Larazon ........VÍCTOR FERNÁNDEZ
Los exiliados cubanos que trabajaban para la Agencia en 1963 fueron investigados como posibles autores del magnicidio
Hace unas semanas, el presidente Joe Biden ordenó la desclasificación de miles de páginas, un total de 7.000 archivos relacionados con las investigaciones oficiales alrededor del asesinato de John F. Kennedy. No son todos los documentos que se esperaba que vieran la luz de una vez por todas porque la CIA ha presionado con fuerza para que algunos sigan siendo secretos, como todavía ocurre.
Hasta ahora el gobierno estadounidense y sus agencias han declarado públicamente que Kennedy fue asesinado por un loco solitario de izquierdas llamado Lee Harvey Oswald quien habría disparado contra la caravana presidencial el 22 de noviembre de 1963 en Dallas. Oficialmente no hubo ningún otro sospechoso. Caso cerrado. Sin embargo, los nuevos documentos hechos públicos por Biden demuestran que eso es totalmente falso.
Un memorando del 22 de marzo de 1977, que ha podido ser consultado por este diario, expone claramente en negro sobre blanco que la CIA sí investigó entre sus filas al sospechar que alguno de sus colaboradores podría haber participado en el magnicidio de Dallas. Por primera vez sabemos que un miembro de la Agencia realizó una investigación que se centró en el entorno de los exiliados cubanos en suelo estadounidense. Redactado por Donald R. Heath Jr., hijo de un importante diplomático de mismo nombre, el documento demuestra que las indagaciones de la CIA se centraron en sus oficinas de Miami.
Health asegura en su informe que habló con exiliados cubanos que se convirtieron en sus informadores sobre el caso. No deja de ser curioso constatar que si bien el sospechoso oficial del crimen, Lee Harvey Oswald, era visto como un simpatizante de Fidel Castro, las indagaciones desde Miami se focalizaran en los anticastristas. Nunca se han hecho públicas las investigaciones realizadas por la CIA en este sentido, una línea radicalmente opuesta a la llevada a cabo en esos días por la Agencia alrededor del asesinato del presidente Kennedy.
Los exiliados anticastristas colaboraron con la CIA en algunas operaciones durante los mil días que Kennedy estuvo al frente de la Casa Blanca. El presidente heredó de su predecesor en el cargo, Dwight Eisenhower, una serie de operaciones de guerra sucia en Cuba que tenían como objetivo derribar a Castro. A regañadientes, Kennedy aprobó en 1961 el intento de invasión de la isla que se saldó con el fracaso de Bahía de Cochinos.
Su negativa a enviar apoyo militar a los anticastristas en esa operación montada por la CIA nunca fue perdonado por estos, pese a que en público JFK asumió la responsabilidad del fiasco. El hecho de que Kennedy se negara a actuar militarmente contra Cuba durante la llamada Crisis de los Misiles fue vista como una traición por los anticastristas más radicales.
Health expone también que después del magnicidio de Dallas algunos investigadores del FBI se pusieron en contacto con la oficina de la CIA en Miami preguntando por la posible participación de exiliados cubanos en la muerte de Kennedy. El autor del informe habló con dos de sus informadores allí poco después del magnicidio, a los que identifica con los nombres en clave de AMING-3 y AMBLEAK-1, para que le facilitarán una lista de “todos los cubanos exiliados o estadounidenses-cubanos que consideraran capaces de orquestar el asesinato del Presidente Kennedy en orden de precipitar un conflicto armado entre Cuba y Estados Unidos”.
Estas dos mismas fuentes también le aportaron los nombres de los exiliados cubanos con dinero suficiente para financiar una operación como la llevada a cabo el 22 de noviembre de 1963. Todavía hoy se desconocen quiénes aparecían en esas listas y si fueron tomados en consideración por otros investigadores. Puede que esos nombres sigan entre los documentos por desclasificar si es que llegan alguna vez a ver la luz.
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