martes, 5 de enero de 2021

Dos meses de lista de espera en bancos de alimentos de BCN

 

Dos meses de lista de espera en bancos de alimentos de BCN


  • Las entidades que reparten comida a familias vulnerables están "desbordadas" ante el aumento de la demanda cronificada desde abril

  • La falta de voluntarios y almacenes provocan que haya personas que deban esperar hasta 60 días para ser atendidas

  • El Ayuntamiento quiere reordenar y mejorar la coordinación, aunque avisa que el fenómeno aún no ha tocado techo


El Periodico


Una madre abandona el economato de Trinitat Nova (Nou Barris) cargada con la comida asignada para pasar el mes. Dos hijos que apenas rozan los 7 años trepan por el carretón. "¿Qué nos han traído esta vez mamá?", preguntan como si esperasen un regalo navideño. La mujer cierra los ojos. Sabe que con lo que lleva no llegará a cubrir el primer mes del 2021.

En Barcelona, más de 8.000 familias (40.000 personas) acuden mensualmente los centros de distribución de alimentos (DISA) para llenar la despensa. En algunas asociaciones la lista de espera supera los dos meses. "Los servicios sociales no dejan de derivarnos casos pero hemos superado el límite. Ni tenemos suficiente espacio para almacenar más comida, ni voluntarios para hacerlo posible", claman al unísono desde cinco de los seis centros de distribución de alimentos.

"Me han salvado más estos juguetes que la comida", suspira aliviada Patricia, una mujer que ya antes de la pandemia asistía al reparto de comida del economato de Trinitat Nova, gestionado por Càritas. Esta semana, además de comida, reparten juguetes. "Mi hija tiene cuatro añitos, y ya espera los regalos de los Reyes. ¿Cómo le digo yo que este año no hay?", dice. Este centro alimentaba 950 hogares. El problema, es que hoy son más de 1.300. Y, según explica su coordinador, Toni Quintana parece que están llegando al límite. "No tenemos espacio para más comida, estamos llegando al desbordamiento", explica tras nueve meses viendo como la necesidad en el barrio no deja de crecer.

Adelantos de comida

Una de estas nuevas familias la conforma Susana Sánchez y sus dos niños de 4 y 11 años. En abril, Sánchez perdió el empleo de limpiadora en el Hospital Vall d'Hebrón, pero no fue hasta septiembre que logró llegar al reparto de comida. "He estado toda mi vida trabajando y ahora me encuentro sin nada", dice con los ojos vidriosos. Es la primera vez que necesita ayuda de oenegés para comer y sigue esperando respuesta para recibir el Ingreso Mínimo Vital. De hecho, este miércoles asistía al centro de distribución de comida para pedir un adelanto de comida. "Me niego a que mis hijos estén pasando la Navidad comiendo arroz", añade.

Navidad sin regalos

En una situación similar se encuentran Alexandra López o Claudia. Madres de dos y cinco hijos respectivamente, hace apenas tres meses perdieron el empleo. La primera ya tiene un desahucio pendiente para este enero. La segunda llegó a España huyendo de las guerrillas colombianas y creyó que pidiendo el asilo político estaría protegida. "La necesidad tiene cara de perro manso", cuenta Claudia. Esta vez su hija esta contenta. Ya ha visto que mamá ha conseguido un juguete para ella. En cambio Alexandra, con los hijos adolescentes, ya les ha expuesto lo que hay. "Esta Navidad no hay regalos. Suerte que hay comida en el plato".

Una niña espera mientras su madre rellena la bolsa de la compra con los alimentos cedidos por Cáritas, el pasado miércoles 23 de diciembre.

/JORDI OTIX

En Barcelona más de 8.000 familias llenan sus neveras cada mes gracias a los centros de distribución de alimentos de la ciudad. Unos espacios, coordinados todos por entidades sociales, que dispensan comida a las personas atendidas por servicios sociales. El centro de Nou Barris es uno de los que más ha notado el efecto de la pandemia, pero no es el único. El 'rebost solidari' de Gràcia, gestionado por Gràcia Participa, ha pasado de atender 300 hogares, a más de 4.000. "Parecía que era un tema puntual durante los meses de la pandemia, pero esta situación se ha cronificado. Ya no podemos atender a más personas", asume Josep Manel Alexandre, coordinador de la entidad. En su caso, la imposibilidad de aumentar el reparto también se debe a motivos logísticos. El local que tienen no supera los 80 metros cuadrados, y no tienen dinero para cambiar de espacio.

Los datos de Gracia sorprenden por el tamaño, al tratarse de un barrio donde las rentas por cápita no son precisamente bajas. "El barrio ha cambiado, sé de personas que han tenido que cerrar el pequeño comercio y viven en la trastienda. En otros casos nos ha tocado directamente a los voluntarios, que han pasado de estar en el mostrador, a aparecer en el otro lado", expone.

En otro barrio donde también ha habido muchos locales cerrados es el Gòtic y el Casc Antic. "Las familias viven del turismo y todo esto ha terminado", cuenta Luma Pascua, coordinadora del centro de distribución del 'rebost solidari' del Cas Antic, gestionado por la fundación Roure. "Pasamos de 600 familias atendidas a las 700. Hay listas de espera", comenta. Una situación similar a la del Rebost de Sant Andreu, también gestionado por Càritas. La lista de espera ya es de casi dos meses. "Hasta febrero no podremos atender a nadie, la situación no es nada fácil", comenta el gestor del Rebost Solidari, que cada mes atiende 870 hogares, cerca de 2.000 personas que no tienen nada para comer.

A diferencia de otros sistemas, los economatos son una especie de supermercados sociales donde los productos se obtienen a partir de los puntos que otorgan los trabajadores sociales, en función de la vulnerabilidad de los hogares

/JORDI OTIX

Pobreza vergonzante

En la izquierda del Eixample, el DISA de Sant Josep Oriol no da abasto. Han duplicado las familias atendidas, de 400 a 870. El viernes víspera de las fiestas las convocaron para el reparto de lotes: algún turrón, productos de limpieza, un pollo y canelones. De las 10 toneladas de comida no quedó nada. Las colas abrazaban toda la manzana entre Urgell, Provença, Mallorca y Villarroel. "Nunca habíamos visto esta magnitud, y nos rompe el corazón tener que decir al ayuntamiento que no podemos atender a más personas", cuenta el arcipreste, el rector Nino. "Ves una pobreza vergonzante. Personas que habían sido clase media ahora han tenido que cerrar el negocio y lo poco que tienen lo guardan para pagar el alquiler", dice el párroco.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Detenido un hombre por amenazar con una jeringuilla y agredir al responsable del CUAP de Sant Roc

Metropoli  Los  Mossos d'Esquadr a han detenido a un hombre que  amenazó con una jeringuilla  y agredió al responsable del  CUAP  de  Sa...