ecoticias.
África comenzó hace años con la mayor movilización de la historia. Una noticia que impacta incluso más que el descenso de peces en África Occidental. El Sahel es una de las zonas más pobres del mundo debido a que sus recursos son escasos. Este escenario lleva a que se den de forma frecuente hambrunas. Muchas de ellas se generan por carencias alimenticias de una población todavía dependiente de la agricultura.
Al tratarse de una zona cercana al desierto del Sáhara, la zona padece sequías recurrentes. Cada vez son más abundantes, y el Sáhara, ante el deterioro de la tierra, la ausencia de precipitaciones y el excesivo uso de sus recursos naturales, avanza.
Para luchar contra la desertificación, África está utilizando un enorme muro de árboles. Se trata de un proyecto denominado Gran Muralla Verde. Está estudiándose e implementándose lenta y progresivamente en todos los países colindantes con el desierto del Sáhara, desde Senegal hasta Djibuti. El objetivo va más allá de plantar una muralla de vegetación, sino fomentar la recuperación económica y natural del área.
Este es un aspecto vital, puesto que esto haría posible un cultivo más sostenible y la producción de alimentos preciados para la población. Países como Malí, Chad o Niger registran cifras de pobreza alarmantes y dependen en gran parte de su sector primario.
No obstante, también son países expuestos a devastadoras sequías y vientos del Sáhara. En un contexto tan delicado, la agricultura existente no es suficiente. La tierra y el agua se exprimen, contribuyendo al avance del Sáhara. La fusión de la actividad humana y las condiciones climáticas resulta difícil de asumir.
África está dispuesta a acabar con sus problemas climáticos: para ello, recurre a los árboles
La Gran Muralla Verde (GGW) nació como un atisbo de esperanza contra la degradación ambiental en el Sahel africano. Por medio de la reforestación, este prometedor proyecto busca revertir los daños de este frágil escenario. Pese al objetivo loable, dicha propuesta ha tenido que enfrentarse con diversos retos producto de su compleja interacción de factores ambientales, socioculturales y políticos de la zona.
La Asamblea General de la Unión Africana decidió comenzar con ella en 2007 con la promesa de transformar el paisaje del Sahel, una zona castigada por la desertificación y la degradación ecológica.
Proyectada era extenderla por casi 8.000 a través de África, desde Djibouti hasta Etiopía, pretende la restauración de 100 millones de hectáreas de tierra degradada, captar 250 millones de toneladas métricas de carbono y producir 10 millones de trabajos verdes para 2030. Sin embargo, cada paso del proceso se ha topado con diferentes desafíos, como la falta de financiación, inestabilidad política y condiciones climáticas adversas.
Sumado a esto, la GGW ha sido crítica por expertos que han cuestionado la viabilidad de planta una amplia línea de árboles como solución a los difíciles problemas ecológicos de la región. Su argumento es que las actuaciones deben ser más diversificadas y ajustadas de acuerdo a las condiciones locales específicas.
El reducido índice de supervivencia de los árboles plantados hasta ahora enfatiza las dificultades de instaurar un proyecto de estas características en un entorno tan azotado por un clima extremo.
Además, hay preocupación por el potencial desplazamiento de comunidades y la alteración en los patrones de migración de los pastores convenciones por las plantaciones expansivas.
¿La Gran Muralla Verde de África tiene futuro?
Pese a los retos a los que debe enfrentarse, la Gran Muralla Verde de África ha alcanzado avances considerables en algunos países. Algunos proyectos locales han convertido terrenos áridos en zonas arables a través de técnicas vanguardistas que conservan el agua y protegen el suelo, aunque el ritmo de deforestación en la zona sigue siendo una amenaza que podría echar abajo los esfuerzos.
Según registra Driving ECO, para asegurar el éxito a largo plazo del proyecto de África es crucial el desarrollo de marcos de monitoreo y evaluación integrales, además de la inclusión de comunidades locales en la planificación e implementación y un incremento en el respaldo de las autoridades regionales en las medidas de captación y mitigación del cambio climático. Mientras termina de concretarse qué sucede con esta iniciativa, aseguran que el futuro de la energía mundial podría estar en el subsuelo de África.
No hay comentarios:
Publicar un comentario