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La estación madrileña de Chamartín se ha convertido en un lugar al que entras pero nunca sabes cuándo vas a salir. La terminal, epicentro de trenes de larga distancia y alta velocidad, ha sufrido desde el mes de junio alrededor de cuatro incidencias graves, tres de ellas en menos de 15 días. El miércoles de la semana pasada, en pleno puente de Santiago, cientos de personas se quedaban durante horas esperando sus trenes dentro de las instalaciones, con un calor sofocante y poca información.
Pero la historia no deja de repetirse. Este mismo viernes el retraso de casi dos horas de un tren Alvia con destino Vigo, Santiago de Compostela y Ferrol que debía salir a las 8.00 horas volvía a ocasionar aglomeraciones en el primer viernes de la Operación Salida de vacaciones en agosto. Curiosamente, los problemas técnicos siempre se dan cuando más demanda de viajeros hay, es decir, de cara a vacaciones, puentes y festivos. Y no es baladí.
El complejo ferroviario, en obras desde noviembre de 2022 para la reconstrucción y ampliación de la playa de vías de Alta Velocidad y del edificio (incluidas en la llamada Operación Chamartín), parece haberse quedado pequeño para el tráfico que soporta, o eso alega el ministro de Transportes, Óscar Puente. "Estamos viviendo situaciones complicadas, pero a partir de octubre, cuando abramos ya una parte importante de las nuevas dependencias, estaremos mucho más desahogados para atender a los viajeros como merecen", señalaba Puente en un mensaje en redes la semana pasada, justo después de dos fallos técnicos graves.
Según el ministro, "en 2019, de enero a Mayo, pasaron por Chamartín 1.363.030 viajeros. Sin obras. En el mismo periodo de 2024 y coincidiendo con las obras de ampliación, han pasado por Chamartín 5.832.461 viajeros". Además, con las obras que se están haciendo, el vestíbulo de Chamartín pasará de 9.000 metros cuadrados a 18.000. El titular de Transportes dejó claro que para él "la estación está claramente infradimensionada".
Pero en su declaración, el ministro no habló de la desinformación que denuncian los usuarios afectados, de los hacinamientos de pasajeros en el complejo o de la modificación de su compromiso de puntualidad, modificada este mes de junio y con la que se alargaron los tiempos de espera de media hora a una y media para poder recibir el importe del billete como indemnización.
Toque de la oposición
Pero las quejas contra la gestión del socialista son muchas, también contra Renfe y Adif. En redes sociales como Twitter, no hay día en el que no se ponga de manifiesto algún problema con la línea ferroviaria, también la de Cercanías de la capital, en la que los retrasos se pueden contar por decenas. Aunque las reclamaciones no se quedan en Internet. Desde la oposición también se reclaman soluciones.
El PP pedía la semana pasada una comparecencia de Puente en el Senado por la incidencia en el pantógrafo que llevó al caos el pasado miércoles. Además, los populares denuncian que los problemas con la línea ferroviaria van más allá de Madrid, llegando incluso a otras provincias como León.
En declaraciones a los medios a las puertas de la estación de esta ciudad, la vicesecretaria nacional de Sanidad y Educación, Ester Muñoz, calificaba el pasado jueves de "infierno" la situación que sufren "miles de españoles" en los "últimos meses por el caos ferroviario" provocado, en sus palabras, por un "ministerio incompetente".
El pantógrafo, el culpable
Más allá de las peticiones políticas, lo cierto es que Adif, que se encarga de informar a través de X de los problemas en las líneas de tren, este viernes ni siquiera se hacía eco del retraso de más de casi dos horas que tuvieron que sufrir los primeros pasajeros de la mañana, con destino a Vigo y Ferrol. Aunque lo normal es que la compañía anuncien las averías y también cuando acaban siendo solucionadas.
En este sentido, los fallos técnicos de los últimos días se han producido, en su mayoría, a causa de la rotura de un pantógrafo, o lo que es lo mismo, el mecanismo articulado que transmite corriente eléctrica desde un cable en catenaria al convoy. Este provoca una caída de la tensión lo que hace que los trenes no puedan circular. A su vez, que esos trenes no salgan de la estación lleva a que otros no puedan hacer lo mismo desde sus lugares de origen. En definitiva, el bucle de retrasos se convierte en infinito y se propaga por toda la red ferroviaria.
Según el último informe publicado en 2022 por Renfe de auditoría y cuentas anuales, en 2021 los retrasos de AVE y Larga Distancia suponían un 17,85%, un año después, el año de comienzo de las obras, subieron a un 24,27%. Además, se dieron un total de 239.913 reclamaciones y casi un millón (910.983) de devoluciones e indemnizaciones automáticas.
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