El Ayuntamiento de Barcelona iniciará la primera semana de septiembre la instalación de las vallas en los búnkeres del Carmel. Así lo han confirmado fuentes municipales a Metrópoli. El blindaje de la zona responde a que las baterías antiaéreas del Turó de la Rovira es un punto habitual de botellones masivos y la intención del consistorio es cerrar los búnkeres por la noche, como ya se hace en otros parques de Barcelona, para evitar molestias a los vecinos. Las obras se han retrasado un par de meses.
El coste del vallado ascenderá a 907.275,54 euros, IVA incluido [ver aquí la oferta pública]. Los trabajos, que ejecutará la empresa Certis Obres i Serveis, se prolongarán unos siete meses, es decir que la próxima primavera los búnkeres deberían estar blindados. Las vallas que se colocarán tendrán unos dos metros de altura y, en algunos puntos, de la montaña todavía serán más elevadas por el desnivel del terreno, lo que dificultará intentar saltarlas. Una parte de las vallas se clavarán sobre piedras.
CON CAMINOS PAVIMENTADOS
La primera fase de obras es la más importante y consiste en el vallado de la zona y el arreglo y la conexión de los caminos que envuelven las baterías antiaéreas del Carmel, que se encuentran en el distrito de Horta-Guinardó. En la segunda fase se ejecutará una parte del camino pendiente y el cierre de la parte norte, la que ya no tiene vistas sobre la ciudad. El camino, que tendrá como máximo un metro de ancho, se pavimentará y se iluminará. Un tramo será de escaleras.
Hace unos tres años, Metrópoli hizo un extenso reportaje sobre la degradación de las baterías antiaéreas, situadas en el barrio del Carmel. El espacio está lleno de suciedad y de grafitis. Los problemas en la zona se desmadraron cuando el emplazamiento empezó a salir en las guías turísticas y se masificaron por la presencia de grupos de jóvenes, muchos de ellos turistas. En febrero de 2020, un joven cayó de los búnkeres y resultó herido.
Cartel de los vecinos que están en contra del cierre de los búnkeres del Carmel / METRÓPOLI
VECINOS EN CONTRA
Ni siquiera en invierno, ni con los contagios disparados como este verano, los botellones se han frenado, como ha podido comprobar este medio. El pasado 6 de febrero, decenas de jóvenes se concentraron en la zona sin mascarilla y sin guardar las distancias de seguridad. Los lateros, neveras en mano, también se acercaron hasta los búnkeres para vender cervezas y cubatas, estos últimos a 4,50 euros sin las mínimas garantías sanitarias. El sábado, 24 de julio, a media tarde, numerosas personas, muchas extranjeras, llenaron los búnkeres sin que los controladores de acceso pusieran coto. La venta de alcohol ilegal proseguía.
Una parte de los vecinos de la zona, aglutinada en torno a la plataforma d'Habitatges d'Afectats dels Tres Turons, está en contra del vallado. Fuentes de esta entidad indican que el blindaje forma parte de una operación para acabar cerrando todo el parque del Guinardó y hacerlo de pago. El Ayuntamiento siempre ha defendido públicamente que los búnkeres continuarán siendo gratuitos. Estas intenciones dicen que se han iniciado estos últimos años con la pavimentación de una buena parte del parque. Las mismas fuentes opinan que el problema de los botellones se puede solucionar con la presencia de Guardia Urbana.
Viviendas afectadas por el proyecto de los Tres Turons, que tendrán que ser derribadas / CARLOS RUFAS
DERRIBO DE 295 CASAS
Estos vecinos se quejan de que la decisión para cerrar las baterías antiaéreas se ha tomado sin celebrar ningún proceso participativo y relacionan la clausura con la futura expropiación y derribo de las viviendas afectadas por el plan del Tres Turons, que lleva décadas en los despachos municipales, para convertir la zona en una nueva atracción turística, opinan. Antes de las elecciones de mayo de 2019, el gobierno de Ada Colau explicó cómo se haría el realojo de los vecinos -en seis edificios de nueva construcción que se levantarán junto al espacio de Talleres Muñoz, entre los barrios de Can Baró y el Guinardó- y que se derribarían 295 casas. La intención del Ayuntamiento es convertir los tres Turons en un gran pulmón verde. Desde entonces, no se ha sabido nada más.
La plataforma vecinal ha convocado una reunión para este viernes, 30 de julio, en el párking de la calle de Marià Labèrnia. Los vecinos se preguntan cómo se gestionarán las colas de turistas que temen que se organizarán en las calles cuando los búnkeres estén vallados y se haga un control de aforo para entrar. Y temen que la empresa municipal B:SM, que hará el cierre perimetral y ya gestiona el Park Güell, publicitará la zona para atraer más visitantes, lo que comportará una mayor afluencia de autocares y otros vehículos.
La valla de los búnkeres junto a uno de los accesos / AYUNTAMIENTO DE BARCELONA
SEIS PUERTAS DE ACCESO
Las obras del blindaje de los búnkeres prevén seis puertas de acceso que estarán en las calles de Marià Labèrnia y de Labèrnia, en la parte sur (en los accesos al mirador y al depósito de agua), en el lado norte y junto al centro de información del Museo de Historia de Barcelona (MUHBA), que gestiona el espacio de las baterías antiaéreas. Según el Ayuntamiento, otro de los problemas de incivismo en la zona, además de los botellones, es que se destrozan los restos arqueológicos.
Según explica el equipamiento municipal en la página web, en la zona se conservan los restos de las baterías antiaéreas construidas durante la Guerra Civil para defender la ciudad de los ataques de la aviación fascista. Tras la guerra, alrededor de la infraestructura se construyó el barrio de los Canons, ubicado dentro de la zona de las barracas del Carmel, que perduró hasta el año 1990, dos años antes de los Juegos Olímpicos.
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