Finlandia comenzó este martes la construcción de un muro en la frontera con Rusia, en el cruce situado en la localidad de Imatra, en el sureste del país. El muro, que se espera esté construido para finales de junio, tiene una longitud de unos tres kilómetros.
Se trata de una primera construcción de prueba de cara a ampliar su trazado. La construcción también contempla el levantamiento de vallas y la instalación de sensores de movimiento. Está previsto que la construcción pase por terrenos de propiedad privada, por lo que el Estado tendrá que negociar con sus dueños antes de continuar con unos trabajos que confían se expandan más alla de 200 kilómetros.
Finlandia hace frontera con Rusia a lo largo de 1.340 kilómetros. Desde que Helsinki ratificara su ingreso en la OTAN, esa es también la frontera de la Alianza Atlántica. Y eso ha ocurrido porque el país de los mil lagos ha sido un objetivo habitual de las amenazas rusas desde que las tropas de Putin invadieran Ucrania.
El Kremlin no ha dejado de sugerir al gobierno finés que su territorio podía correr la misma suerte que el de Zelenski. La consecuencia de esas amenazas ha sido la histórica renuncia de Finlandia a su neutralidad. Hoy, junto a Suecia, es miembro de la OTAN.
El Kremlin no ha dejado de sugerir al gobierno finés que su territorio podía correr la misma suerte que el de Zelenski
Antes incluso de firmar su ingreso en la alianza, el parlamento finlandés aprobó en julio una ley para reforzar la protección de la frontera con Rusia. El texto incluía la posibilidad de instalar barreras y, en casos especiales, cerrar el acceso por esa vía a peticionarios de asilo. Finlandia entiende que una frontera sin vallas es una vulnerabilidad.
Por eso, la ley —aprobada por vía rápida— pretende evitar el uso de los refugiados como elemento de presión sobre la frontera finlandesa, como ya ocurrió en la frontera entre Bielorrusia y Polonia. El gobierno bielorruso, aliado de Putin, atrajo a los migrantes de Oriente Medio a las fronteras de la UE en Polonia y Lituania, en aparente represalia contra las sanciones de la UE contra Minsk. "Tratamos de enviar el mensaje de que usar a las personas como una herramienta, como vimos que se intentó en la frontera entre Bielorrusia, Polonia y Lituania, no tendrá éxito en Finlandia", comentó en julio el diputado Ben Zyskowicz.
El texto aprobado abre la posibilidad de restringir los puntos en los que es posible demandar asilo y centralizar las peticiones en un número limitado de pasos fronterizos. De hecho, suscitó polémica por posible contradicción con las normas de asilo de la Unión Europea.
De los más de 1.300 kilómetros de frontera que comparten con Rusia, se ha elegido levantar la verja a lo largo de entre 130 a 260 kilómetros, en las zonas consideradas de mayor riesgo, como los pasos fronterizos y sus alrededores, explica la Guardia de Fronteras de Finlandia (Rajavartiolaitos).
La parte principal de la valla se situará en la zona prioritaria de control fronterizo del sureste de Finlandia. Según Jefe de la Unidad de Asuntos Internacionales, Matti Pitkäniitty, la verja será probablemente metálica y con alambre de espino. También dispondrá de equipos de vigilancia. "Sin embargo, la valla no es una solución en sí misma, sino que formaría parte de un enfoque global que tendría en cuenta los recursos humanos, la táctica y la tecnología. La barrera en sí sería una combinación de valla, vigilancia técnica y carretera", según la Guardia de Fronteras finlandesa.
Se tardará entre 3 y 4 años en completar el vallado previsto, "dependiendo de la disponibilidad de fondos y de la fluidez del proceso de contratación". El proyecto, reconocen, "es bastante grande y caro, con costes estimados en cientos de millones de euros".
Defiende Pitkäniitty la impermeabilización de la frontera ante la que llama creciente "instrumentalización de la migración". Según el responsable de Interior finlandés, "el hecho de no tener ninguna valla en la frontera puede convertirse en un factor de atracción".
Como parte del mismo plan, Helsinki ha aprobado el "cierre completo" de sus fronteras a los turistas rusos, aunque tengan visado expedido en un país del espacio Schengen, alegando que su llegada puede causar "un grave perjuicio para la posición internacional de Finlandia".
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