La construcción quedó destruida. El autor pretendía que los feligreses murieran, ya que ató varias puertas con cuerdas por fuera para que no pudieran salir
Se sospecha de un hombre de entre 60-80 años que prendió fuego a su granja y a su vivienda
Podría parecer el argumento de una novela negra nórdica, pero se trata de un hecho real que ha conmocionado a los cristianos del centro de Europa y que tuvo lugar el día de Navidad en la localidad de Rautjärvi, en el sur de Finlandia, a pocos kilómetros de la frontera rusa. En la parroquia, una iglesia de madera construida en 1881, se celebraba el tradicional servicio navideño, con la participación de más de 30 feligreses. «
El pastor nos estaba hablando del amor de Dios cuando escuchamos varias explosiones y comenzamos a ver el humo, que entraba por debajo de las puertas, y se nos invitó a salir de la iglesia de forma ordenada, porque era evidente que había un incendio», ha relatado Kari Luumi, exvicario local y que participaba en la celebración, «pero no pudimos abrir la puerta principal porque estaba cerrada desde fuera, solo pudimos abrir a empujones una de las puertas laterales y salir por allí».
Como certificaría más tarde la Policía, las puertas de la iglesia habían sido atadas con cuerdas para evitar que pudieran abrirse desde dentro antes de provocar el incendio con varios focos. Los feligreses pudieron ponerse a salvo a tiempo, pero la iglesia fue completamente devorada por las llamas. Mientras los bomberos locales intentaban controlar el fuego, se declaró un segundo incendio en una granja situada a unos 30 kilómetros de la iglesia, en el que murió un hombre de unos 80 años que se ha convertido en el principal sospechoso del ataque.
La Policía cree que este hombre incendió la iglesia con intención de asesinar a cuantos estuviesen dentro y después prendió fuego a su propia casa con la intención de suicidarse, aunque no logra establecer las causas o motivaciones que pudieran impulsar sus actos, según las informaciones de Helsingin Sanomat. Después de interrogar a todos los presentes en la iglesia, ha quedado claro que ninguno conocía al presunto pirómano, al que los vecinos describen como un hombre huraño, que no se relacionaba con nadie.
«Además de su casa unifamiliar, ardieron el granero y el establo al mismo tiempo, por lo que creemos que fue un incendio provocado. Y un coche sobre el que estamos preguntando a todos los vecinos de la zona para tratar de establecer si fue visto en las inmediaciones de la iglesia», explica el jefe de la investigación, Saku Tielinen.
«Los dos incendios se produjeron en muy corto espacio de tiempo y si fue el mismo autor tuvo que desplazarse en coche de uno a otro punto». La Policía ha solicitado la colaboración ciudadana para tratar de ubicar a la hora del incendio de la iglesia un Opel Astra color burdeos de 2020, que quedó después completamente destruido en el incendio de la granja.
Protocolo de seguridad ante el temor de más ataques
El comisario Mika Salminen ha confirmado que nada apunta a que la granja fuese incendiada por terceros, sino que los indicios hablan de un fuego provocado por su inquilino, al que los agentes describen como un hombre de entre 60 y 80 años, que vestía botas de goma y pantalones negros y chaqueta marrón, además de un gorro de punto azul y blanco bien calado. «Estamos investigando la posible autoría del incendio de la iglesia por parte de este sospechoso. No tenemos evidencia definitiva de que fuese él, pero es como si el vínculo temporal entre los dos incendios no fuera un coincidencia, al menos las señales apuntan en esa dirección», ha explicado Tielinen, «pero todas las líneas de investigación e hipótesis siguen abiertas a la espera de poder averiguar algo más sobre este hombre».
El ministro de Ciencia y Cultura, Petri Honkonen, ha anunciado una visita y está buscando la forma de financiar la reconstrucción de la iglesia, pero llevará tiempo. Otras parroquias de Kymenlaakso se han ofrecido a acoger a los feligreses de Rautjärvi, pero cunde el miedo en la región. El director jefe de la Policía del sureste de Finlandia, Harri Horttanainen, junto al jefe de la Brigada de Bomberos, Petri Pätilä, intentan establecer un protocolo de seguridad que tranquilice a las iglesias luteranas, a las que pertenecía la de Rautjärvi, que temen nuevos ataques.
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