La foto de Sambo, el perro que ilustra esta noticia, se tomó en mayo de 2019 para un reportaje publicado coincidiendo con el Día del Perro sin Raza, impulsado por este periódico para poner en valor los mestizos, los perros que más abundan en las protectoras. Ya mayor entonces, este pitbull negro buscaba las caricias y quería jugar con tal entusiasmo, tan contento de verse suelto y entre amigos, que resultó difícil capturarle con la cámara. 

Sambo apareció en un reportaje que explicaba qué tipos de perros son más difíciles de adoptar, y entre ellos se encuentran, tal vez ocupando el primer puesto, los denominados Perros Potencialmente Peligrosos o PPP. Por un lado están las trabas que supone tener que obtener una licencia para tenerlos; por otro, las obligaciones como llevar correas cortas, bozales y no poder soltarlos.

También pesa el que los adoptantes no desean ver limitada la capacidad de viajar con ellos, de pasear en libertad o que directamente les tienen miedo, y como contaba Eva de ACUNR, "con miedo no se puede adoptar".

Hace pocos días Sambo ha dicho adiós a la protectora madrileña, ha tenido la suerte poco frecuente entre sus colegas de raza ya adultos de encontrar un buen hogar. Tal vez sus compañeros de espera y encierro puedan a lo largo de este año desprenderse de la etiqueta PPP y así ver en cierta medida facilitado su propio final feliz.

Este viernes, en Consejo de Ministros, se ha aprobado el anteproyecto de ley de bienestar animal del Ministerio de Derechos Sociales, que inicia su andadura con visos de poder entrar en vigor antes de que acabe 2022. El texto, al que ha tenido acceso 20minutos, modifica la polémica ley de 1999 definiendo que los perros solo podrán ser calificados como potencialmente peligrosos "previa realización de un estudio de sociabilidad individualizado. En todo caso, se establecerán reglamentariamente las condiciones en las que deberán manejarse".