La estación de Sants es un foco de delincuencia e inseguridad, así lo explican fuentes comerciales a Metrópoli, que aseguran que ha aumentado la inseguridad en esta zona, que la catalogan como la más peligrosa del barrio. Este espacio es uno de los lugares predilectos de los delincuentes por la gran afluencia de turistas. Son grupos de jóvenes perfectamente coordinados que esperan la ocasión ideal para atracar tanto a los trabajadores como a los viajeros.
La delincuencia se concentra, sobre todo en la estación de autobuses. De hecho, hace unos meses, un policía disparó a un hombre, ya que lo estaba intentando agredir con unas tijeras de podar. Este suceso puso de manifiesto lo que los vecinos hacía tiempo que llevaban alertando: el auge de los problemas de convivencia, que se concentraban en la estación de autobuses.
PELEAS CON ARMA BLANCA
Según explican fuentes vecinales a este medio, el origen del problema era un grupo de voluntarios que, movidos por la buena fe, ofrecían comida a personas sin hogar. Muchos de los beneficiados tenían problemas de drogadicción y de integración social, lo que acababa desencadenando en altercados prácticamente diarios. "Se pegaban entre ellos. Incluso ha habido peleas con arma blanca. Por suerte, desde que los voluntarios ya no ofrecen comida por la zona la situación se ha calmado", asegura una residente.
Los vecinos no son los únicos que han sufrido los daños colaterales. Los comerciantes también han tenido consecuencias. Así lo explica Paco (nombre anónimo), que tiene un bar muy cerca: "Varios hombres borrachos y bajo los efectos de las drogas intentaban entrar para robar. Daban muchísimos problemas y celebro que se hayan calmado las aguas".
LOS LADRONES, IMPUNES
A pesar de que ya no tienen este conflicto, para los trabajadores, la seguridad sigue siendo inexistente. Laura, un nombre falso para preservar su anonimato, es de origen latinoamericano y llego a Barcelona hace más de trece años. Desde 2021 trabaja en un comercio de la estación de Sants desde el que puede ver, con impotencia, cómo se va degradando el barrio y cómo los ladrones actúan con total impunidad.
"Llevamos dos años trabajando aquí. El barrio se ha vuelto muy peligroso. La estación está abandonada. Cuando me preguntan si Barcelona es una ciudad segura me da pena responder por el cariño que le tengo. Pero por lo que vivo en esta estación, no lo es. He vivido en L'Hospitalet, en Castelldefels y en Sagrada Família. En ningún lugar he visto el nivel de delincuencia que hay aquí", lamenta Laura.
AMENAZAS DE VIOLACIÓN
La mujer ha vivido situaciones muy peligrosas en su propio lugar de trabajo. Le han entrado a robar un par de ocasiones y ha recibido amenazas de violación por parte de los delincuentes. "La policía me ha venido a ver en más de una ocasión para saber cómo estoy, pero agradecería que vinieran cuando realmente es necesario, sobre todo los sábados de madrugada, que es cuando más problemas hay".
Los ladrones están coordinados: saben cómo y cuándo actuar. Los sábados a las 6:00 horas llegan varios autobuses de dos plantas a rebosar de turistas. Son conscientes de que a esa hora no hay seguridad policial. Se desplazan con sus patinetes eléctricos y esperan a que se abran las puertas del maletero. Es en ese momento cuando cogen las maletas de sus víctimas y huyen a toda velocidad.
Laura los tiene perfectamente identificados. Son un grupo de jóvenes de origen marroquí que han hecho del delito su modo de vida y trabajo. A pesar de su corta edad, son personas peligrosas que aprovechan cualquier ocasión para atracar a sus víctimas. El domingo también es un día crítico en la estación de Sants. Esta mujer dice que el último día de la semana vienen otro grupo, esta vez de mujeres gitanas, que vienen a robar y a estafar a los turistas vendiéndoles tarjetas falsas.
"SABEN DÓNDE TRABAJO"
Las armas blancas también están a la orden del día. La trabajadora de Sants reitera que este año la policía ha incautado machetes a los delincuentes de la zona y que la situación provoca un clima de malestar generalizado entre los comerciantes, que temen convertirse en las próximas víctimas. "Cuando veo que están robando llamo al 112 y los operadores me preguntan si los ladrones van armados. Muchas veces es así, pero otras no me puedo acercar a comprobarlo porque pongo en riesgo mi integridad física. Ellos saben dónde trabajo y, si quieren, me pueden hacer daño. Me da miedo la situación, y más después de los dos robos y de las amenazas de violación".
La mujer asegura que cuando su compañera y ella salen de trabajar a las 00:00 horas, lo hacen con mucho miedo. "Salimos con la alarma inalámbrica porque si pasa cualquier cosa, podemos tocar el botón. La situación es desesperante", concluye. Metrópoli se ha puesto en contacto con el Ayuntamiento de Barcelona y las fuentes municipales dicen no tener constancia de la delincuencia en la estación de Sants.
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