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La generación de la posguerra soñó con tener un piso en propiedad y muchos, pese a un contexto inestable, lo consiguieron sentando así las bases de una clase media que años más tarde conseguiría incluso hacerse con una residencia. Hoy, la mayoría de jóvenes ni siquiera baraja la idea de comprar una casa; la renta de un piso en lugar de una habitación parece un lujo. O, al menos, así lo creen los miles de manifestantes que el pasado sábado ocuparon las calles de la capital para protestar por el “abuso” de los precios de la vivienda, el alquiler y la turistificación.
“No puede ser que vengan enfermeros, policías, profesores u hosteleros a trabajar y se tengan que ir a vivir a una furgoneta, es peor que la infravivienda de los años 50. Estamos en una situación límite que sobrepasa la dignidad humana”, critica Kike España,uno de los portavoces del Sindicato de Inquilinas e Inquilinos de Málaga -convocante de la manifestación del 29 J.
En un diagnóstico rápido de la situación y los motivos que la propiciaron, el licenciado en Arquitectura denuncia que se trata del resultado de una serie de políticas a todoslos niveles, aunque achaca al Gobierno municipal la responsabilidad principal al considerar que se está haciendo un uso “pervertido”, “torticero”e “irregular” del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) con “esa masividad del uso de hospedaje eliminando así el residencial”.
Otro de los “grandes”problemas, señala, “el alto precio de los alquileres. Si no se regulan aquí no puede vivir nadie”, y las capas más marginales y precarizadas de la sociedad “seguirán siendo expulsadas de sus casas con catas de desahucio”. Para España, la irrupción en la Costa del Sol de los denominados nómadas digitales “continúa elevando el precio del alquiler”. “Las ciudades tienen que ser espacios abiertos para que venga a vivir quien quiera, pero primero hay que establecer las bases para que sea habitable, que haya lazos de vecindad y una infraestructura básica, social y de vida”.
En contra del lema "Málaga solo para los malagueños", Kike España aclara que la organización "no es turismófoba". "No tenemmos ningún problema con los turistas, sino con el modelo que ciudad que ha priorizado este negocio. Las viviendas son para vivir, no para generar un parque de atracciones especulativo donde aumentan las desigualdades y genera una fractura en la sociedad".
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