Congelar el pan es una práctica común en muchos hogares, especialmente para evitar el desperdicio y prolongar su vida útil. Sin embargo, ¿realmente esta técnica ofrece beneficios para la salud? Algunas voces en el mundo de la nutrición sugieren que congelar el pan podría tener efectos positivos en su digestión. La clave está en el almidón presente en el pan y cómo cambia cuando se congela.
Según expertos en alimentación, al congelar el pan, las moléculas de almidón forman un almidón resistente a la digestión. Este proceso convierte a este almidón en una fibra dietética que no puede ser descompuesta por nuestras enzimas digestivas. En lugar de ser absorbido en el intestino delgado, este almidón resistente llega al intestino grueso, donde puede actuar como un prebiótico, alimentando las bacterias beneficiosas que allí habitan.
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