La inflación de los alimentos se situó en el 15,7% a finales de 2022, frente al 17,8% de media en la UE. En países como Alemania o Portugal rozó el 20%

Una mujer haciendo la compra en un supermercado
Una mujer haciendo la compra en un supermercado FOTO: Cristina Bejarano La Razón

Ione Belarra, secretaria general de Podemos, considera que los precios de los alimentos han escalado de forma abultada en los últimos meses porque las grandes empresas de distribución y sus propietarios, a los que tacha de «capitalistas despiadados», «se están haciendo de oro» por la crisis derivada de la guerra de Ucrania. Pero los datos no apuntan a que las cadenas españolas sean las responsables de estar haciendo crecer la inflación aumentando sus márgenes. De hecho, de ser así, serían de los que menos «tajada» estarían sacando a la situación a tenor de lo que está ocurriendo en el resto de países europeos.

Según el Instituto Europeo de Estadística (Eurostat), la inflación de los alimentos en España cerró 2022 por debajo de la media de los países de la Unión Europea y, aunque siendo abultada, es de las más bajas de todo el club. El pasado ejercicio cerró con un incremento medio de los precios de los alimentos en la Unión del 17,8%. Frente a ello, en España fue del 15,7%. De los 27 países que integran la UE -a los que el análisis añade a Serbia y Noruega-, sólo diez cerraron con un IPC alimentario inferior al español. Y en dos de ellos, Bélgica y Grecia (15,4%), fue casi igual al de España.

En países como Portugal (19,9%) y Alemania (19,5%) el incremento fue muy superior al español. La subida más abultada fue la de Hungría (47,9%).

Los márgenes de las compañías no llegan ni al céntimo por euro facturado en algunos casos

Desde que en septiembre pasado la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, lanzase su idea de crear una cesta básica de alimentos a precios controlados para combatir esta inflación, el sector de la distribución ha repetido con denuedo que las compañías están realizando desde hace muchos meses grandes esfuerzos para contener el fuerte impacto que, sobre los costes de producción y distribución de alimentos, ha tenido la escalada de la energía y de las materias primas. Como explican fuentes de la patronal, el problema de los precios «no es una cuestión de márgenes, sino de costes». Y los márgenes del sector así lo ratificarían. En 2021, su rentabilidad media fue del 2,3%. Pero según los resultados correspondientes al primer semestre de 2022, Carrefour, por ejemplo, obtuvo un margen de apenas el 0,6%. Es decir, por cada euro que vendió la cadena francesa, apenas ganó en términos netos 0,6 céntimos de euro. En el caso de Mercadona, la principal cadena de supermercados de España, apenas tuvo un margen de 2,7 céntimos por cada euro vendido en 2021.

Más evidente resulta en el caso de Dia que sus márgenes no le han servido de mucho para inflar sus resultados. En el primer semestre del pasado ejercicio, la cadena perdió 104 millones de euros.

Tanto Carrefour como Mercadona o Dia, como ocurre en el sector de la distribución, no logran sus beneficios gracias a sus precios unitarios sino a sus volúmenes de ventas, por lo que reducir sus pequeños márgenes impactaría en gran medida en sus cuentas de resultados y, por añadidura, en su actividad y en el empleo -que, recuerdan desde el sector, también ha visto incrementados sus costes con medidas como las fuertes subidas del salario mínimo de los últimos años-.

El sector insiste en que hacen frente a un «tsunami» de costes que son los que encarecen los precios

Energía y transporte son los elementos que, según los supermercados, impiden que los alimentos bajen todavía más. Desde el sector de la distribución subrayan que la supresión o reducción al 5% del IVA que entró en vigor a principios de año en determinados alimentos básicos no es una receta mágica, ya que el precio de los alimentos no depende solo de los impuestos. La bajada de este impuesto indirecto, dicen, es una medida que ayuda a que el consumidor perciba una rebaja, pero no es suficiente, porque el resto de circunstancias que han provocado el incremento de precios persisten. Para paliar la crisis del precio de los alimentos, la distribución reclama medidas destinadas a la cadena alimentaria que ayuden a bajar el «tsunami de costes» de la energía, del transporte y de las materias primas que soportan, lo que daría como resultado un abaratamiento mayor del precio de la comida. Así, aunque es previsible que esta bajada del IVA modere la inflación de los alimentos, aún se desconoce cuál será su impacto real y cómo evolucionarán los precios a largo plazo. Según advierten, si todos estos componentes siguen el alza, los alimentos se seguirán encareciendo.

Frente a esta postura, desde Podemos han recuperado su propuesta de crear una cesta básica de la compra con precios limitados. Belarra sostiene que las medidas «más baratas y efectivas» consisten en la intervención pública de sectores estratégicos, dado que la crisis económica de 2008 demostró que la «mano invisible» del mercado dejó a «miles de personas en la calle» y sin empleo. Frente a ello, van a insistir en demandar una «gran intervención pública» en el sector de la distribución de alimentos para topar precios. En sus anteriores propuestas, el partido morado se abría a estudiar bonificaciones directas al precio de los alimentos (como se hizo con los carburantes), pero unido a un impuesto a grandes empresas de distribución para compensar el despliegue de fondos públicos y sanciones a las empresas que aprovecharan esa ayuda para continuar elevando el coste de los productos.

La insistencia de Podemos en la cesta básica de la compra parece que, de momento, ha sido recibida con frialdad por sus socios de Gobierno socialista, como ocurrió también en septiembre. La ministra de Industria, Reyes Maroto, respondió ayer a los ataques de Belarra a los empresarios advirtiéndola de que «más que criticar» lo que hay que hacer es «tomar medidas» como las adoptadas por el Gobierno para suavizar el impacto de la inflación, sobre todo la bajada del IVA.