tiempo a la costa por las malas condiciones climatológicas. La cadena pública NHK publicó que había muy malas condiciones para la navegación, con olas de hasta tres metros de altura. Es una embarcación con capacidad para 65 personas. Aunque, afortunadamente, no estaba a su plena capacidad en el momento del hundimiento.

Un destino muy turístico

Este barco hace varios recorridos a diario, es una zona muy turística con bonitas vistas que es visitada por miles de personas cada día. Se puede ver la espectacular costa del norte de la isla de Hokkaido y las cataratas Kashuni.

Se trata de un recorrido de unas tres horas en las que los turistas pueden ver las espectaculares costas de la parte occidental de la península, varios animales como ballenas, delfines y otros terrestres como osos que habitan en las zonas boscosas de este Parque Natural.

La empresa que gestiona este servicio es Shiretoko Pleasure Cruise, varios medios japoneses han querido contactar con ellos para que emitan un comunicado, pero se han negado, por el momento, a hacer declaraciones, ya que consideran que atender a los familiares de las víctimas es prioritario.



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