jueves, 17 de febrero de 2022

Canal Historia : LOS ENANOS DEL PIRINEO, LOS GOLLUTS

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 LOS ENANOS DEL PIRINEO, LOS GOLLUTS


Llegar a los Pirineos a finales del XIX era una auténtica odisea. Había que ir en tren hasta Ripoll y seguir el viaje en diligencia hasta que se abrió el apeadero de Ribes (1919). El viaje podía durar dos días. A pesar de ello, algunas familias burguesas barcelonesas eligieron los valles de Camprodón, Ribes de Freser y la Cerdaña como residencias estivales. Uno de los primeros millonarios en llegar a La Cerdaña fue el farmacéutico Salvador Andreu. Conoció el entorno cuando acompañó a su padre Andreu Tramullas, al sanatorio de Font Romeu para tratarse del asma que padecía. A partir de 1887, se hizo construir una torre para pasar los veranos. Enric Granados, amigo de la familia, nacido en Camprodón, pasaba temporadas con ellos. Después llegaron Germán Schierbeck, Consul de Dinamarca en Barcelona, las familias los Bufill, los Buxareu y los Volart. Con los años se formaran pequeñas colonias de veraneantes burgueses. Camprodón y Ribas de Fresser, también estaban empezando a despuntar gracias a su paisaje, sus aguas medicinales y su aire puro. Se habían abierto varios balnearios, el Montagut-Perramón (1868), y Els Banys y algunos hoteles como La Corba. Algunas familias burguesas estaban construyéndose su residencia de verano. Uno de los habituales residentes estivales era Miguel de Morayta i Sagrario alojado en el Balneario Perramón de Ribes de Fresser. En uno de sus paseos fue a la parte alta de la villa para visitar las ruinas del castillo Sant Pere (siglo XI). Al llegar a la cima se quedó perplejo al ver un poblado de gente extraña que vivía en comunidad entre los muros de la fortaleza. ¿Quiénes eran aquellas personas? ¿Cómo ningún vecino le había hablado del tema? Todos los vecinos de Ribes de Fresser sabían quiénes eran aquella gente… porque casi todos tenían algúno que otro en la familia.... …pero no se hablaba de ello, era un tema tabú. Se tenía cierto sentimiento de culpa. Les llamaban “golluts”, (goll, en catalán quiere decir bocio (titulado en el fondo). Eran unas 150 o 200 personas bajitas, de poco más de un metro con algunas deformidades en el cuello, pelo rubio y aspecto extraño que vivían marginadas. No se les daba asistencia alguna, ni instrucción, ni siquiera tenían el derecho de ser enterradas en el cementerio o entrar en la iglesia. Bebían en la fuente la de la Margarideta. Sus aguas arsénicas venían del rio Segarell, conocido por los locales como “el rio maldito de los golluts” y su alimentación se basaba en patatas, raíces y el pan negro que algún vecino les daba por caridad. A pesar de su aspecto extraño, eran muy afables, de buen carácter y sin malicia. Tenían fama de tener mucha paciencia. No todos tenían el mismo grado de cretinismo. Los individuos menos afectados por la enfermedad, trabajaban al cuidado de los niños o como porqueros para algunas familias. Por su conocimiento de las hierbas, tenían un don especial para hacer licores. Se dice que una marca de ratafía la creó un enano de Ribes que hacía de niñero para una familia de Olot. Otros individuos no tuvieron tanta suerte y fueron vendidos o alquilados para ser exhibidos en barracas de feria y circos ambulantes. Ahora volvamos con nuestro protagonista: Miguel de Morayta: en sus años de estudiante había fundado la revista “Eco Universitario” junto a Emilio Castelar y José Canalejas. Había sido excomulgado por la iglesia por poner en duda el Diluvio Universal en un discurso en la Universidad de Madrid. Después fue diputado republicano, secretario de la Junta Revolucionaria de Madrid (1868) durante la llamada “Gloriosa”, y hacía poco había sido nombrado Secretario General del Ministerio de Estado de la I República (1886)… en el futuro será también fundador del Gran Oriente Nacional de España y Gran Maestre de la orden en 1889. Tras su encuentro con aquella gente, desde su habitación del Hotel-Balnerio Montagut (20 de agosto de 1886) escribió un artículo para el diario El Globo, “los enanos de Ribas” y una carta a su amigo Manuel Antón Ferrándiz, diputado conservador y descubridor del primer cráneo de Cromagnon en España. Ahora era el director de antropología del Museo de Ciencias Naturales de Madrid. Miguel Morayta estaba al tanto de los nuevos acontecimientos científicos. Conocía la tesis del anatomista sueco Anders Adolh Retzius, uno de los iniciadores de la antropología. Según su teoría, las primeras etnias europeas tuvieron origen mongólico o tartárico.




https://youtu.be/ilpDtzy04ak

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