sábado, 30 de julio de 2022

Canal FSemana La Barceloneta : Los antiguos berenadores de la Barceloneta Más conocidos como chiringuitos o "merenderos", se convirtieron en una de las atracciones turísticas y gastronómicas del litoral barcelonés

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Los antiguos Merenderos  de la Barceloneta Más conocidos como chiringuitos o "merenderos", se convirtieron en una de las atracciones turísticas y gastronómicas del litoral barcelonés



Durante décadas, el barrio de la Barceloneta estuvo lleno de merenderos, más conocidos como chiringuitos o "merenderos". Se convirtieron en una de las atracciones turísticas y gastronómicas del litoral barcelonés. Nos lo explica Maria Eugènia Riberapropietaria de Cal Pinxo Platja, y Maria Vellvé, antigua propietaria de Casa Costa.

Las primeras tablas

Maria Vellvé, antigua propietaria de Casa Costa, uno de los restaurantes de la Barceloneta, recuerda que el negocio lo empezaron su madre y su abuela. Vivían en el barrio y en la temporada de verano, cuando veían pasar a los bañistas hacia la playa, pensaron que sería una buena cosa poner alguna mesita de camino a la playa, como ya hacía alguien otro, para ofrecer pan y chocolate. Al año siguiente, ya ofrecieron mejillones y así fue evolucionando el negocio. El primer plato estrella de Can Costa no fue el arroz, sino la zarzuela.

Los "merenderos"

Maria Vellvé recuerda que uno de los restaurantes se decía Hawai (después, Cal Pinxo), pero como la gente del barrio no sabía inglés, lo llamaban Avai. Después estaba el suyo, Can Costa. Seguido, el María. Después, el Costa Azul. Y más allá, Andalucía en Cataluña (más tarde, Hostal Catalunya), Las Dos Hermanas, La Susana, El Montoya y el Club Atlético.

Maria Eugènia Ribera, propietaria de Cal Pinxo Platja, recuerda que al principio, exhibían fuera del local una gran cesta llena de hielo donde ponían las gambas, los escamas y el pescado para llamar la atención de la clientela. Delante de cada local, además, había una persona que trataba de atraer a los paseantes y les enseñaba el género expuesto. También les ofrecían aparcamiento para los coches. Si alguno de estos comerciales a pie de calle se pasaba del límite imaginario del restaurante de al lado, las discusiones estaban aseguradas.

En aquella época, los "merenderos" no tenían cierres laterales, de tal manera que uno se comunicaba con el siguiente. Y a pesar de que todos tenían cocina propia, con fuego de carbón, sólo el Hawai tenía cafetera, y el resto le pedían el café.

En los meses de verano, muchos de los chiringuitos instalaban las mesas en la arena de la playa y alargaban hasta altas horas.

El final de una época

El abuelo de la Maria Eugènia, consciente de que algún día derribarían los chiringuitos, hizo construir el edificio donde se instaló Cal Costa. De esta manera, durante un tiempo, tuvieron los dos restaurantes, el merendero y el del edificio.

Entre los años 1991 y 92, con la reforma urbanística planificada por los Juegos Olímpicos, se derribaron los 200. Los restauradores se reubicaron donde pudieron: unos fueron al Palau de Mar; otros, en la Villa Olímpica; otros, en el paseo. La Maria Eugènia se quedó en el edificio que había hecho construir su abuelo, como relataba en 2017 en este capítulo del "Pasó aquí".







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