11.000 toneladas de residuos

El sistema que regía hasta ahora, en el que compartían espacio el USB 2.0 Micro B, el USB-C y el Lightning (exclusivo de Apple) gracias a un acuerdo voluntario de 2009, contribuía aún a generar hasta 11.000 toneladas al año de residuos electrónicos, según las estimaciones de la Comisión Europea. La normativa pretende atajar esta cifra permitiendo a los consumidores comprar nuevos dispositivos electrónicos sin tener que adquirir un cargador adicional, lo que ahorrará a los ciudadanos hasta 250 millones de euros anuales en cargadores innecesarios.

Esta ley se enmarca en una estrategia más amplia de la UE encaminada a reducir los residuos electrónicos e informar a los consumidores de manera que puedan tomar decisiones más sostenibles, promoviendo así una economía circular. Además de reducir los residuos electrónicos generados por la venta de equipos radioeléctricos, la normativa pretende reducir la extracción de materias primas y las emisiones de CO2 generadas por la producción, el transporte y la eliminación de cargadores.

"Seguiremos de cerca cómo se adaptan los fabricantes a estos cambios y esperamos con interés los estudios de la Comisión Europea sobre la evolución de la carga inalámbrica y los futuros requisitos de desagregación", dijo ese viernes la presidenta de la Comisión de Mercado Interior del Parlamento Europeo, Anna Cavazzini. Para esta eurodiputada del grupo de los Verdes, "es vital garantizar que los consumidores tengan las herramientas para seguir tomando decisiones inteligentes y sostenibles a medida que evoluciona el mercado".

La directiva, cuya implementación es obligatoria a partir de mañana, entró en vigor el 27 de diciembre de 2022, y desde entonces los fabricantes han tenido dos años para implementarla.