La entidad emisora se ve obligada a revisar casi medio punto sus estimaciones de inflación subyacente en la zona euro apenas dos meses después de publicar su último cuadro macro
El Banco Central Europeo (BCE) trasmitió el pasado jueves un mensaje de cierta tranquilidad a los mercados financieros en torno a las turbulencias generadas por los problemas de la banca mediana en EEUU y Credit Suisse, pero no llevó las mejores noticias a los consumidores. El organismo emisor mantiene activadas las alarmas sobre la evolución de los precios, pero con especial incidencia en los de los alimentos elaborados, para los que prevé un incremento superior al previsto hace poco menos de tres meses.
Precisamente, los desvelos de la institución que preside Christine Lagarde coinciden con el elemento que representa el auténtico azote de los consumidores a la hora de elaborar la cesta de la compra, y que prosigue su espiral alcista sin que, hasta la fecha, se hayan visto reflejados los efectos de las rebajas fiscales aplicadas por el Gobierno español desde comienzos de 2023.
Sin desviar el objetivo
Tras la última reunión del consejo de gobierno, en la que acordó la espera subida de 50 puntos básicos en los tipos de interés de la eurozona, hasta el 3,5%, el BCE constató que la inquietud generada en los mercados por la quiebra del norteamericano Silicon Valley Bank (SVB) y otros bancos medianos y los problemas financieros de Credit Suisse no debían desviar a la entidad emisora de su objetivo de mantener la evolución de los precios bajo control, con el objetivo marcado del 2% como meta.
En este sentido, el BCE se muestra especialmente inquieto por la evolución de la inflación subyacente, aquélla que excluye los elementos más volátiles de la cesta de productos que se incluyen en el Índice de Precios al Consumo (IPC), toda vez que, al contrario de lo que sucede con este indicador, sus proyecciones apuntan a mayores subidas.
Moderación de la energía
Así, mientras que las estimaciones más recientes del BCE reflejan un incremento del IPC menor al reflejado en el último cuadro macro que publicó, en los últimos días del pasado año, con las de la inflación subyacente ocurre todo lo contrario.
El organismo emisor ha revisado al alza nada menos que cuatro décimas su previsión de inflación subyacente media para 2023, hasta el 4,6%; en cambio, ha recortado la del IPC armonizado hasta el 5,3%, toda vez que continúa apreciando una moderación en los precios de la energía, en especial, y también de los alimentos frescos.
El escenario se reproduce en España pero de manera corregida y aumentada porque en nuestro país la inflación subyacente se sitúa claramente por encima del IPC y avanza sin control por encima del 7%, de acuerdo con los datos definitivos del mes de febrero que dio a conocer el pasado día 14 el Instituto Nacional de Estadística.
A finales de 2022, el Consejo de Ministros aprobó una rebaja del IVA a determinados productos de la cesta de la compra, centrada en los alimentos de primera necesidad, que están gravados desde enero al 0%, desde el tipo super reducido del 4% que se aplicaba hasta ahora.
Sin efectos, por ahora
De este forma, el Ejecutivo pretendía paliar las subidas de productos como los huevos, el pan, el azúcar y la leche, cuyas alzas se han ido por encima del 20% en términos interanuales en los últimos meses.
En la medida también se incluyó un recorte del 10% al 5% para los aceites y las pastas, otros productos que también se han encarecido de forma notable.
Lo cierto es que los efectos apenas se han dejado sentir, que las cifras de enero y febrero no muestran síntoma alguno de moderación y en el BCE también se han encendido todas las alarmas por este extremo.
Sin ir más lejos, Eurostat ha publicado este viernes el dato de inflación de la eurozona correspondiente al mes de febrero, que se sitúa en 8,5% en tasa interanual, una décima por debajo del consignado en enero; pero la noticia está de nuevo en la subyacente, que ha escalado hasta un máximo histórico del 5,6%.
Récord de la serie histórica
Se da la circunstancia de que España presenta en la actualidad una de las cifras de inflación menos elevadas entre los países que comparten la divisa europea (6%, es decir, dos puntos y medio por debajo de la media) pero, en cambio, la inflación subyacente se encuentra casi dos puntos por encima y en constante subida.
El avance de la variable en la eurozona durante febrero es de tres décimas y supone alcanzar cotas inéditas en la serie histórica; un dato que viene a confirmar las conclusiones del consejo de gobierno acerca del carácter duradero del fenómeno inflacionista, al margen del comportamiento de los precios energéticos, que sí parece volver poco a poco a estar bajo control.
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