domingo, 20 de noviembre de 2022

La rebelión de Tacfarinas

 

La rebelión de Tacfarinas




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La rebelión de Tacfarinas (17 – 24 d.C.) fue la última ocasión en la que un líder local consiguió iniciar una revuelta contra el dominio del Imperio Romano en el norte de África. La guerra de Tacfarinas duró siete años, pero demostró, una vez más, la enorme versatilidad del ejército romano, capaz de adaptarse al enemigo para vencerlo en su propio terreno. Por todo ello, en este artículo vamos a ver un breve resumen de la revuelta de Tacfarinas para conocer sus causas, sus principales batallas y su importancia en la Roma del emperador Tiberio.

Algunos de los reyes númidas más famosos
Algunos de los reyes númidas más famosos (Fuente: Arrecaballo)

Causas de la rebelión de Tacfarinas

El norte de África era un lugar de vital importancia para el abastecimiento de la antigua Roma. Más concretamente, algunos autores mencionan que hasta dos tercios del grano que llegaba a la metrópolis procedían de allí. Por ello, no es extraño que los romanos quisieran garantizar el suministro costara lo que costara.

Sin embargo, a medida que los colonos explotaban los recursos y se adentraban cada vez más en el interior, mayor era el descontento de tribus nómadas locales como los musulamios o los garamantes. Estas, arrastradas hacia terrenos inhóspitos y desérticos por los latifundistas romanos, solo necesitaban una persona carismática que los aglutinara para rebelarse contra la reducción de su espacio vital.

Esa persona fue Tacfarinas, un númida que había luchado como auxiliar en el ejército romano pero que desertó en el año 17. Aprovechando su formación militar, reunió una banda de rebeldes a los que entrenó siguiendo la disciplina romana y a los que equipó con armas similares. Aparte de los musulamios, recibió la ayuda de algunos grupos de Mauritania capitaneados por el caudillo Mazippa, quien sería su mano derecha.

Busto del emperador Tiberio, gran enemigo de Tacfarinas, en Módena
Busto del emperador Tiberio en Módena, Italia (Fuente: Depositphotos)

Las expediciones de pillaje sobre las tierras colonizadas de las provincias realizadas por Mazippa no tardaron en llamar la atención de Marco Furio Camilo, el procónsul de África. Al mando de la legión III Augusta y las tropas auxiliares estacionadas en el lugar (unos 9000-10000 hombres en total), el gobernador y Tacfarinas se vieron las caras en una batalla campal en ese mismo año 17. El cabecilla númida, confiado en ganar por el entrenamiento y la superioridad numérica de los suyos, sufrió una gran derrota, aunque pudo huir y continuar la revuelta.

La rebelión se reactiva

No se sabe absolutamente nada de Tacfarinas entre el año 17 y el 20, salvo que nunca se rindió. Quizás siguió saqueando o quizás se tomó un tiempo para reflexionar, pues en el 20 d.C. lo volvemos a encontrar enfrentándose a Roma pero con una táctica muy diferente: asediar una fortaleza cerca del río Pagyda, sede de la cohorte romana liderada por un experimentado oficial, un tal Decrio. Este optó por desplegar a sus soldados y entablar una batalla, pero los hombres acabaron dándose a la fuga y Decrio murió tras recibir heridas en el pecho y en un ojo.

El nuevo gobernador de África, Lucio Apronio, se enfadó tanto al enterarse de la noticia que ordenó castigar brutalmente a la unidad con la práctica anticuada del diezmo: de cada diez hombres se elegía a suerte a uno, que debía morir apaleado por sus propios compañeros.

Semejante castigo ejemplarizante parece haber motivado a otras tropas a no correr su misma suerte, puesto que en ese mismo año, en la batalla de Thala, una fuerza de quinientos soldados veteranos derrotó a los hombres de Tacfarinas. Incluso, un soldado llamado Rufo Helvio fue condecorado por su valentía.

Ilustración que recrea el castigo militar del diezmo inflingida por la derrota ante Tacfarinas
Ilustración que recrea el castigo militar del diezmo (Fuente: Arrecaballo)

Poco después, otra derrota sufrida cerca del mar en ese año 20 d.C., esta vez a manos de Lucio Apronio Cesiano (hijo del gobernador mencionado antes), convenció a Tacfarinas de que era mejor abandonar la táctica de asedios y grandes batallas y volver a la guerra de guerrillas. Esta reportaba mejores resultados a los númidas porque les permitía ganar más botín y dejaba a los romanos exhaustos y frustrados.

Quinto Bleso en la revuelta de Tacfarinas

En el año 21 a.C. los saqueos de Mazippa y Tacfarinas eran tan importantes que estaban empezando a afectar al abastecimiento normal de grano de Roma. Por ello, el Senado optó por elegir como gobernador de África a Quinto Bleso, tío del prefecto del pretorio Lucio Elio Sejano. Asimismo, el emperador Tiberio ofreció una amnistía a todos los seguidores de Tacfarinas que quisieran abandonarlo, ahora que todavía estaban a tiempo.

Bleso se propuso vencer a los rebeldes de Tacfarinas en su propio juego, por lo que dividió su ejército en tres columnas móviles y flexibles que se movían por el territorio. De esa manera, el enemigo se encontraba constantemente atrapado entre fuerzas romanas y sufría grandes pérdidas.

Consciente de su éxito, Bleso dividió sus fuerzas en grupos todavía más pequeños que acosaron a Tacfarinas incluso durante el invierno. Finalmente, cuando Bleso capturó al hermano de Tacfarinas, Tiberio no solo le concedió las insignias triunfales, sino que permitió que las legiones le aclamaran (por última vez en la historia romana) imperator. Aun así, la rebelión de Tacfarinas estaba lejos de terminar.

El final de la guerra de Tacfarinas

Se podría decir que justo antes de su final, en el 24 d.C., la revuelta de Tacfarinas estaba más consolidada que nunca. El líder rebelde había difundido el rumor de que los romanos estaban a punto de abandonar África para siempre, por lo que presentó su causa como una guerra de liberación y ganó adeptos.

Sin embargo, no contaba con los éxitos que iba a lograr el nuevo gobernador de la región, Publio Cornelio Dolabela. Primero liberó la ciudad de Tubursico Numidiarum del asedio que estaba sufriendo gracias a la legión III Augusta y sus unidades auxiliares y luego barrió el territorio utilizando la táctica de guerrilla de Bleso.

El escenario del enfrentamiento final entre ambos bandos fue Auzea, un fuerte semiderruido en la costa de la actual Argelia. Los rebeldes se hallaban confiados por la protección que les ofrecían los grandes barrancos que rodeaban el lugar, de manera que no se dieron cuenta de que los romanos se estaban acercando.

Con tropas de infantería y caballería ligera, los romanos cayeron sobre los númidas un día al amanecer, cuando estos aun dormían. En consecuencia, los guerrilleros fueron masacrados, el hijo de Tacfarinas fue capturado y el propio Tacfarinas murió luchando en combate. Desprovisto de su caudillo, el movimiento de rebelión se disolvió rápidamente.

Ilustración que recrea a jinetes númidas mauros o mauris
Ilustración que recrea a jinetes númidas mauros o mauris (Fuente: Arrecaballo)

Consecuencias de la rebelión

Tras el final de la guerra de Tacfarinas, el emperador Tiberio estableció una zona neutral al suroeste de la provincia africana para instalar allí a los musulamios. No obstante, fue de poca utilidad ya que el odio de las tribus locales hacia los usurpadores de sus tierras siguió creciendo. De hecho, cabe decir que hubo otra rebelión contra la ocupación romana en el 40 d.C., aunque esta vez bajo el reinado de Calígula.

Por su parte, los romanos aprendieron varias lecciones de esta larga campaña de siete años. En primer lugar, habían ganado por la alta flexibilidad de su ejército, capaz de adaptarse al terreno y al enemigo al que se enfrentaban, tal y como hicieron al adoptar la guerra de guerrillas en vez de la batalla campal. En segundo lugar, habían aprendido que, en muchas ocasiones, bastaba con eliminar al líder para que toda la rebelión muriera, por muy numerosa que fuera. En tercer lugar, eran conscientes más que nunca de que la mejor respuesta a un conato de rebelión era una rápida respuesta ofensiva, aunque en ese momento no tuvieran las fuerzas suficientes para vencer del todo.

Con todo y con eso, no hay que exagerar la importancia de la revuelta de Tacfarinas. Las fuentes primarias que podemos consultar, como los Anales de Tácito, tenían sus propios motivos para magnificarla, pero lo cierto es que, a pesar de su duración, nunca constituyó una amenaza grave para la estabilidad del Imperio Romano.

Estatua de Tácito en el exterior del parlamento de Austria
Estatua de Tácito en el exterior del parlamento de Austria (Fuente: Wikimedia Commons)

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