¿Cómo evolucionará el ser humano en los próximos 50.000 años? Sin duda, una pregunta que intriga tanto a los científicos como a la gente común. Aunque la respuesta se basa en predicciones, varios expertos en biología evolutiva han hablado con el medio Newsweek sugiriendo transformaciones que podrían experimentar nuestros cuerpos en un futuro lejano, lo que abre la puerta a reflexiones acerca de la influencia de la genética, la tecnología y la cultura.
Según el bioinformático Thomas Mailund, "la evolución es una combinación de determinismo y azar", lo que significa que aunque algunas reglas puedan predecirse, otras están sujetas a cambios impredecibles en el entorno. También apunta que la evolución humana no se encuentra en un “punto muerto”, sino que sigue en marcha y que está influenciada por factores como el éxito reproductivo, las preferencias estéticas predominantes y el mestizaje.
Durante los últimos 50.000 años, gran parte de la diversidad observable en la humanidad, como el color de la piel, la textura del cabello o la altura, ha surgido debido a la interacción de la evolución con las circunstancias culturales y geográficas. Sin embargo, el mestizaje global podría reducir estas diferencias en el futuro, dando lugar a una población más homogénea.
Esta es la principal apuesta de Jason Hodgson, genetista evolutivo. Es más, llega a comparar la futura evolución del ser humano con la que se experimentaría al mezclar diferentes razas de perros en una isla alejada de la civilización. Con el paso de los siglos y de los milenios, acabarían desarrollando características intermedias comunes.
La influencia de la tecnología en la evolución
Otro aspecto clave en las proyecciones es el papel de la tecnología en la evolución humana. La edición genética, con herramientas como CRISPR, se posiciona como un factor revolucionario. Aunque en la actualidad su aplicación es limitada, su perfeccionamiento podría permitir a los humanos modificar características genéticas, desde la apariencia física hasta la resistencia a enfermedades.
En este sentido, el paleontólogo Nick Longrich anticipa que "la genética podría influir en nuestra apariencia, al igual que las modas lo hacen con el estilo de vestir". Además de los avances tecnológicos, la selección sexual podría continuar moldeando nuestra especie. A medida que ciertos rasgos atractivos se vuelvan más deseados, podrían extenderse ampliamente en las poblaciones futuras. Esto podría dar lugar en el futuro a individuos más altos o con características percibidas como atractivas, según los estándares culturales de la época.
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