La polémica continua, los padres de los menores confinados en un hotel de Palma tras el macrobrote producido en Mallorca condenan la decisión del gobierno balear de aislar a los estudiantes que han viajado a la isla para celebrar el fin de curso. Por el momento, se mantiene aislados a 250 menores, los cuales 64 de ellos han dado positivo, para evitar que el virus se propague por sus respectivas comunidades. 

El Gobierno balear se está haciendo cargo de todos los gastos derivados de la estancia de estos jóvenes en un hotel de Mallorca; los padres tan solo tendrán que cubrir el coste del vuelo de vuelta cuando termine su cuarentena. No obstante, los padres no están conformes con la gestión del ejecutivo autonómico respecto a esta situación y un grupo ha denunciado al gobierno isleño por "retener" a sus hijos. 

Pese al descontento de sus progenitores, los jóvenes confinados parecen no perder el tiempo y buscan la mejor manera para distraerse entre las cuatro paredes de sus habitaciones. La Policía Local de Palma informó este martes que varios agentes tuvieron que trasladarse hasta el hotel covid tras las quejas de varios vecinos y clientes del hotel que denuncian los ruidos y los actos vandálicos que los estudiantes ocasionan supuestamente al llegar la noche.

Un equipo de El programa de Ana Rosa se ha desplazado hasta la isla para averiguar cómo pasan el tiempo estos menores. Los reporteros de Telecinco han podido descubrir las peripecias de estos jóvenes para conseguir tabaco y alcohol para que la fiesta continúe. Los estudiantes asilados han encontrado a su propio recadero, un joven amigo de uno de los confinados hace recados para varios menores. 

Este joven llega en patín y con un silbido se hace notar, al momento, varios jóvenes se asoman a los balcones y le lanzan dinero para que pueda comprarles tabaco y alcohol en los bares de la zona. Un establecimiento cercano ha confirmado a equipo de AR que compra bebidas alcohólicas y que pueden ver cómo las consumen. Cuando el sol se marcha comienza la fiesta, gracias a la ayuda de unos cubos atados a sábanas se pasan los suministros de un balcón a otro y así el alcohol llega a todas las habitaciones. 

A una determinada hora, el vigilante de seguridad se marcha y el equipo de El programa de Ana Rosa se queda para hacer guardia y vigilar los movimientos de los jóvenes. Por las ventanas puede verse luces encendida, se escucha música y solo queda el ruido de unos estudiantes que siguen celebrando el fin de curso lo mejor que pueden.