sábado, 5 de octubre de 2024

Qué pasaría si pusiéramos la montaña más grande del sistema solar en la Tierra


Marte es un planeta clave para el futuro de la humanidad. Es más pequeño que la Tierra pero alberga maravillas geológicas increíbles, como el cañón más grande del sistema solar —Valles Marineris— que mide 4.000 kilómetros de largo y siete de profundidad, atravesando el ecuador del planeta. Pero si Valles Marineris hace que el cañón del Colorado parezca un guá para jugar a las canicas, el volcán Monte Olimpo hace que el Everest parezca un hormiguero. Esta montaña es tan grande que, si se erigiera sobre la Tierra, nos afectaría profundamente.

El Monte Olimpo es la montaña más grande conocida en el sistema solar, una formación geográfica tan colosal que su cumbre se asoma al espacio con unos 22 kilómetros de altura, según el altímetro láser del Mars Orbiter. La cima más alta sobre la superficie, el Monte Everest, sólo llega a los 8,8 kilómetros sobre el nivel del mar. Y la montaña más alta de la Tierra contando desde el fondo del océano —Mauna Kea, un volcán inactivo en Hawái, EEUU— mide 10,2 kilómetros.

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Una Tierra muy diferente

Si el Monte Olimpo fuera transportado a la Tierra, alteraría drásticamente la geografía y el clima de todo nuestro planeta. Lo pongas donde lo pongas dominaría el paisaje en miles de kilómetros a la redonda, afectando los patrones meteorológicos creando sombras titánicas que provocarían lluvias masivas e influirían en las corrientes del aire y del océano.


El gran volumen de Monte Olimpo también añadiría un enorme bulto a la superficie de la Tierra, cambiando la distribución de la masa y afectando a la rotación de nuestro planeta. Si lo pusieras en España, ocuparía una parte enorme de la superficie del país con su diámetro de unos 620 kilómetros, lo que equivale más o menos a las afueras de Bilbao.

La historia de una montaña colosal

El Monte Olimpo fue identificado por primera vez por astrónomos del siglo XIX. En 1879 Giovanni Schiaparelli lo llamó Nix Olympica, que significa Nieves del Olimpo. Debido a la poca resolución de los telescopios de la época, la montaña tenía una apariencia brillante que se confundió con una gran superficie de hielo o nieve.

Cuando después se determinó que era un volcán sin nieve ni hielo alguno, los astrónomos cambiaron su denominación a Olympus Mons (Monte Olimpo). Sin embargo, la comprensión moderna de Olympus Mons sólo comenzó a tomar cuerpo a principios de la década de 1970 cuando la sonda Mariner 9 —una nave espacial de la NASA en órbita marciana— proporcionó las primeras imágenes detalladas que confirmaron su naturaleza real.

Vista en color falso del Monte Olimpo. (NASA)

La escala de Olympus Mons es una consecuencia de la extraña geología marciana. Marte es un planeta que carece de la actividad de las placas tectónicas que tenemos en la Tierra. En nuestro planeta, los volcanes generalmente se mantienen bajo control por el desplazamiento de estas placas, lo que interrumpe su crecimiento y los hace desaparecer tras millones de años. Sin embargo, la corteza estática de Marte permitió que Olympus Mons creciera durante millones de años, apilando capa sobre capa de lava para alcanzar su imponente altura. Las suaves laderas del volcán se parecen a las de los volcanes en forma de escudo de la Tierra, como las que se encuentran en las islas de Hawai, pero a una escala mucho mayor.

El Monte Olimpo ofrece información sobre la actividad volcánica que una vez dio forma a Marte, mostrando un planeta que, geológicamente, fue mucho más dinámico de lo que es hoy. La enorme caldera del volcán, de aproximadamente 80 kilómetros de ancho, indica que hubo una historia de erupciones espectaculares, que habrían influido profundamente en la atmósfera de Marte y, probablemente, en su capacidad para soportar la vida compleja.

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