Ahogamientos, lipotimias, accidentes de tráfico... aprende cómo reaccionar para auxiliar en cualquier incidente veraniego
El calor aumenta las posibilidades de sufrir un accidente. Por un lado, aumenta las probabilidades de tener un accidente al volante, pues las altas temperaturas no son un buen aliado para las personas que conducen. Por otro lado, con el buen tiempo, nos lanzamos más a hacer actividades al aire libre, deportes en el agua o en la montaña, y nos bañamos en playas y piscinas, donde cada año por desgracia muere gente ahogada.
En 2020, en España, se registraron 338 muertes por ahogamiento no intencionado, 102 menos que en 2019, según los datos del estudio comparativo del Informe Nacional de Ahogamientos (INA) que elabora la Real Federación Española de Salvamento y Socorrismo.
Por otro lado, según datos de QuirónSalud, una temperatura interior del vehículo entre 35 y 40 grados centígrados "es igual de peligrosa que haber bebido cinco cervezas. Con ese calor, el conductor deja de percibir entre el 15 y el 20% de las señales de tráfico y sus errores se incrementan hasta en un 35%", rezaba una nota de prensa de esta compañía de hace tres veranos
En este sentido, la enfermera del centro de salud de Biar y del consultorio de Benejama (Alicante), Rosa María Piñeiro, explica que "el calor puede desencadenar una lipotimia o síncope, de origen vasovagal o por hipotensión ortostática, ya que las altas temperaturas provocan una vasodilatación periférica y alteran la distribución de sangre por todo nuestro organismo, esto acelera caer en una lipotimia, perder el conocimiento, dejar de respirar y una posible muerte vasovagal", asegura.
Por todo ello, la también profesora del Máster en Dirección y Gestión de Unidades de Enfermería de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR) recuerda la importancia "comer sano y mucha hidratación", así como evitar las horas de máximo calor para hacer ejercicio físico.
En caso de pérdida de conciencia por accidente, ya sea un traumatismo, un ahogamiento o un golpe de calor, Piñeiro indica los "primeros cinco minutos son primordiales" para la supervivencia y recuperación cerebral del paciente: a más tiempo que perdamos, mayores serán las secuelas craneoencefálicas.
Lo primero que habría que hacer en caso de encontrarnos en una de estas situaciones es realizar una valoración primaria para ver si estamos ante una pérdida de conocimiento. Para ello, Piñeiro, que también preside la asociación nacional ADeNfermer@, señala que hay que preguntar a la víctima cómo está para ver si está despierta y habla. Si contesta a las indicaciones verbales, "es señal inequívoca de que tiene pulso y respira". En caso contrario, "hay que pellizcar levemente en el hombro" para ver si responde con gestos o gruñidos al dolor. Asimismo, hay que llamar lo antes posible a Emergencias (teléfono 112) para indicarles la información precisa del lugar en el que nos encontramos y la ayuda que necesitamos.
Ahora bien, ¿cómo valoramos si hay respiración o no? Piñeiro indica que hay que "acercarse a la boca con la mejilla e intentar sentir el aliento a la vez que miramos si el tórax se eleva o no". Si hay respiración, "es importante explorar con los dedos el pulso, pues puede tenerlo o no", añade.
"Acercarse a la boca con la mejilla e intentar sentir el aliento a la vez que miramos si el tórax se eleva o no". Si hay respiración, "es importante explorar el pulso, pues puede tenerlo o no"
El pulso se puede sentir en las arterias carótidas, situadas a los lados de la nuez de Adán, con una pequeña depresión en la garganta, o las arterias femorales, que están en las ingles, o bien nos vamos al pulso periférico. En caso de no encontrar el pulso, hay que iniciar la reanimación cardiopulmonar (RCP), que es básico en estas actuaciones.
Los pasos a seguir son, pues, ver si responde, si respira, si tiene pulso e iniciar la RCP. Las indicaciones sobre cómo realizar la reanimación cardiopulmonar básica son renovadas cada cinco años por el Consejo Europeo de Resucitación (ERC, por sus siglas en inglés) y la última actualización ha sido publicada este año 2021. Este año hay algo que Piñeiro resalta: "Indican que la respiración es más importante que el pulso como criterio para decidir si empezar o no la RCP, porque es más fácil verificar que una persona respira".
Cómo realizar la reanimación
Si tuviéramos que iniciar una RCP, los expertos recomiendan a las personas que no están entrenadas en estas técnicas seguir la regla de '30 compresiones torácicas, 2 insuflaciones en la boca'.
Según la guía del ERC, hay que iniciar las compresiones torácicas lo antes posible y realizarlas "en la mitad inferior del esternón (en el centro del pecho): comprima hasta una profundidad de al menos cinco centímetros, pero no más de seis centímetros. Comprima el tórax a un ritmo de 100-120 por minuto con el menor número de interrupciones posible. Deje que el tórax se reexpanda completamente después de cada compresión; no permanezca apoyado en el tórax. Realice las compresiones torácicas sobre una superficie firme siempre que sea posible".
Esta maniobra debe prolongarse durante al menos 15-20 minutos y, para el caso de los ahogamientos, se puede alargar hasta 40 minutos, añade Piñeiro. "El ahogado suele reanimarse de forma más lenta y resucita alargando el periodo de RCP. No nos podemos rendir antes de los 40 minutos".
El nuevo algoritmo incluye también aplicar el desfibrilador en cuanto se tenga disponibilidad del mismo. Todas estas maniobras hay realizarlas sobre una superficie plana, añade la sanitaria.
Escala de Glasgow
Otra de las herramientas con las que conviene estar familiarizado es la Escala de coma Glasglow (GCS), empleada por los profesionales para medir el nivel de conciencia y, por tanto, la gravedad clínica de la víctima. Con ella se evalúa la respuesta motora, verbal y ocular y se va asignando una puntuación según cada respuesta. El valor más alto son 15 puntos e indica que estamos ante una persona en estado normal, pero si se obtiene un resultado inferior a 9, estamos ante un caso de gravedad. Y una puntuación de 3 es equivalente al coma profundo.
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