Los dueños de la discoteca Phoenix de Calella siguen incrédulos. El alcalde Marc Buch (Junts per Calella) les ha "castigado" a través de un decreto que avanza el cierre del local, que a partir de ahora deberá bajar sus persianas una hora y cuarto antes. Eso es, a las 4.45 los viernes y sábados y 3.45 de domingo a jueves. Se trata de una medida tildada de “populista” para tapar la falta de efectivos de la Policía Local que patrullan por la noche.
Es la solución que el alcalde ha encontrado para dar respuesta a la presión de los vecinos que se quejan de la “inseguridad, los ruidos y las peleas” que hay en la calle Jovara. También empujado por las ganas de "sacar a Calella del mapa del turismo de borrachera", por lo que "no cederá ni un centímetro ante los que quieren volver atrás. Hacer negocio y respetar el descanso vecinal tiene que ser compatible", expresaba el neoconvergente en las redes sociales.
“No son responsables de lo que pasa en la calle”
Los residentes de esa zona aseguran que, para ellos, es un “infierno” diario, pero no quieren responsabilizar de todo ello al local. Pues creen que la culpa la tiene el ayuntamiento por no invertir más presupuesto en policía que controle las afueras: “El problema no es de los locales, porque el ruido y las peleas vienen cuando salen de ahí. Ellos no son responsables de lo que pasa en la calle”, explica la portavoz de Calella Segura.
La evidencia está en que las calles cercanas a la discoteca no son las únicas conflictivas. En la parte hotelera de la ciudad los vecinos también soportan “borrachos gritando, medio desnudos”. “Esas personas no vienen de la sala de fiesta, sino de hacer botellón en la playa”, por lo que no entienden que se sancione solamente a ese local cuando el incivismo está repartido por toda la localidad. De hecho, los calellenses consultados por este medio aseguran que prefieren que las personas estén dentro de la sala que fuera.
La inseguridad crece en verano
Desde la Policía Local de Calella denuncian la falta de efectivos. Y ese malestar se traslada también a la calle, que está “sin vigilancia”. Si en invierno ya supone un problema de inseguridad, en verano todavía más, cuando la población se multiplica debido al turismo.
Por su parte, el director de Phoenix, Raul Zarco, lamenta la decisión tomada por el alcalde. Un anuncio que les llegó de forma "precipitada" y en una reunión que más bien fue “una emboscada”, ya que él pensaba que se le convocaba para llegar a un entendimiento. “Me siento traicionado”, asegura el empresario, que avisa de que llegará hasta el final porque ve injusto que sólo se le señale a él como culpable.
Un sector doblemente castigado
Cabe recordar que el sector del ocio nocturno es uno de los que más han sufrido durante la pandemia. “Los pocos que hemos sobrevivido, en vez de ayudarnos, nos hacen la vida imposible con medidas estúpidas que no valen para nada”, añade. En este sentido, según sus cálculos, dejará de facturar como mínimo unos 1.200 euros la hora. “Cada día vienen 100 o 120 personas y, al menos, se toman una copa cada hora a 10 euros cada una”. Si están menos tiempo en el local, menos consumirán, avisa.
Además, se pregunta: “¿Qué diferencia hay para los vecinos que salgan a las tres, a las cinco o a las seis de la madrugada? Si lo que está pasando es en la calle, se van a despertar igual porque fuera no hay policía que controle lo que ocurra, aunque el local esté cerrado".
Del local a la calle, pero la fiesta continúa
Es una teoría respaldada por la patronal de ocio nocturno, que en declaraciones a Crónica Global califican la medida de “absurda” y esperan que el alcalde se convenza de ello. “Esto lo hemos vivido en otros municipios como Esparreguera y hemos convencido a los alcaldes de que era una mala solución”, explica el director general de Fecalon, Fernando Martínez.
En este sentido, avisa de que el avance del cierre "provocará que la salida de gente sea masiva, por lo que se producirá más ruido, acumulación de personas, problemas con el mobiliario urbano e incivismo". Y es que la gente que salga antes de la discoteca buscará otros lugares para continuar la fiesta.
¿Cómo reducir el 'turismo de borrachera'?
Los partidos de la oposición discrepan sobre cuál es la mejor fórmula para limpiar la imagen del turismo de borrachera. Desde Calella en Comú, su portavoz Sebastián Tejada está de acuerdo con el decreto "porque puede contribuir a reducir el impacto del problema y aligerar el sufrimiento de los vecinos".
Plaza del Ayuntamiento de Calella / WIKIMEDIA
Sin embargo, no cree que esa sea la solución definitiva: "Con tal de garantizar la tranquilidad y la buena convivencia entre vecinos y turistas necesitamos un cambio de modelo creando productos de más valor que hagan que nuestra destinación sea atractiva para visitantes que no busquen borracheras y el ocio nocturno irrespetuoso y desenfrenado", apuntilla.
Medida para "ganar un puñado de votos"
Desde Ciudadanos, en cambio, Guillermo Gomis lamenta que se culpabilice al local. "Cuando cierran las salas de ocio nocturno es cuando viene el verdadero problema”, ya que los conflictivos “utilizan las calles para continuar la fiesta”, avisa.
Por eso, desde el partido naranja reclaman que se aplique la ordenanza municipal y que se “tomen medidas contra aquellos que perturban la convivencia a través del incivismo perjudicando a los vecinos que intentan descansar”.
Con todo, el alcalde vuelve a verse inmerso en una nueva polémica. Esta vez, por una medida contra un sector que ya ha sufrido pérdidas económicas y que se siente utilizado para "ganar un puñado de votos en el barrio" meses antes de las elecciones municipales.