El foco migratorio está variando. Si hace unos meses preocupaba la avalancha migratoria en las Islas Canarias, ahora la preocupación se sitúa en el oriente del país. En este sentido, si la presión migratoria fue el factor más relevante para Pedro Sánchez en su decisión de apoyar a Marruecos y resolver el desencuentro con Rabat, este mismo problema promete convertirse en el principal quebradero de cabeza tras el desplante de Argel.
Varios factores explican la reactivación de esta ruta. En primer lugar, la suspensión del Tratado de Amistad, Buena Vecindad y Cooperación suscrito con España en 2002, que en su artículo 12 establece que Argel y Madrid «proseguirá su cooperación en materia de control de los flujos migratorios y de lucha contra el tráfico de seres humanos». Su interrupción incide directamente en el intercambio de información en este área y, además, desde su suspensión no se han producido más repatriaciones de migrantes irregulares llegados a España por mar. Además, implica que los llegados desde Argelia a las costas españolas son dejados en libertad inmediatamente, puesto que las normas españolas impiden la retención si la devolución es imposible. Supone, por tanto, un marco de oportunidades para la inmigración irregular que ya se está traduciendo en un aumento de las llegadas hacia el territorio español más cercano a Argelia, como Almería, Murcia o las Baleares. Por otro lado, la precaria situación que atraviesa Argelia desde el punto de vista económico anima a la población joven a salir del país. Durante los dos años anteriores, coincidiendo con la pandemia, Argelia se convirtió en uno de los principales emisores de inmigración irregular, una tendencia al alza, todavía más si cabe al reducirse los controles en el país de origen. Por otro lado, otro factor que explicaría este aumento está relacionado con la instrumentalización de la inmigración, tal y como se dejó claro en el nuevo concepto estratégico de la OTAN que señaló que la situó como una de las amenazas híbridas de los aliados. Un concepto que impulsó España a raíz de la avalancha migratoria orquestada por Marruecos en mayo de 2021. España no ha sido hasta ahora un destino importante para la migración argelina, que ha estado siempre orientada hacia Francia debido a la relación colonial y el conocimiento del francés entre su población. Sin embargo, en los últimos años se ha producido un continuo aumento de las llegadas irregulares de argelinos a través del Mediterráneo a las costas españolas hasta superar las cifras de marroquíes. En concreto, según Frontex, en 2021 y lo que va de 2022 han llegado por esta vía mediterránea a España 13.000 argelinos y 6.000 marroquíes, en un contexto general de aumento de la inmigración irregular argelina hacia Europa.
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