Los punteros son la cara más visible del tráfico de drogas en el Gòtic. Estos individuos se dedican a la captación de turistas, a los que incitan a ir a asociaciones cannábicas de la zona a cambio de una pequeña comisión. La actividad, además de ser completamente ilegal, genera muchos problemas en este barrio, fuertemente azotado por la delincuencia y la inseguridad. Según explican fuentes vecinales a Metrópoli, los punteros están enquistados desde hace años y suponen un problema de salud pública.
Cualquiera que recorra las calles del casco antiguo barcelonés puede observar cómo trabajan estos individuos. Se sitúan en las esquinas de las calles a la espera de que algún turista caiga en su trampa. Algunos hasta han montado su pequeño rincón con cartones en los que sentarse, lo que hace pensar que pasan largas horas en esta actividad. Si se presta atención, se puede ver cómo los punteros, que suelen ser hombres de origen magrebí, intercambian conversaciones con jóvenes turistas. Según ha podido comprobar este diario, tras algunas negociaciones, los punteros entregan la droga a los extranjeros. Otra manera de trabajar de estos individuos es pasear por el barrio pronunciando "Coffee shop" cuando alguien pasa por su lado, a expensas de captar algún cliente. Metrópoli ha podido comprobar este modus operandi, pero tiene conocimiento que los punteros también trasladan a los clientes hacia las asociaciones. Los acompañan, y una vez allí los invitan a entrar, o les hacen esperar en la puerta.
LAS CANNÁBICAS EN BARCELONA
El funcionamiento de las asociaciones cannábicas en Barcelona dio un giro de 180 grados a partir de junio de 2020. Hace unos años, era el Ayuntamiento de Barcelona el que se encargaba de las ordenanzas municipales de estas asociaciones. A partir de una sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Catalunya (TSJC) se dictaminó que el consistorio no tenía competencias para estas regulaciones. En ese momento fue cuando se prohibió el consumo de marihuana dentro de los locales, entre otras modificaciones.
El consistorio, según explicó en una nota de prensa, defiende que es necesaria la regulación de estos locales con finalidades terapéuticas: "Se ha demostrado que es eficaz para tratar el cáncer y otras enfermedades". Pero lo cierto es que las asociaciones cannábicas no actúan para este tipo de situaciones, sino que por norma general operan como lugares de ocio para turistas. Desde verano de 2021, las asociaciones solo pueden funcionar como clubs sociales privados y tienen completamente prohibido promover el consumo, la venta y el cultivo de marihuana, pero no todas las asociaciones están cumpliendo con esta normativa. El claro ejemplo de este fenómeno es la presencia de punteros en Ciutat Vella, que se sitúan en las calles más transitadas para captar turistas, a los que conducen hasta las asociaciones para incentivarlos a consumir.
INSEGURIDAD VECINAL
Marta, una vecina del Gòtic, vive en primera persona las consecuencias de los punteros. Su domicilio se encuentra encima de una asociación cannábica y sabe perfectamente cómo es su manera de trabajar. "Los captadores se llevan una pequeña comisión por cada nuevo cliente que consiguen, pero les da igual el tipo de cliente. Al final, siempre acaban viniendo el mismo perfil de gente: turistas de 18 años que lo ponen todo perdido, como si no tuviéramos suficientes problemas con el tema de la limpieza en este barrio", lamenta.
A todo esto hay que sumarle que no solo abordan a los turistas, sino que también lo hacen con los vecinos, que ya se han acostumbrado a la situación que tanto malestar les genera. "Tengo a un par de punteros fichados, pero hay muchos diferentes, que no conocen a los vecinos y también nos molestan a nosotros, ofreciéndonos droga constantemente. Esto, además de incómodo, es ilegal", dice la joven, que asegura que el perfil del puntero suele ser de jóvenes de entre 30 y 45 años que van en patinete eléctrico en busca de clientes.
Luisa tiene 48 años y es vecina del Gòtic de toda la vida. Forma parte de la red vecinal Fem Gòtic, que lucha para visibilizar los problemas del barrio. La vecina ha explicado detalladamente los problemas que generan los punteros. "Nos perjudica porque nuestros hijos lo ven a diario. Les da igual donde ponerse y a veces se colocan a pocos metros de las escuelas", lamenta la mujer, con un nombre anónimo. Luisa no quiere que nadie sepa su verdadera identidad por miedo a estos captadores. No sería la primera vez que tiene problemas por luchar contra este negocio fraudulento que está degradando su barrio. Tal como dice ella misma a este medio, los ha tenido que denunciar en dos ocasiones distintas por amenazas. "Me intentaron pegar dos veces y la policía me tenía vigilada las 24 horas al día para que no me hicieran nada".
Esta vecina no quiso seguir con el proceso penal contra estos delincuentes. El motivo fue las mismas advertencias de la Guardia Urbana de Barcelona, que le dijeron que si quería ampliar la denuncia, los punteros tendrían acceso a todos sus datos personales por medio de su abogado, hecho que pondría en riesgo su integridad física. "Es paradójico que te animen a denunciar, pero que, a su vez, esta denuncia te deje aún más desprotegida", lamenta la mujer.
DEGRADACIÓN DEL BARRIO
Los vecinos no son los únicos que sufren las consecuencias de los punteros. Los comercios locales están viviendo de primera mano este fenómeno. "Estos captadores ilegales se ponen en los pilones que hay al lado de los negocios e intimidan a los clientes. Hecho que provocó la bajada de las ventas", dice Luisa. Los punteros enquistados en el Gótic traen consigo más delincuencia. Algunos ladrones fingen ser captadores para robar a los turistas. Otros no se conforman con conducirlos hasta las asociaciones cannábicas, sino que les ofrecen droga en la calle: desde marihuana hasta cocaína, pasando por una infinidad de opciones.
"Estamos hablando de un problema de salud pública. Están haciendo publicidad e incitando al consumo de un tipo de asociaciones cannábicas completamente ilegales, además de ofrecer droga a menores de edad. Queremos que la Administración dote a la Guardia Urbana y a los Mossos de las herramientas necesarias para hacer frente a este problema que llevamos seis años arrastrando. La situación es desesperante", concluye Luisa.
FRUSTRACIÓN POLICIAL
Fuentes no oficiales de la policía han explicado a Metrópoli cómo trabajan estos delincuentes, así como la frustración que sienten los agentes del grupo de Delincuencia Urbana, que son incapaces de erradicar este problema por culpa del vacío legal que hay con las asociaciones cannábicas y con los punteros, al no estar considerados legalmente como traficantes de droga. Tal como aseguran a este medio, cuando se detiene a un puntero y este pasa a disposición judicial, acaba quedando en libertad con cargos, por lo que vuelven a su negocio fraudulento sin ningún tipo de consecuencia.
Aun así, la policía municipal de la capital catalana va realizando campañas para acabar con estos individuos. Trabajan identificando a los turistas después de salir de las asociaciones. Hablan con los compradores –que previamente han podido comprobar que han sido captados por los punteros– y les piden el máximo de detalles posibles de los captadores. "En muchas ocasiones se asustan porque creen que les vamos a multar a ellos, pero realmente quien está cometiendo la ilegalidad es la persona que los incita a entrar en este tipo de asociaciones", explican. Gracias a la información de los turistas, los agentes pueden ir realizando actas, que permiten realizar detenciones o inspecciones en locales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario