Los agentes de la Guardia Urbana ubicada en la calle de Tàpies de El Raval de Barcelona, preocupados por el vandalismo que sufre el cuerpo. La base de la policía municipal de Barcelona en el conflictivo barrio continúa levantando ampollas entre los agentes, según ha explicado el sindicato CSIF, que ha denunciado que los vehículos amanecen llenos de pintadas, con orines o con ruedas pinchadas.
Se trata de una lucha que el sindicato de funcionarios lleva tiempo protagonizando contra el gobierno municipal, y es que ya avisaron a la alcaldesa, Ada Colau, y al teniente de alcalde de Seguridad, Albert Batlle, que el espacio no podía garantizar la salud y la seguridad de los trabajadores.
La comisaría de la calle Tàpies, explica a Metrópoli Eugenio Zambrano, portavoz de CSIF en la Guardia Urbana, no tiene un espacio reservado para el aparcamiento de vehículos. Por ello, coches patrulla, motos y furgones tienen que estacionarse en plena calle al alcance de cualquiera. No es extraño que cada mañana algún vehículo aparezca vandalizado, ya sea con graffitis, con ruedas pinchadas o con excrementos por encima.
El sindicato señala también el foco de problemas que supone a Sala Baluard, un centro de drogodependencia a la que acuden personas todos los días para superar sus adicciones y que se sitúa a escasos metros del centro policial. Desde los representantes de los uniformados, señalan que son habituales los conflictos entre la policía y los usuarios del centro.
AMENAZA TERRORISTA
Asimismo, recuerda que no es de recibo esa situación debido a que la Guardia Urbana sufre de la constante "amenaza terrorista". "Estamos en nivel 4 de amenaza terrorista. Los espacios de estacionamiento tienen que estar vigilados con cámaras y con personal uniformado, pero el Ayuntamiento nos dice que nos busquemos la vida", ha expresado Zambrano.
Se trata de una comisaría en la que trabajan 500 policías y las plazas de aparcamientos son escasas, ya sea para vehículos policiales como los vehículos personales de los agentes, concretan. Asimismo, de la misma manera que los vehículos logotipados sufren de vandalismo por graffitis, los vehículos personales han sufrido pinchazos con jeringuillas, entre otros tipos de sabotajes.
Además, debido a la falta de espacio, los agentes tienen que aparcar en plazas por el distrito, lo que les expone a tener que caminar "desarmados y expuestos" y corren el riesgo de ser identificados en "determinadas zonas muy conflictivas". La solución, consideran desde el sindicato, pasa por ampliar las plazas de aparcamiento y por incrementar la vigilancia de los vehículos.
"La comisaría está mal ubicada y estamos teniendo problemas con los vehículos de los agentes y los vehículos logotipados por la falta de seguridad y vigilancia", sentencian.
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